Oxigeno • Democracia: La revolución del sentido común • 29/04/2015
Oscar Díaz Arnau Tiene una extraña manía la democracia: En la sala de la historia, prefiere sentarse siempre en el incómodo sillón de la crisis. La comodidad no es lo suyo. Retomando el hilo de mis dos anteriores columnas (“Democracia: La ingenuidad de creer” y “Democracia: La posibilidad de mejorar”), y para cerrar la tríada, existe un curioso empeño en descuidar esta forma de gobierno, pese a que se la reconoce por su benignidad, especialmente a la hora de las comparaciones con otras obviamente aciagas. A la democracia, por lo menos, la hacemos todos, o deberíamos hacerla todos, ojalá, sin perjuicio de...