Racismo en Cuba: el debate sale a la luz

IPS

Lunes, 13 de Febrero de 2012

¿Persiste el racismo entre la sociedad actual cubana? ¿Cuáles son los grupos más afectados por este tipo de discriminación?

Daysi Rubiera: Si hablamos del racismo antinegro, tristemente hay que aceptar su existencia. Aunque en una sociedad como la nuestra, constituye una realidad dolorosa, que ha estado ligada indisolublemente a nuestra historia. Este problema se manifiesta en todos los ámbitos de la vida cubana. Aunque la población negra es muy afectada, la mestiza no está exenta.

Hany Valdés Díaz: Las razas son consideradas construcciones sociales que marcan o agrupan características determinadas de los seres humanos en relación a otros grupos, cuyas especificidades están estrechamente vinculadas a factores como el área geográfica y sus particularidades históricas y culturales.

Estas construcciones, que cambian a lo largo del tiempo y el lugar, son de importancia crucial para el análisis del caso cubano, donde el mestizaje se convierte en denominación por excelencia y el racismo antinegro fue utilizado para legitimar el poder colonial y sostener la esclavitud.

En la actualidad, las relaciones raciales conforman complejas redes de manifestación en diversos ámbitos de la vida social, tanto ideológicas como sicológicas, dentro de espacios privados y públicos.

La escasa movilidad social de las poblaciones negras y mestizas es un aspecto esencial, porque las causas de esta situación se relacionan con la influencia histórica del racismo y sus expresiones contemporáneas. Justo en esta realidad se hace más evidente la reproducción del racismo hoy en Cuba.

Jesús Guanche: Para nadie es secreto que el racismo persiste, pero no de manera estructural como en determinados países, que tratan de exportarlo a nuestro contexto -me refiero a los vecinos más cercanos del norte-. Se aprecia en el entramado social de manera diversa y multidireccional, se observa como prejuicio racial, que es una manifestación específica del racismo y se constata en actos declarados, opiniones y sentimientos, aunque no siempre publicados.

El racismo y la discriminación racial son ilegales en Cuba, pero algo más de medio siglo de Revolución (la Revolución Cubana de 1959) no bastan para eliminar la pesada carga de un flagelo identificado como el mito más perverso de la humanidad. Si bien las “razas” en la especie humana no existen, si existen con una fuerza indeleble las desigualdades sociales y los criterios clasificatorios derivados de esas desigualdades.

Los estudios más recientes muestran, por ejemplo, el racismo y la ignorancia en el ámbito turístico y vale denunciar ese engendro reciente de publicidad banal denominada “Auténtica Cuba” (campaña publicitaria sobre el Destino Cuba, auspiciada por entidades como el Ministerio del Turismo). Anti-ejemplos como ese deben avergonzar a cualquier cubano con un mínimo de dignidad por su cultura.

En el país, los grupos más vulnerables son mayoritariamente personas negras y mulatas. Aunque no solo ellas lo padecen, que ya llevan más de un decenio viviendo en condiciones de marginalidad, también los migrantes internos de las provincias más orientales asentados en gran parte de las tramas urbanas de las ciudades y no solo de La Habana.

Desde la Loma de la Cruz, en Holguín, por ejemplo, se puede ver el indeseable paisaje de los “llega y pon” (asentamientos periféricos ilegales, en condiciones insalubres). Esa sería una oportunidad para la autoconstrucción duradera promovida desde lo local y no para la expulsión.

En el Valle de Yumurí, en Matanzas, se encuentra también un panorama semejante. Lo que pudiera ser valorado culturalmente como Patrimonio natural de la nación, se convierte en un nicho de acogida de muchos migrantes internos que no han encontrado otros espacios de residencia.

 

 

Mayra Espina: Mi respuesta categórica es que sí. Este problema se encuentra en muchas sociedades, pero sobre todo permanece en aquellas, dentro del entorno latinoamericano, donde hubo esclavitud y dejó una huella demasiado profunda.

Por su parte, la sociedad cubana no ha avanzado lo suficiente, ni a la velocidad necesaria, para superar esa marca. Aunque no se puede decir que no se ha hecho nada. La sociedad cubana del socialismo (a partir de la Revolución Cubana de 1959) hizo y hace muchísimo por superar el racismo. Pero falta todavía por hacer algunas cosas.

Las poblaciones negras y mestizas continúan en clara desventaja. Por ejemplo, los estudios del Instituto de Investigaciones Económicas del Ministerio de Economía y Planificación sobre pobreza, realizados a mediados de los años 90 del siglo XX y en el 2000, encontraron que están sobre representados los negros y mestizos entre los grupos de pobreza urbana, donde se concentra alrededor de un 20 por ciento de la población nacional. Es decir, los bajos y pobres ingresos se concentran más en negros y mestizos, junto a mujeres, ancianos y en algunos territorios, sobre todo del oriente del país.

De acuerdo con estudios realizados, en el caso de salud y educación no hay diferencias significativas. Aunque algunas investigaciones de instituciones como el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (Cips) hallaron que la distribución racial se encontraba homogénea, en dependencia de la composición poblacional de cada territorio, en las enseñanzas primaria y secundaria. Sin embargo, los negros y mestizos estaban sobre representados en las escuelas de obreros calificados y los técnicos de nivel medio; y los blancos eran la gran mayoría en los preuniversitarios, sobre todo los vocacionales (escuelas de alto rendimiento académico). Eso indica que las acciones de política social sobre la discriminación y las desventajas raciales hay que empezarlas muy temprano.

 

Por otra parte, en el área de la vivienda, están sobre representados los negros y mestizos entre las peores condiciones habitacionales en el entorno urbano. Y, en estudios del Instituto Cubano de Antropología, se han identificado desventajas entre los no blancos a la hora de acceder a puestos de trabajo bien remunerados como en el turismo, empresas mixtas y cargos de dirección, entre otros; y en la recepción de remesas del exterior.

 

Los grupos más afectados son las personas negras y mestizas. Pero, dentro de ellas, otras condicionantes determinan mayores desventajas como contar con una baja calificación y nivel educativo, ser de origen social obrero y de comunidades de poco desarrollo. Ahí empiezan a articularse fuentes de desigualdad diversa, muy relacionadas con la ubicación socio-clasista.

La impronta del racismo va más allá de los estereotipos y prejuicios, que también se viven. Existe una relación de causalidad recursiva, es decir, los grupos raciales discriminados tienen una situación de desventaja material, la cual alimenta prejuicios y estereotipos. Estos últimos, a su vez, favorecen la permanencia en una situación de desventaja económica.

Hay racismo. No es institucional ni de base legal, porque esas bases fueron destruidas con la Revolución Cubana. Pero, si una persona es racista, lo ejerce. Si está en un espacio de poder, sus decisiones van a estar marcadas por ese prejuicio, aunque no se lo confiese a sí misma. Esa es una forma de racismo muy peligrosa, porque la persona no se siente racista y culpabiliza a la víctima.

Existe hoy un tipo de discurso que a mí me molesta mucho. Algunas personas dicen: “la Revolución les ha dado todo y ellos (negros y mestizos) no han sabido aprovecharlo”. Y yo pienso: “Sí, la Revolución les ha dado todo, pero eso se aprovecha mejor en dependencia del punto de partida de cada quien. Si tu punto de partida está más retrasado, te va a costar más trabajo aprovechar esas oportunidades”. Por lo tanto, hay que hacer algo especial para quien tiene un punto de partida inferior. Por eso me parece tan difícil de eliminar este problema y tan necesario actuar sobre él.

Pablo Rodríguez: Persiste el racismo en la sociedad cubana, pero no el racista. El racismo es una estructura sicológica y práctica, que no se borra de la noche a la mañana. Existe toda una herencia cultural que antecede a la etapa de ruptura que significó en ese sentido la Revolución Cubana de 1959, un período de gran movilidad social y, a mi juicio, de aproximación racial en el país.

El proceso revolucionario rompió muchas fronteras raciales, pero también en su etapa de institucionalización ­sobre todo entre 1970 y 1972 – comenzaron a fundirse viejos prejuicios y estereotipos, con los nuevos cambios en la mentalidad social. Durante las primeras décadas revolucionarias, había una alta proporción de negros y mestizos, que trabajaban como obreros, recibían salarios menores y vivían en las peores condiciones de vivienda. Pero, el nivel de percepción social de ese problema era muy bajo.

Estos rezagos se agudizaron mucho más con el Periodo Especial (crisis económica que comenzó a inicios de los años 90 del siglo XX). Ante la escasez, empezaron a surgir espacios, privilegiados y de ventaja, que compiten con otros, de menos posibilidades. Reaparecieron muchos fenómenos que aparentemente estaban dormidos y se expresan en forma de desigualdades concretas, como la desventaja de negros y mestizos.

Se activaron las redes sociales, de amigos, parentescos, etc., y la herencia histórica. Las clases fueron ocupando posiciones de poder, generalmente aquellas que ya tenían algún capital cultural adelantado. Esta tendencia toma fuerza y visibilidad, y se hacen más evidentes las desproporciones entre los sectores emergentes y no emergentes de la economía. En estos últimos, está sobre-representada la población negra y mestiza.

En la actualidad, la discriminación racial se nota sobre todo en aquellos ámbitos donde la actividad es más competitiva. Se perciben menos donde priman las relaciones y se hacen más cooperativas las actividades.

Por ejemplo, entre los profesionales e intelectuales, se observa con mucha más fuerza el problema, en cuanto a niveles de percepción. Entre los sectores nuevos que aparecen con el reajuste económico, como el turismo y las firmas extranjeras, se ven más las desigualdades. Mientras, entre los obreros de la construcción o industriales, el tipo de trabajo encadena necesariamente en acciones más cooperativas, que competitivas. Cuando se pregunta en este grupo sobre estos problemas, las miradas que devuelven los trabajadores significan: “¿qué está preguntando este tipo?”.

Por otra parte, hay ámbitos donde la población negra domina y no se percibe tanto, como la música. Históricamente ha sido admirada por estos sectores, y hoy constituye un ámbito profesional con grandes posibilidades económicas. En el deporte también hay un alto predominio de población negra, con ventajas monetarias en estos momentos. El balance es más complejo de lo que a veces se imagina.

El grupo de mayor desventaja social en Cuba, indiscutiblemente, es el negro. De hecho, cuando enfrentamos el problema racial aquí e intentamos usar estudiosos estadounidenses no resultan adecuados. Generalmente no distinguen entre negros y mestizos. Para ellos una gota de sangre negra hace negro al individuo. Sin embargo, la posición del mestizo, históricamente en Cuba, ha sido distinta a la posición del blanco y del negro.

La mayor carga de estereotipos peyorativos cae sobre el negro, y en especial sobre la mujer negra, por su condición de mujer y negra. La cuestión racial y de género tiene casos muy particulares.

Ahora voy a terminar un estudio sobre un “llega y pon” (asentamientos periféricos ilegales, en condiciones insalubres), donde la población predominante es negra y mestiza. Hay una categoría llamada endogamia, que consiste en los matrimonios producidos dentro de un mismo grupo. En Cuba, generalmente se presenta una endogamia blanca, una negra y una mestiza, independientemente de la mezcla racial ­muy fuerte en el país. En este caso, la endogamia entre los blancos se rompe: los matrimonios son preferiblemente con negros ­los económicamente más activos en este asentamiento- y mínimas las uniones entre blancos. El ser blanco dentro de esta comunidad (con un alto estado de ilegalidad y marginación) no es una ventaja y los matrimonios hacia el exterior están prácticamente prohibidos por la discriminación que sufren al ser orientales y pobres.

Roberto Zurbano: El racismo en la sociedad cubana no solamente pervive, sino que ha surgido un nuevo tipo. Hemos heredado este problema de la colonia y la república capitalista, pero hemos producido nuestro propio tipo de “racismo socialista” en los últimos tiempos.

Este último tiene mucho de paternalista, porque quiere no serlo pero se descubre al aludir a una serie de pretextos y prejuicios racistas del mundo. Hay una cantidad de frases comunes y comodines que expresan ese paternalismo a través de la idea de que las poblaciones negras no aprovecharon suficientemente el legado de la Revolución Cubana de 1959. Al pensar eso, se olvida y se obvian las desventajas históricas en que los negros llegan a la Revolución.

Justo el desconocimiento de esas desventajas y la falta de propuestas para eliminarlas entre los grupos negros y mestizos, creó un gran hueco y un atraso en el discurso emancipatorio del país, que sí focalizó las necesidades de otros sectores como los campesinos, las mujeres y jóvenes. Desde finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX, aparecieron signos de que la mirada oficial a las razas y las etnias no ayudaba a que en Cuba se estudiara el problema.

Muchos factores afectaron eso que el etnólogo Fernando Ortiz llamó el modo de integración de negros y blancos cubanos. Ahí se perdió la perspectiva realmente de discusión y debate nacional sobre este fenómeno, y la necesidad de investigar este asunto. Tuvo un peso la influencia de la etnografía soviética y su forma limitada de ver estos fenómenos.

En los años 80, ya es posible darse cuenta de determinados espacios para gestos y acciones racistas como las universidades y las escuelas vocacionales, que empezaban a jerarquizarse demasiado: prácticamente todo el alumnado eran hijos de profesionales blancos y de la ciudad. Con la crisis económica de los 90, todos esos prejuicios se hicieron palpables.

El racismo se manifiesta hoy en muchos aspectos de la realidad cubana, desde las escuelas o los círculos infantiles donde se hacen chistes racistas con los niñitos, hasta en la televisión, donde el tratamiento de la figura del negro sigue siendo estereotipado. No ha existido un debate social que inhiba esas propuestas racistas, xenofóbicas y excluyentes, dentro de la cultura cubana.

Hay un modo muy oportunista del mercado a la hora de alimentarse de las culturas negras o productos negros, como la religión afrocubana o la rumba. Se comercializa una imagen exótica de esta cultura, en todos los hoteles hay una peña de rumba y mucha gente “se hace santo” (rito de la religión yoruba) hoy en Cuba. Sin embargo, eso no significa una mayor convivencia e integración entre cubanos: hay muchas casas de santos que son solamente para gente blanca con dinero, y otras casas que no lo son.

La mayor desventaja social está en los negros, mestizos y los “jabaos” (nombre popular a un tipo de mestizo, de piel más clara), que siempre aprovechan esa “blancura” para parecer blancos.  Prevalece la idea de que pueden tener éxito aquellos que parecen blancos dentro de un grupo de negros y mestizos.

Las familias negras son las que menos remesas reciben: la mayoría de la gente que salió de Cuba en las sucesivas migraciones, la de los años 60, 80 y los 90 del siglo XX, fue blanca. Esas diferencias económicas estás marcando la vida cotidiana de Cuba. Hay una mayoría blanca, con recursos y capital, que pueden entrar en el sector privado, donde se concentran los mayores ingresos.

Estos grupos raciales viven una desventaja histórica y una de presente, que se va a mantener en el futuro, por lo menos en los próximos años.

Sandra Álvarez: El racismo persiste y la discriminación racial también. El primero, como ideología, se encuentra en pensamientos de muchas personas en la actualidad. Por ejemplo, está presente cuando se explica que la gente negra no puede practicar ballet a causa de tener de los pies de determinada forma.

La discriminación racial es el acto en sí mismo, relacionado con los estereotipos, prejuicios y las creencias que colocan a unos seres humanos del lado positivo y otros en el negativo, atendiendo a su raza. Está presente en la vida cotidiana, sobre todo en la educación y la cultura -entendiéndola como todos los resultados de la vida.

Entre los grupos más afectados, están las mujeres negras. Ellas, por lo general, tienen menos nivel educacional, ingresos más bajos y recaen sobre sus hombros asuntos muy primordiales como la reproducción, el mantenimiento del hogar y la educación de la familia.

Además, las mujeres negras no han podido encontrar en los hombres negros los aliados que esperan. De eso tengo evidencias rotundas y no me queda ninguna duda. Por ejemplo, dentro del activismo social por la no discriminación racial, la mayoría de los hombres negros hablan por ellos, mientras que las mujeres negras hablan por ellas y por ellos.

Tato Quiñones: El racismo está unido íntimamente a la carne y la piel de la nacionalidad cubana. Es un fenómeno cultural consustancial con la nación cubana desde su fundación y estuvo causado por la esclavitud.

A nuestra vista, el esclavista era blanco y el esclavizado, negro, que implicaba un conflicto de clase y a la vez racial. No es posible esclavizar a una persona sin devaluarla y concebirla como inferior, salvaje, bárbara y cruel. Ese concepto que se formó sobre el africano y sus descendientes constituyó después la base del racismo. También, como fenómeno cultural tiene un origen económico.

Este prejuicio sobrevive en la mentalidad, el pensamiento y el modo de ver la vida de las personas. Resulta necesario explicar que el racismo y el prejuicio tiene una expresión en la realidad: la discriminación racial.

La crisis económica que desde hace 20 años vive el pueblo cubano ha sido realmente devastadora: no hay un área de la realidad nacional que no haya sufrido su impacto. El racismo también tomó otros matices y fuerza en ese contexto de precariedad.

En la actualidad, este problema se manifiesta en diversos ámbitos, pero se hace muy obvio en el mundo de la economía emergente. El surgimiento de una economía vinculada a la moneda libremente convertible, las inversiones extranjeras y el turismo, originó un sector en Cuba con mejores ingresos que el resto.

Se hizo muy evidente la ausencia de personas no blancas en los diversos empleos de este ámbito, una constante que se presentaba desde el mundo de los negocios hasta empleados de servicios como los botones y recepcionistas de los hoteles para el turismo internacional.

De hecho, se han dado casos de racismo como el del capitalino Habana Libre. Ese hotel fue remozado y comenzó a trabajar en colaboración con una empresa turística extranjera. Según se dice, la contraparte extranjera planteó que las personas negras no podían trabajar directamente con los turistas porque a los clientes no les gustaba. Y esa medida se adoptó. No quedó un negro portero, recepcionista ni cantinero. Todo eso ocurrió a la vista de las organizaciones sindicales y políticas. Ese es uno de los ejemplos más flagrantes del racismo en esa área, pero no el único.

También, en las universidades, las personas negras son minorías vergonzantes, aunque nadie niegue la entrada por el color de la piel. Esa realidad tiene una razón, una explicación y un por qué relacionado con el prejuicio racial y el racismo, aunque no se ejerza directamente. Se vincula con la pobreza, marginalidad y desventajas sociales que afecta a buena parte de la población no blanca.

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