Alerta Laboral – Barrenderas: un trabajo silencioso

En su mayoría, las trabajadoras de aseo urbano de la ciudad de La Paz mantienen a sus familias que, en varios casos, están compuestas por hasta tres generaciones: ellas, sus hijas, hijos y sus nietos. Su búsqueda de estabilidad económica hace que continúen en este trabajo a pesar del desgaste físico, el maltrato y los prejuicios de muchos ciudadanos respecto a su labor.

CEDLA / Alerta Laboral

Estamos acostumbrados a verlas en las calles de la ciudad con sus overoles verdes, sus sombreros y sus guantes; una bolsa en una mano y su charro (escoba de paja) en la otra. Las trabajadoras de aseo urbano en la ciudad de La Paz cumplen un trabajo silencioso, constante y de una importancia indispensable para las y los ciudadanos paceños, pero más aún para sus familias porque, en la mayoría de los casos, se constituyen en el principal sostén económico de sus hogares.

Al ser una fuente laboral accesible, ya que solo deben presentar sus documentos de identidad y no se les pide formación previa, muchas mujeres no encuentran otra opción más que ser trabajadoras de aseo urbano. Hasta el 2020, el equipo de limpieza de las barrenderas estaba compuesto por 342 mujeres, equivalente al 42% de los 800 trabajadores de la empresa encargada del aseo urbano.

Algunas se dedican a esta labor desde hace varias décadas y se puede observar a varias generaciones en este trabajo. Las mayores llegaron del campo a la ciudad sin terminar sus estudios escolares y las generaciones más jóvenes, en su mayoría, lograron finalizar el bachillerato.

Jornada de trabajo

La labor de las trabajadoras de limpieza se organiza en rutas diarias, interdiarias y nocturnas, estas últimas se deben realizar dos veces al mes. En las rutas diarias, las jornadas de trabajo comienzan a las 05:30 y a las 07:30, y terminan a las 13:30 y a las 15:30, respectivamente. En las rutas nocturnas, el trabajo inicia a las 21:00 y termina a las 03:00 de la mañana. También existen casos especiales donde su labor es requerida para limpiar la ciudad, por ejemplo, después de actos públicos.

De acuerdo a estas rutas, cada barrendera recorre aproximadamente 4 km por ruta al día, con un promedio de 960 km recorridos al año. Al mes, recolectan 360 kg de basura cada una. En total, trabajan 2.080 horas anuales.

Su labor conlleva varios riesgos, como la afectación de su salud o sufrir agresiones o asaltos, sobre todo en los recorridos nocturnos. Sumado a los grandes prejuicios de una parte de la población que no solo no respetan su labor, sino que la menosprecian. A lo que ellas replican: “por algo se te paga”, frase que se repite en muchas entrevistas, y que pareciera expresar el valor social de su ocupación.

Sustento económico de sus familias

Eugenia, de 54 años de edad, trabaja hace 13 años como barrendera. Al igual que muchas, es el sustento económico de su hogar y a la vez se encarga del trabajo doméstico y de cuidado cuando termina su jornada laboral: “Llego a mi casa, me siento un ratito y después tengo que trabajar para mis hijos. Hay que cocinar, lavar. Nuevamente trabajo”.

En su mayoría, las mujeres barrenderas mantienen a sus familias que, en varios casos, están compuestas por hasta tres generaciones: ellas, sus hijas, hijos y sus nietos. Su búsqueda de estabilidad económica hace que continúen en este trabajo a pesar del desgaste físico, el maltrato y los prejuicios de muchos ciudadanos respecto a su labor.

“(…) yo tengo que trabajar duro. Tengo que ver de dónde pagar el alquiler, luz, el agua, la comida, los estudios”, señala Juana, también de 54 años de edad, quien es barrendera hace aproximadamente ocho años. Cuando le preguntan sobre su jubilación responde: “Todavía falta harto, todavía voy a tener que trabajar, tengo que llevar adelante a mis nietos y ver que mi hija estudie. No me puedo imaginar no trabajar”.

“Tengo mis hijos, tengo que ver cómo seguir recaudando. Tendré que buscar otro trabajo, algo más tranquilo sobre todo para mis pies”, comenta Eugenia, cuando le preguntan por el mismo tema.

El arte: un medio para visibilizar la realidad de las trabajadoras de limpieza

Los elementos presentados en este artículo fueron planteados en un estudio realizado entre 2019 y 2020 por la artista plástica Dayme Paymal; en un intento de “visibilizar y descubrir la individualidad de las mujeres barrenderas mediante el género pictórico del retrato como acto estético de la belleza humana”. En este proyecto, ella acompañó a varias trabajadoras de limpieza en sus labores diarias para conocer cómo es su cotidiano en el trabajo y en sus hogares.

Para la joven artista, este estudio y su posterior puesta en escena, con la creación de retratos pintados a partir de las historias de vida de las mujeres barrenderas, logró visibilizar y descubrir ante la sociedad el proceso de transformación individual y social en esta labor, así como sus vidas, sus sueños, sus aspiraciones y su rol como madres, abuelas y trabajadoras.

Las entrevistas realizadas por Paymal dan cuenta del arduo trabajo que realizan muchas mujeres barrenderas. En esa línea, el estudio evidencia que, sin importar lo exigente de su trabajo, muchas se encargan solas de las tareas del hogar y piensan cómo, más adelante, generarán sus ingresos; siempre con la esperanza de que sus familias puedan disfrutar de un futuro en mejores condiciones.

 

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