Villazón Business School • Todos empleados
Segun la cifra de desempleo recientemente presentada por el Gobierno. La población ocupada en Bolivia sería del 92,86 por ciento, lo que significa que el desempleo habría llegado tan sólo de 7,14%. Es decir, que de cada 100 personas sólo siete no estarían trabajando. Otro nuevo milagro del New Age Andino con la ayuda de la metodologia de ciertas organizaciones internacionales. El origen del problema está en la forma de la medición de la tasa de desempleo y la definición de lo que se considera empleo.
Para realizar la encuesta de empleo, se considera que la población en edad de trabajar son las personas mayores de 10 años; esto es un reconocimiento de la barbarie que implica el trabajo infantil, especialmente en los países en vías de desarrollo. Además, la encuesta de empleo pregunta a las personas si han trabajado por lo menos cuatro horas en la última semana, de esta manera hasta las guagüitas de pecho podrían responder que sí. En economías pobres como la boliviana, donde existe un sector informal gigantesco, más del 70% de la población sobrevive haciendo algo (especialmente en el comercio y servicios). En realidad, la encuesta insiste llamar empleo a estas estrategias de sobrevivencia. Lo que capta esta metodología es en realidad el subempleo. Según el CEDLA, el subempleo en el país estaría en el orden del 52 por ciento de la población económicamente activa. Es decir más de la mitad de la gente tiene que chanceárselas para poder sobrevivir. Aquí están los voceadores de minibús que trabajan 12 horas, los plomeros que de repente hacen una arreglo por una hora, los comerciantes, los cuentapropistas y muchos más que batallan en este valle de lágrimas. Todo esto no lleva al tema de la calidad del empleo, sobre lo cual las encuestas oficiales no dicen nada. Una buena pega debería abarca múltiples dimensiones. Quiere decir un empleo con un contrato laboral, en el marco de la ley, condiciones adecuadas de trabajo, seguro social de largo plazo, derecho a seguro médico y el ejercicio de los derechos laborales fundamentales.
Ahora bien, si queremos seguir mintiéndonos sobre este tema del empleo, sigamos aplicando este tipo de encuestas que no muestran la realidad y que permiten la tortura política de los datos. Un camino alternativo es realizar estudios más específicos que muestren la dura realidad del subempleo y a partir de ella elaborar políticas públicas que apoyen la generación de empleos dignos.
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