El País • “Hay que tomar recaudos ambientales en el Salar” • 24/11/2015
Rafael Sagárnaga López
¿Cuánto afectará el proyecto de explotación de litio al medio ambiente en el Salar de Uyuni? Las autoridades de la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE) han asegurado que habrá efectos mínimos.
Sin embargo, el investigador del Centro de Estudios del Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), Ricardo Calla (RC), abrió un sentido debate en marzo. Publicó junto con otros tres especialistas un libro donde se advierte el riesgo de la producción masiva de material contaminante, basado en declaraciones de la cabeza de la propia GNRE. En esta entrevista con El País Expansión Nacional (EP) Calla reforzó sus apreciaciones.
EPeN.- El Gobierno tiene entre sus apuestas estrella la explotación del litio, pero, un estudio, en el que usted participó, generó en marzo fuerte polémica. ¿Se la ha superado?
RC.- Tras el estudio que realizamos en el Cedla y la publicación de mi artículo, la GNRE realizó una conferencia de prensa desvirtuando mis afirmaciones. Fue una conferencia llena de insultos e improperios donde además el gerente Luis Echazú dijo que no se iba a dar curso a la generación de los lodos que se denunciaban en el texto del Cedla. Entonces Echazú anunció que habían descartado la tecnología del encalado (el uso masivo de cal) y, por lo tanto, no iban a sacar las 4.000 toneladas diarias de deshechos con la tecnología que se iba a implementar. Anunció que, por razones ambientales, se descartaba esa tecnología.
A mí y al Cedla nos pareció interesante que dieran la razón a lo que habíamos afirmado: esa tecnología es impropia y puede generar un daño ambiental muy severo. Nos llamó la atención que el gerente descartara esa tecnología y anunciara que iban a implementarse otras. Básicamente daba a entender que se iba a ir por la línea de los sulfatos.
Valga aclarar que la tecnología del encalado se ha estado implementando en Sudamérica, en las explotaciones de litio en Atacama, Chile. Y está causando daño ambiental allá. En el caso de Bolivia, era evidente que esa tecnología del encalado era una especie de copia de lo que se hace en Chile. En la jerga se llama la “tecnología de los cloruros”, e implica echar la cal en las salmueras. Se la puede implementar en Bolivia porque es relativamente fácil de usar, en la medida en que se disponga de la cal suficiente. Es decir, cal necesaria para generar las 30 mil toneladas de carbonato de litio que se pretende en el proyecto.
EPeN.- ¿Qué tanto iba a contaminar el Salar la práctica del encalado?
RC.- Yo y varios miembros del equipo de Cedla tuvimos una larga entrevista con el gerente Echazú. Y en ella nos dijo que él a veces no podía dormir, que la tecnología del encalado le causaba pesadillas. Nos dijo: “No vamos a producir un cerro de desechos, vamos a producir una cordillera de desechos”. Pero no lo decía por razones ambientales ni porque los desechos fueran tóxicos, sino simplemente por la cantidad de los desechos.
En esa entrevista, yo le manifesté que el tema no sólo era la cantidad, sino que iba a producirse un saldo tóxico muy fuerte y que iba a tender a alcalinizar los suelos por la composición de los desechos. La alcalinización de los suelos del sudoeste de Potosí sería el problema, iba a convertir en un erial esa zona que ya de suyo es bastante árida, es el altiplano más árido de Bolivia.
Él mostró su sorpresa frente a esa noticia y les preguntó a sus asesores si era cierto. Ellos le respondieron que había esa tendencia a la alcalinización. Fue también muy llamativo que hacia el final de la entrevista, Echazú nos dijo, como ocurrencia, como sacando de la manga: “Y con respecto a esto de la alcalinización, ya tenemos las soluciones pensadas…”. Curiosamente, primero no sabía del tema y al final de la charla nos dice que ya tenía las medidas para paliarlo. Me pareció una actitud muy irresponsable. Y claro, luego de la publicación, sale afirmando que cambiarán la tecnología del encalado y se llevará adelante la de los sulfatos.
EPeN.- ¿Es mejor ambientalmente hablando la tecnología de los sulfatos?
RC.- En la gerencia de Guillermo Roeland, quien estuvo a cargo del proyecto inicialmente, se iniciaron investigaciones para ver cómo producir el carbonato de litio. El comité científico de ese tiempo recomendó que debía realizarse el estudio de tecnologías alternativas al encalado por razones económicas, no ambientales. Señalaron que se iba a desperdiciar parte de la riqueza, especialmente el magnesio, de las salmueras si se metía la cal. El comité científico dijo entonces: tenemos que recuperar el magnesio, no lo podemos tirar con los lodos, es demasiado rico ese magnesio para la economía del país y la región.
Pidieron otras tecnologías y entonces empezaron a estudiar la línea de los sulfatos. En el proceso, Bolivia, la gerencia de la Comibol, opta por hacer desarrollo tecnológico y se empieza a avanzar con la línea de los sulfatos. Esa tecnología de los sulfatos la desarrollan sólo a escala piloto, no a escala mínimamente grande ni mucho menos industrial. Tiene que haber una serie de pruebas, ajustes y combinatorias antes del uso industrial. En suma, se la había desarrollado en la gerencia de Roeland hasta cierto punto.
Lo grave es que cuando entró Echazú, despiden a Roeland y a los químicos e ingenieros que estaban desarrollando la tecnología de los sulfatos. No los volvieron
a contratar. Es decir, han pasado tres años de cancelación del desarrollo de esa tecnología. ¿Y nos vienen a decir que van a implementarla, cuando frenaron su desarrollo? Si lo van a hacer, tardarán uno o más años para desarrollarla.
EPeN.- Entonces por ahora no habría una tecnología debidamente aplicable en los hechos
RC.- Han perdido mucho tiempo en el desarrollo de tecnología y no hay una opción dable. No sé si están mintiendo, pero lo que puedo decir es que si descartan la tecnología del encalado, van a volver a retrasar el proyecto. No hay tecnología alternativa que puedan implementar inmediatamente. Ése es el primer punto de preocupación, pero hay un segundo problema: personas que trabajaron directamente en el desarrollo de la tecnología de los sulfatos me dijeron que no se han establecido los problemas ambientales que pueda generar. No hay aún un balance científico sobre qué problemas y saldos ambientales tendrá la tecnología de los sulfatos. Habría que hacer una auditoría ambiental, ver los probables problemas, los mecanismos de contención, etc.
Tengo la sensación de estar frente a un agujero negro del conocimiento con respecto al Salar y al proyecto litio. Hay que investigar porque es necesario de que se tomen recaudos ambientales en este tema. No podemos actuar tan frívolamente como Echazú cuando nos dijo: “El único ambientalista en el que yo creo es el ambientalista muerto porque todo ser humano contamina”.
EPeN.- Al margen de la figura de la cordillera, ¿qué daños ambientales son los que se temen en caso de que no esté debidamente controlada la explotación del litio?
RC.- En el caso de la tecnología del encalado hablamos de un daño ambiental mayúsculo, pero también paisajístico, social, turístico. Se puede terminar la quinua en la región, pueden ser afectadas las llamas, las vicuñas, flora, etc. Y se daña el paisaje porque meter una cordillera de lodos, obviamente que va a dañarlo. Es un proyecto sobre el que hay que seguir investigando y despejar los claroscuros: ¿En serio se descartó la tecnología del encalado? ¿Qué medidas de control ambiental tienen para la tecnología del sulfato? ¿Cuándo la van a implementar?
EPeN.- Si se posterga mucho, vencerá el tiempo del boom del litio que al parecer bordea entre 2018 y 2020.
RC.- Y se posterga y posterga reiterativamente. Los ingenieros que fueron despedidos, que son los verdaderos expertos, no han vuelto a ser contratados. Quienes están ahora en la unidad de investigación son unos jovencitos. Seguramente algunos deben ser brillantes, pero no tienen experiencia. Quienes estaban a cargo estaban haciendo sus doctorados como parte de esta investigación en universidades españolas.
EPeN.- ¿Qué otros efectos tuvo la denuncia que publicó el Cedla?
RC.- Por suerte la publicación del Cedla llamó la atención de la comunidad que se dedica a temas ambientales, se ha abierto todo un debate. Muchos están tratando de saber qué pasa. Han llegado agencias periodísticas desde España y Canadá para averiguar. El libro, su denuncia, ha tenido un impacto importante.
EPeN.- ¿Qué tan fuerte es la polémica en Chile y Argentina debido al uso de la técnica del encalado?
RC.- No es tanta debido a que en ambos casos se trata de regiones extremadamente alcalinas, de hecho Atacama es un desierto, hablamos de regiones con cero de cubierta vegetal. En cambio en el sudoeste potosino la cubierta es muy rica en gramíneas, leñosas, sobre todo es el escenario de la quinua, hay que cuidar que no se dañe esa economía. Hay que tomar recaudos ambientales. No estamos frente a un desierto, sino a un semidesierto con mucha riqueza para la producción quinualera.
EPeN.- Si hay limitantes económicas, ambientales, etc., ¿qué tanta vialidad tiene hoy el proyecto?
RC.- La planta de cloruro de potasio tiene viabilidad, también el carbonato de litio va a generar ingresos. Hay viabilidad económica en términos de ingreso para el país. Van a generar ingresos, sí, creando problemas ambientales, pero no van a generar empleo porque son tecnologías muy sofisticadas para mano de obra escasa. Es la minería moderna, un alto uso de tecnología que no genera mucho empleo. Generará dinero, pero no empleo. Pero además el proyecto, como tal, puede tener efectos en las organizaciones sociales de la región que ya han comenzado.
Al realizar la investigación encontramos que para imponer el proyecto del litio, el Gobierno destrozó al Conamq (Consejo Nacional de Ayllus y Marcas). También ha dividido a Frutcas (Federación Regional única de Trabajadores del Sur). Vino incluso un golpe de Estado contra las organizaciones sindicales de la región. Fue un proceso similar a lo que pasó en el Tipnis, fracturaron las organizaciones para imponer un proyecto.
EPeN.- ¿Y la gente que avanza el proyecto litio con qué estudios de impacto ambiental se avala? ¿Cómo han valorado las técnicas que están aplicando?
RC.- Tienen unas licencias ambientales muy “truchas” que las han ido sacando dentro del sistema. Básicamente la preocupación de sus licencias ambientales han sido los residuos de defecación de la gente que trabaja en la planta, la basura, el plástico, etc. No consideraron, en sus estudios, las tecnologías de explotación. Pero ellos saben, ellos nos dijeron que van a sacar 4.000 toneladas de barro diarias. Nosotros recibimos de ellos la información. Entonces yo me entrevisté con químicos y científicos, hicimos los análisis y llegamos a la conclusión de que esto es muy delicado.
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