Energía a debate • Precios del petróleo: tendencias de largo plazo • 04/04/2016

El efecto del “peak demand” de petróleo crudo se vuelve cada vez más evidente y redundará en precios menores a los observados en los últimos cinco años.
JOSÉ PABLO RINKENBACH LIZÁRRAGA*
La pronunciada caída en los precios del petróleo en los meses recientes ha generado una serie de comentarios, análisis y especulaciones acerca de si estos niveles de precio son temporales o si son una nueva realidad de la industria.
A pesar de mi corta edad, he tenido la oportunidad de vivir varias crisis financieras y de tipo de cambio que me dejaron algunas lecciones que se pueden extrapolar a la industria petrolera:
Una de las variables más difíciles e inciertas de pronosticar para un economista es el tipo de cambio. Lo mismo aplica, y de hecho con mayor dificultad, para los precios del petróleo. Los análisis más serios en materia de correlación y causalidad de precios del petróleo vis a vis actividad industrial u otras variables no son concluyentes y, por lo tanto, no permiten inferir con certidumbre niveles futuros de precios.
Desbalances entre la oferta y/o demanda y sobre todo en las expectativas de largo plazo eventualmente conllevan a ajustes severos en la estructura de precios. Esto último es el caso del mercado petrolero, en el cual se registra un incremento importante en la oferta de petróleo por Estados Unidos y Medio Oriente y sobre todo una reducción significativa en las expectativas de crecimiento/demanda de China. Este último país sigue creciendo a tasas marginales decrecientes. Hay que recordar que el 50% de las expectativas de crecimiento de la demanda de hidrocarburos para las siguientes décadas será de los países emergentes, en especial de China y la India.
Mi hipótesis es que el mercado de hidrocarburos ya se transformó estructuralmente y que estamos y estaremos viviendo durante las siguientes décadas un periodo de transición del petróleo hacia el gas como principal fuente de energía. Mientras que el siglo XX fue el siglo del petróleo, el siglo XXI podría convertirse en el siglo del gas. Esto último repercutirá directamente en los precios del aceite a observarse en el largo plazo.
Por el lado de la oferta existen factores encontrados entre sí que afectarán el precio en el largo plazo del aceite. Para todos es sabido que el mal llamado “petróleo fácil”, o petróleo proveniente de yacimientos convencionales, se está agotando y que por ello las empresas del sector deben explotar cada vez con mayor frecuencia yacimientos más lejanos, a mayor profundidad y con mayor complejidad, a mayores costos y con requerimientos de tecnología de punta. Todo lo anterior implica que en el largo plazo el costo total de producción del petróleo sea superior al observado en el pasado. Si bien el mundo tiene aún grandes acumulaciones por extraer de los yacimientos maduros convencionales, esto solo es factible a través del uso de tecnología de recuperación mejorada de alto costo, lo cual a su vez redunda en mayores costos de producción, mismos que a la larga deben reflejarse en los precios.
Si bien la oferta incremental de petróleo proviene en su mayoría del petróleo no convencional y de yacimientos maduros que tienen mayores costos de producción y que presionará los precios al alza, la transición del sector de la economía del aceite al gas incidirá en menores precios.
No obstante que en las últimas décadas se ha comentado bastamente la teoría del “peak oil”, los expertos han concluido que antes de que el mundo llegue a esta situación, enfrentaremos una situación de “peak demand”. Lo anterior se observará principalmente en los países desarrollados, dada la mayor madurez de sus economías, el envejecimiento de sus poblaciones, el uso de automóviles más eficientes en consumo de combustibles, y en Norteamérica y Europa la sustitución de aceite por gas o electricidad como método de calefacción en invierno.
En este sentido, las economías más maduras crecen a menor ritmo y por ende demandan menos energéticos, mientras que poblaciones más adultas utilizan menos los automóviles para desplazarse. Adicionalmente, el mayor consumo de diésel en Europa ha conllevado a un exceso de oferta de gasolina en Europa que es exportado a Norteamérica y que incide en menores niveles de precios del aceite. Hay que recordar que el precio de los hidrocarburos se refleja en el valor de sus productos refinados y en esta medida una oferta expectativa de importaciones excedentes de gasolina en los Estados Unidos incidirá en el precio del aceite.
Por otra parte, históricamente las compañías nacionales (IOCs) eran propietarias de grandes reservas de petróleo, lo cual ya no es un hecho en la actualidad. En las últimas décadas con el mayor rol y control de los Estados y las compañías nacionales (NOCs) en el mercado petrolero, las IOCs apenas controlan entre el 10 y 15% de las reservas mundiales de petróleo. Si bien las IOCs tienen un menor peso, su importancia y ayuda a las NOC´s para la explotación de los campos no convencionales o maduros es crítica, dadas sus competencias de desarrollo, project management, sus tecnologías y su capacidad financiera. A cambio de su ayuda, los Estados les han cedido reservas de gas a las IOC´s y dichas reservas se ha vuelto un activo muy valioso para ellas.
Aunado a lo anterior, la presencia de abundantes reservas de gas shale en Estados Unidos y China (principales mercados de demanda de energéticos a nivel mundial en el presente y en el futuro) que sirvan como suministro estable a la economía para las siguientes décadas, ha conllevado a que la economía se esté reconvirtiendo hacia dicho combustible más que hacia tecnologías denominadas “verdes o renovables”. Con mayor frecuencia vemos plantas de electricidad que se convierten o equipan hacia tecnologías de ciclo combinado y el uso de automóviles con fuentes de abasto de gas comprimido. Cabe destacar que el gas es el combustible fósil más limpio y tiene precios muy competitivos. El incremento sostenido de producción de gas no asociado ha conllevado a que el precio del gas ya se haya desvinculado en la práctica del precio del petróleo.
Si bien en materia de gas existen tres principales mercados regionales (Estados Unidos, Europa y Asia-Pacífico), la alta presencia de gas en los Estados Unidos y el uso masivo del gas natural licuado (LNG) está propiciando la convergencia en materia de precios del gas en los tres mercados. Los puertos de importación de LNG de Estados Unidos están siendo reconvertidos para la exportación del excedente de gas shale a Europa y Asia-Pacífico. En pocos años estaremos hablando de un mercado mundial de gas, donde observaremos con mayor frecuencia precios y transacciones spot. La importancia futura del gas ha llevado incluso a unos analistas a especular acerca de la potencial creación de una “OPEP de gas”.
Finalmente, en los últimos años hemos visto un proceso de upgrade por parte de las refinerías para incrementar su nivel de complejidad y poder producir productos de mayor valor agregado y tratar crudos extrapesados. Este upgrade tendrá un impacto mixto en los precios del aceite. Por un lado, si existe una mayor oferta de capacidad de refinación de crudos pesados, el precio de descuento de éstos será menor y podríamos esperar un incremento en el precio de, por ejemplo, la mezcla mexicana y otras mezclas pesadas. Por otro lado, las nuevas plantas que se están construyendo en China y la India permiten producir hasta un 20% más de gasolina con el mismo nivel de insumo de aceite, lo cual impactará en el largo plazo en una menor demanda y un menor precio del aceite.
En conclusión, tengo la impresión que los factores que afectan la demanda son superiores que aquellos que inciden en la oferta de hidrocarburos y que por lo mismo el efecto del “peak demand” de aceite será cada vez más evidente para los mercados petroleros y esto redundará en precios menores a los observados en los últimos cinco años. No obstante lo anterior, seguiremos observando (al igual que en el pasado) grandes fluctuaciones en el precio del petróleo. Esta es una industria de ciclos de precios y seguirá siendo así en las siguientes décadas, ya que al ser proyectos de desarrollo que toman años su desarrollo, los movimientos en precios tienen que tomar años para mandar las señales necesarias para ajustar los niveles de demanda y oferta, puesto que no existen sustitutos perfectos en el corto plazo.
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