Rimaypampa • Crisis actual: fracaso del modelo pasará factura a los trabajadores

Dada la magnitud de la crisis actual, es de esperar que los cambios que se están dando en la economía internacional, con pronósticos desfavorables para el futuro y, principalmente, el deterioro del patrón primario exportador de la economía boliviana, generen impactos más severos sobre el mundo del trabajo.

El mundo entero se enfrenta, en un futuro cercano, a la agudización de la crisis mundial. El Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advierten que el 2023 será un año de enormes dificultades. Según el BM y el FMI, el crecimiento del producto interno bruto (PIB) mundial se situaría entre el 1,7% y el 2,8%; empero, esa tasa responderá esencialmente al crecimiento de “economías emergentes” como China, India e Indonesia, que crecerían en alrededor de 5%, atenuando el efecto del escaso crecimiento de los países industrializados: Estados Unidos entre 0,5%-1,6% y la Zona Euro entre 0%-0,8%.

La situación es tan delicada que, para el BM, la desaceleración podría ser “la antesala de una recesión mundial”. Con un tono más moderado, el FMI preocupado por la inestabilidad financiera, causada por las políticas antiinflacionarias, revisa su pronóstico inicial y sostiene que las perspectivas serán más graves de lo que preveía.

Las amenazas más relevantes que penden sobre la economía internacional son la continuidad del proceso inflacionario, la guerra en Ucrania y el elevado endeudamiento de los Estados.

Inflación y políticas restrictivas amenazan el crecimiento

La inflación y las políticas asumidas para combatirla (elevación de la tasa de interés) están provocando el encarecimiento del crédito y la disminución de inversiones, y en el peor de los casos podrían convertirse en recesivas. En los últimos meses, el encarecimiento del dinero provocó la crisis en el sector tecnológico, arrastrando a la quiebra a varios bancos, provocando una crisis financiera.

La agudización de la guerra entre Rusia y Ucrania, que amenaza con expandirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e inclusive involucrar a la China, puede provocar un mayor deterioro por la crisis energética y la elevación de precios. Los efectos de la guerra repercutirían en el mundo entero, alterando la producción, el comercio, la distribución y los precios de las materias primas y alimentos, en una escala mucho mayor a la registrada en 2022.

Además, a raíz de la crisis del COVID y de la recesión posterior, los gobiernos expandieron su gasto, creando subsidios de todo tipo. Ahora, muchos Estados, especialmente los más pobres, enfrentan elevadas deudas externas e internas, que disminuyen su capacidad para enfrentar una eventual recesión.

Economía latinoamericana se deterioró en 2022

En América Latina, los pronósticos de crecimiento, entre 1,3% y 1,6% para 2023, reflejan también un deterioro mayor al del PIB mundial. El crecimiento de 2021 fue apenas un “rebote”, después de la severa recesión del 2020 agravada por la pandemia del COVID. Por ello, se prevé que la actividad económica converja hacia el estancamiento: una tasa cercana a cero, como ocurrió en 2019.

En 2022, sufrió el deterioro de su balanza externa: enfrentando déficit comercial y de servicios, por el incremento de los precios de las importaciones que fue mayor al de las exportaciones (deterioro de los términos de intercambio) y por el incremento de los costos de los servicios de comercio internacional. El ingreso de capitales también disminuyó por la caída de inversiones de cartera y de la Inversión Extranjera Directa (IED), contrastando con el incremento de las salidas de rentas de capital; asimismo, se produjo la disminución de la colocación de bonos soberanos, por efecto del deterioro de la calificación de riesgo de los países.

Así, la estabilidad financiera de la región se torna vulnerable, por la disminución de flujos del exterior y el incremento de las obligaciones con sus acreedores, generando presiones sobre sus reservas internacionales y sobre sus monedas.

Todo recala en detrimento del trabajo

La situación mundial del trabajo en 2022 mostró señales preocupantes. Aunque el desempleo habría bajado de 235 millones de personas desocupadas en 2020 a 205 millones en 2022, la proyección para 2023 es que vuelva a subir hasta los 208,2 millones; asimismo la tasa de ocupación podría volver a caer en 2023[1]. Además, según la OIT, la recuperación del empleo se dio gracias al incremento del empleo informal y el trabajo temporal, que, junto con el aumento del trabajo a distancia, significaron factores de deterioro de las condiciones de trabajo.

Las perspectivas para América Latina y el Caribe van en el mismo sentido: el desempleo de 2022 de 7%, que mostraba una mejoría notable desde el 10,2% registrado en 2020, e inclusive respecto al 8% de la prepandemia, se estancaría en los próximos años; la tasa de ocupación de 58% para 2022, recuperada desde el 53% de 2019, podría volver a caer en 2023. La CEPAL señala que la recuperación del empleo se basó también en el incremento de la informalidad[2], o sea que no hubo recuperación de los puestos de trabajo formales perdidos durante la pandemia.

La aceleración de la inflación, especialmente por la elevación de precios de los alimentos, ocasionó la caída de los ingresos. Las políticas antiinflacionarias no lograron una recuperación de los salarios, porque también afectaron la oferta de puestos de trabajo al reducir la inversión. En los países en desarrollo, como la recuperación se basó en el aumento del trabajo informal, los ingresos laborales siguieron disminuyendo respecto a sus niveles prepandémicos[3]. Así, aun cuando los trabajadores estuvieron sometidos a un mayor esfuerzo para “recuperar” la economía, siguieron viendo el deterioro de sus condiciones laborales.

Bolivia siente los embates de la crisis capitalista

En el caso de Bolivia, la actual situación de la economía es también de una caída en el nivel de crecimiento de un 6,1% en 2021 a sólo 4% en 2022 y con pronósticos de una tasa todavía más reducida para 2023: el FMI proyecta un 1,8%, menor al 3,2% que pronosticaba en octubre pasado.

El déficit fiscal de -7,2% de 2022, por novena vez consecutiva, ratifica una tendencia consolidada. La causa más importante fue el incremento de la subvención de carburantes por 1.500 millones de dólares, que contrasta con la menor producción y exportación de gas natural, principal fuente de financiamiento fiscal. Esto refleja la persistente debilidad estatal para financiar sus actividades: la inversión pública programada de 5.015 millones de dólares se ejecutó en 52%, es decir 2.634 millones de dólares, monto mucho menor que el de 2021.

La tasa de inflación, soportada por un tipo de cambio fijo desde hace más de una década y gracias a la subvención de combustibles y alimentos, ha subido de 0,9% en 2021 a 3,12% en 2022, lo que revela el efecto de fenómenos internacionales proyectados sobre una economía rentista altamente dependiente de importaciones.

Entre 2021 y 2022, se produjo una reducción del superávit comercial de 1.462 millones de dólares a 626 millones de dólares, que afectó notablemente los ingresos fiscales. La causa ha sido una combinación del incremento de la importación de combustibles (94%) que alcanzó los 4.365 millones de dólares, y un crecimiento menor (31%) de las exportaciones de gas que sumaron 3.088 millones de dólares, a pesar del alza registrada en su precio. En otras palabras, el incremento de la importación de carburantes no pudo ser cubierto por la exportación de gas natural, por la enorme caída de la producción de los campos en agotamiento.

En el plano externo, el país ha soportado, además, la elevación de los servicios de comercio exterior y un incremento en la salida de utilidades de empresas extranjeras que operan en el país; al mismo tiempo, se ha producido una disminución de la inversión directa neta y una cifra muy baja de ingresos, bajo la forma de pasivos de inversión, por emisión de bonos soberanos. La emisión de 850 millones de dólares, sobre una oferta de 2.000 millones, expresa el deterioro de la calificación del riesgo país: no hay interesados en la compra de bonos del Estado boliviano y los tenedores de los anteriores bonos hacen una recompra de una parte de la nueva emisión, pero exigiendo una tasa de interés más elevada. Únicamente el flujo positivo de remesas de trabajadores bolivianos en el exterior, que alcanzó un monto récord de 1.437 millones de dólares en 2022, atenúa la situación de deterioro de las cuentas externas.

Todo esto se refleja en el deterioro de la calificación de riesgo-país: en marzo de este año, esa calificación alcanzó los 1.000 puntos, en términos del indicador EMBI de JP Morgan; es decir, el interés de la deuda soberana boliviana es mayor que la tasa de los bonos estadounidenses en 10% adicional[4]. Asimismo, las calificaciones emitidas por otras calificadoras internacionales marcan, coincidentemente, la misma tendencia a la baja.

La debilidad de la economía para generar el financiamiento necesario para afrontar la elevada dependencia de las importaciones y el creciente costo de amortización de la deuda ejercen una mayor presión sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN), que han disminuido aceleradamente desde un monto de 15.084 millones de dólares para 2014, hasta los 3.796 millones de dólares para fines de 2022. Aunque el gobierno oculta la información sobre las RIN, se puede suponer que su fracción denominada en divisas (dólares) y en Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, prácticamente se habría agotado en lo que va del año, por lo que el gobierno busca desesperadamente, aprobar una ley que le autorice la venta inmediata de las reservas de oro.

Las causas de esa disminución residen en la dificultad para acrecentar la cantidad de divisas proveniente de las exportaciones, por la caída radical de la producción de gas natural, que ahora es insuficiente para cubrir el incremento de las importaciones de carburantes y de bienes de capital para la inversión pública. Esta situación obliga al gobierno a buscar fuentes de divisas, como el incremento de la deuda con organismos internacionales o la venta de las reservas en oro, que parecen ser las únicas alternativas inmediatas que considera. Así, se enfrenta al dilema de mantener el tipo de cambio fijo y que continúe la disminución de las reservas, o de devaluar y enfrentarse a una conmoción social y política. Por ello, también, intenta aprobar medidas orientadas a la represión de las protestas y busca acelerar reformas para el ingreso de inversiones extranjeras en la explotación de recursos naturales, como litio, hierro, plata e hidrocarburos, principalmente, para que provean de rentas al fisco.

Los platos rotos los pagan los trabajadores

Como la economía nacional sigue caracterizándose por la escasa industrialización, la predominancia de la explotación primaria de recursos naturales para la exportación, la baja productividad de la agricultura tradicional y una extensa economía mercantil dominada por el comercio y los servicios personales, el mercado laboral está dominado por el empleo informal, es decir, la utilización de la fuerza de trabajo en precarias unidades económicas semiempresariales y familiares.

Por ello, la crisis internacional de 2008, que no detuvo el ciclo de alza de precios internacionales, no alcanzó ribetes muy elevados en el país; no se tradujo en cambios muy marcados en el desempleo o en los ingresos. La enorme y creciente informalidad del mercado laboral actuó como amortiguador de muchos indicadores convencionales, oscureciendo la verdadera situación de los trabajadores: la baja tasa de desocupación oculta la presencia de una elevada y creciente subutilización de la fuerza de trabajo (desempleo disfrazado) y la creciente inestabilidad del empleo formal.

Contrariamente, en el período posterior, a partir de 2015, la disminución de los precios de los hidrocarburos y minerales que mostraba el fin del ciclo de precios en alza afectó la capacidad de gasto/consumo del sector público y provocó la acelerada disminución de las reservas internacionales y el incremento del endeudamiento público, traduciéndose en efectos en el empleo formal: la tasa de desempleo que había bajado hasta su nivel más bajo de 3,5% en 2014 empezó a subir en los años subsiguientes, llegando a duplicarse en 2021; se produjo, también, la reducción relativa del trabajo asalariado y la disminución relativa de la ocupación en sectores productivos. En el caso de los ingresos laborales, desde 2015 se produjo una caída de la remuneración real[5] de los asalariados, cambiando la tendencia mostrada entre 2006-2014 por la remuneración de obreros y ralentizando el incremento de la remuneración de los empleados, también en relación a 2006-2014.

Consecuentemente, tampoco los beneficios de la larga bonanza de precios —en ausencia de una burguesía industrial reemplazada, más bien, por grupos sociales rentistas— se tradujeron en la modernización de las relaciones de producción, ni en la mejora de las condiciones de trabajo de la población trabajadora.

Podemos decir, entonces, que la volatilidad de los mercados de commodities se proyectó sobre la economía nacional por la vía de la reducción de la capacidad financiera del Estado y, principalmente, de las dificultades para financiar las importaciones, imprescindibles para la provisión de insumos y bienes de consumo de todo tipo. Aunque algunos de los sectores socioeconómicos legales e ilegales han visto crecer sus ganancias y han podido acumular capitales, la mayoría ha sido afectada por la creciente desestructuración del aparato productivo derivada del rentismo —que refuerza la dependencia de los intereses del capital extranjero y abandona el objetivo de construir el mercado interno—, dando lugar al incremento de la desigualdad.

Entonces, podemos colegir que, dada la magnitud de la crisis actual, es de esperar que los cambios que se están dando en la economía internacional, con pronósticos desfavorables para el futuro y, principalmente, el fracaso del modelo —basado en la generación de rentas excepcionales por la explotación de recursos naturales y la percepción de enormes ingresos por parte del Estado boliviano— generen impactos más severos sobre el mundo del trabajo.

Probablemente, los impactos sobre las condiciones de trabajo y de vida de la población provengan del incremento de precios en el mercado interno, derivado de: las dificultades para acceder a las divisas por parte de los importadores, amén de los impactos de la inflación internacional, y de la solapada modificación del tipo de cambio en muchas transacciones, reflejada en la emergencia de un “mercado negro” de divisas extranjeras que está empezando a afectar, por ejemplo, la venta de inmuebles y electrodomésticos[6]. Ambos fenómenos tienen su origen en las “señales” erradas emitidas por las medidas del gobierno, como el anuncio de la compra de dólares a exportadores con un precio mayor al oficial[7], el ocultamiento de información sobre el uso de DEG del FMI[8] y sobre el estado de las RIN[9], el anuncio de venta intermitente en ventanillas del Banco Central de Bolivia (BCB)[10] e incluso, las referencias a la especulación de divisas por parte de algunos exportadores[11], que provocan, inevitablemente, expectativas negativas en el imaginario popular.

Asimismo, como está probado, la recuperación de la caída de las ganancias de las empresas y/o los ajustes fiscales que pueden provenir de una mayor inestabilidad económica, podrían traducirse en la disminución del empleo —como ocurrió con la pandemia del COVID— o la reducción de ingresos de los asalariados del sector formal. En el caso del enorme sector informal, el impacto puede ser heterogéneo, generando beneficios extraordinarios a sectores con capacidad de modificar sus ingresos o reduciendo las posibilidades de actividad en sectores dedicados al comercio minorista o los servicios personales, a causa del deterioro de la demanda interna.

[1] OIT, Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Data Finder, 2023.

[2] CEPAL, Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe. 2022, Santiago: Naciones Unidas, 2023.

[3] OIT, Observatorio de la OIT sobre el mundo del trabajo. Décima edición, octubre de 2022. En: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/briefingnote/wcms_859264.pdf

[4] Juan Pablo Álvarez, “Riesgo país de Bolivia supera 1.000 puntos y agudiza la tensión por las reservas”, Bloomberg, 15/03/2023. En: https://www.bloomberglinea.com/2023/03/15/riesgo-pais-de-bolivia-supera-1000-puntos-y-agudiza-la-tension-por-las-reservas/

[5] La remuneración total es la suma del salario básico, bonos, pago por horas extraordinarias y otros pagos corrientes.

[6] Manuel Filomeno, “Vendedores de electrónicos de la Huyustus empiezan a cobrar en dólares y al tipo de cambio callejero”, Página Siete, 29/03/2023. En: https://www.paginasiete.bo/economia/vendedores-de-electronicos-de-la-huyustus-empiezan-a-cobrar-en-dolares-y-al-tipo-de-cambio-callejero-IK6972930Página Siete, “Escasez afecta a los importadores y el dólar negro empapa el comercio”, 30/03/2023. En: https://www.paginasiete.bo/economia/escasez-afecta-a-los-importadores-y-el-dolar-negro-empapa-el-comercio-FF6997135.

[7] ANF, “BCB ofrece a exportadores comprarles dólares a 0,09 centavos más que el cambio oficial”, 09/02/2023. En: https://www.noticiasfides.com/economia/bcb-ofrece-a-exportadores-comprarles-dolares-a-009-centavos-mas-que-el-cambio-oficial-420700.

[8] Los Tiempos, “Gobierno admite que utilizó los derechos especiales de giro del FMI”, 15/03/2023. En: https://www.lostiempos.com/actualidad/economia/20230315/gobierno-admite-que-utilizo-derechos-especiales-giro-del-fmi.

[9] ANF, “Banco Central no publica el reporte semanal de las Reservas Internacionales desde febrero”, 22/03/2023. En: https://www.noticiasfides.com/economia/observan-que-el-banco-central-no-publique-el-reporte-semanal-de-las-reservas-internacionales-desde-febrero-421573.

[10] Manuel Filomeno, “BCB programa con fichas la venta de dólares hasta mayo y dice que solo ‘optimiza los tiempos’”, Página Siete, 28/03/2023. En: https://www.paginasiete.bo/economia/bcb-programa-con-fichas-la-venta-de-dolares-hasta-mayo-y-dice-que-solo-optimiza-los-tiempos-YK6972032.

[11] Los Tiempos, “BCB dice que exportadores no ingresan dólares al país y advierte con controles”, 13/03/2023. En: https://www.lostiempos.com/actualidad/pais/20230313/bcb-dice-que-exportadores-no-ingresan-dolares-al-pais-advierte-controles.

El presente artículo es parte del Alerta Laboral, edición 91

Carlos Arze es investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario – CEDLA

Fuente: https://rimaypampa.org/opinion/carlos-arze-crisis-actual-fracaso-del-modelo-pasara-factura-a-los-trabajadores/