La Primera • Inversiones y Condiciones Amazónicas • 29/05/2014
Frente al marco de la COP20, muchos países amazónicos deben asumir más compromisos de los que ya han asumido en los últimos años. Especialmente, por el contexto político actual: una ingente y acumulable cantidad de inversiones en infraestructura en la región, que podría animar a un fast track regional para dichas inversiones.
Dada la desaceleración de la economía china, la perspectiva del decrecimiento de la economía regional, nuestros gobiernos han apelado a ser más competitivos al corto plazo: reducir los estándares socio-ambientales para atraer inversiones. En un Taller Regional y Evento Público realizado en Lima la semana pasada y organizado por AAS de Colombia, FUNDEPS de Argentina, FUNDAR de México, DAR de Perú, IBASE de Brasil, CDES de Ecuador y CEDLA de Bolivia, se analizaron las tendencias que ocurren en la región: inversiones planificadas o en realización por US$ 70.17 mil millones, lo que equivale al 77% en la región amazónica del total de préstamos chinos en América Latina: U$ 98.4 mil millones (Garzón); 412 hidroeléctricas planificadas en operación, construcción o inventariadas (Little); y la existencia de 96 mil Km de carreteras en la Amazonía, el 20% de ellos pasando por tierras indígenas y áreas protegidas (Smith).
No es que exista en la región amazónica una posición contra las inversiones, pero sí es necesario reflexionar frente a la falta de planeamiento integral y sostenible de estas inversiones. Para ello, dos ejemplos: Luis Novoa nos presentaba las recientes inundaciones alrededor del Complejo Hidroeléctrico Madeira, que afectan poblaciones locales, producto de la falta de previsión de dichos impactos por el gobierno brasilero. Por otro lado, la carretera Interoceánica Sur catalizaba la actividad minera ilegal alrededor de ésta, potencializando los efectos de la ausencia de Estado y permitiendo la expansión de la contaminación aurífera en Madre de Dios. Y ¿los gobiernos? ¿Las empresas? ¿El BNDES? ¿La CAF? ¿No se hacen responsables de estos impactos indirectos? Más bien se lanzan a nuevos proyectos –la CAF con Inambari- sin aprender lecciones del pasado: sin requerimientos socio-ambientales, aumentando el riesgo de afectar a los futuros peruanos.
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