ElDeber•Un país pobre
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Desde hace mucho tiempo, incluso mucho antes de que se instaure este proceso de cambio, veía que en Bolivia faltaba algo, o muchas cosas por decir mejor, que no permitían sentirme a gusto y con agravantes si empezaba a comparar con países limítrofes, Puede ser cierta la disminución de la pobreza extrema, pero viendo el entorno general de la población en todos estamentos, se puede ver que estamos en un país pobre, y reconozco mi desconocimiento, no podía explicar esa permanente sensación de que el pueblo boliviano es pobre.
La explicación, como en todas las cosas importantes de la vida, había una y no era solo una mala percepción personal, sino una realidad que viene de mucho tiempo y va a persistir aún mucho tiempo en el futuro. Me refiero a la llamada pobreza multidimensional, que según estudios del Cedla (Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario) en Bolivia esta pobreza afecta al 61% de la población.
La pobreza multidimensional, según el Cedla, “es una categoría que engloba no solo la falta de acceso a recursos monetarios, sino también aspectos como bienes del hogar, el logro educativo, el acceso a empleo de calidad y a la atención de la salud. La pobreza multidimensional es una condición humana que se origina en el acceso desigual a recursos, a oportunidades a la participación informada, a la seguridad y justicia, entre otras dimensiones que afectan el ejercicio de los derechos fundamentales individuales y colectivos”.
No hay mucho donde perderse, en Bolivia la población, con algunas excepciones, no tiene atención de salud y a la que pueden acceder es de muy baja calidad y responsabilidad; la educación, además de manejarse en parámetros del siglo XIX, sigue siendo memorística, copiona y con niveles de investigación que son tan pobres que ni siquiera vale la pena referirse a ellos (salvo la actual propaganda política electoral); en relación al empleo el informal que es de baja calidad, inseguro y no brinda futuro, acoge a más del 70% de la población activa y el empleo formal, con muchos riesgos para las empresas legales, por las exigencias impositivas, de prestaciones laborales y un exceso desmedido de cargas laborales, que además de estrangular al empresario, directamente afectan a los trabajadores formales por el riesgo de perder su empleo.
Estamos en medio de una guerra de alta intensidad en propaganda política y, es obvio, ver los misiles propagandísticos con temas que no van a resolver los problemas de la Bolivia del futuro, no van a disminuir la pobreza multidimensional del boliviano, porque están más preocupados de atacar a su rival, de menoscabar el terreno para que caiga, pensando absurdamente que, producto de esa caída, el otro va a emerger, siendo que están cavando la fosa para todos.
Si se baja la pobreza extrema, será que el boliviano va a disponer de mayores ingresos, pero va a seguir con una pésima educación, mala calidad de atención a la salud y los derechos de los trabajadores quedan en la teoría porque en la práctica seguiremos en las condiciones actuales.
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