“69 de cada de 100 mujeres ocupadas en esas cuatro ciudades (de Bolivia) trabajan en unidades económicas semi empresariales y familiares; es decir, en empleos informales, actividades por cuenta propia, negocios familiares, en servicios, transporte y otros”, señaló el investigador del Cedla, Bruno Rojas.

En la actualidad, al hablar de empleo femenino, no se puede soslayar el crecimiento del empleo informal; en ese marco, las madres trabajadoras están ocupadas en actividades sin ingreso económico fijo, ni beneficios sociales.

El crecimiento del empleo informal “ya es una demostración de que el Estado y sus políticas no han tenido el impacto suficiente para cambiar la situación de los mercados de trabajos urbanos en el país. No se generó un empleo de calidad que sea estable, con seguridad social, cumplimiento de horarios de trabajo y el pago de los salarios, que permitan sustentar las necesidades básicas de la trabajadora y su familia”, según el Centro.

Por tanto, el Estado tiene como tarea pendiente la mejora inmediata de la calidad de trabajo en el país, con el fin de dignificar el empleo y evitar la subutilización de la población trabajadora, en particular del sector femenino, argumentó el investigador.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de la gestión 2010, el Estado entonces ocupaba 401.000 personas y de esa cantidad 278.000 trabajadores se encontraban en las ciudades y el resto en el área rural. Del total de los burócratas cerca de un 40 por ciento eran mujeres, que hacen al menos 170 mil féminas.

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