Unitas • Bolivia tiene el Salario Mínimo Nacional más bajo de la región

La Paz, 26 de marzo de 2009.- En  el 2008, el Salario Mínimo Nacional (SMN) apenas llegaba a 63 dólares en Bolivia; siendo  el más bajo de los países de Sudamérica, cinco veces por debajo del que rige en Argentina, más de cuatro veces por debajo del SMN de Chile y casi tres veces  por debajo del SMN de Brasil, para mencionar solamente a los países limítrofes y a dos de nuestros principales socios comerciales, de acuerdo a una investigación realizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) basada en información otorgada por la Universidad de Belgrano, Argentina con referencia a esa gestión.

Esta brecha salarial respecto a otros países de la región ya se presentaba en  el 2006 sin alcanzar la dimensión que tiene el 2008. Otro estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el 2006, mostraba que el SMN era 2,6 veces menor que en la  Argentina; 1,8 veces inferior al de Chile y 1,2 veces menor al de Brasil, lo que permite determinar que el rezago del SMN  en el país está creciendo.

La contención  salarial ha tenido tal  dimensión y permanencia en el tiempo en Bolivia que hacia el 2008 –a pesar de los incrementos verificados en el SMN nominal– no fue posible evitar su deterioro real, en este último año su poder adquisitivo se había reducido en 1,2%.

Salarios en caída

Se puede señalar que, entre el 2000 y el 2008, el SMN real creció apenas en un 1,6%, lo que hace referencia a un mantenimiento precario de su poder adquisitivo en un nivel muy bajo, equivalente a menos de la mitad del costo de una canasta normativa alimentaria (47,3%). De esta manera se evidencia que la determinación del SMN continúa siendo una de las piezas clave para la contención salarial en el país, prueba de ello es que en términos reales el SMN se ubica actualmente por debajo del nivel del 2002.

En la medida en que el salario mínimo es un referente para la fijación de los salarios de los trabajadores menos calificados, eventuales y con contratos atípicos –quienes representan un elevado porcentaje del total–  su monto y evolución inciden en el comportamiento general de los salarios.

El salario medio urbano también es el más bajo

La influencia del SMN en la evolución del salario medio urbano se verifica con la información disponible para el 2005. Por un lado, una comparación regional realizada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) reporta que como sucede con el  SMN,  Bolivia (junto a Ecuador) presenta el salario promedio urbano más bajo de la región; 3,5 veces inferior al de Argentina; 2,4 al de Chile; 1,5 al de Brasil y 1,4 al de Perú.

Hacia el 2008, luego de experimentar una pérdida de su poder adquisitivo equivalente al 3% cada año, el salario promedio urbano llegaba a Bs 1.463 (el equivalente a 200 dólares), de acuerdo al estudio de CEDLA.

El trabajo objeto de mayor explotación

Otro aspecto destacado por este estudio es que la situación de los salarios se deteriora cada vez más en el país por la  forma desproporcionada  en que se reparte la riqueza generada entre el capital y el trabajo.  Es decir que  la parte del ingreso disponible  que queda en manos de los trabajadores asalariados es muy  reducida y ha disminuido  en el transcurso de los últimos años: del 35,0%, registrado el 2000 al 24,6% en el 2007. En cambio, la parte de la que se apropia el capital se mantiene en torno al 50%, expresando el grado al que ha llegado la explotación del trabajo aún en presencia de altas tasas de crecimiento económico como las que se observaron en los últimos años.

A partir de estas tendencias se puede concluir que el comportamiento de  los salarios y, por extensión de otros  ingresos del trabajo en el país, tiene una lógica que responde básicamente a los intereses del capital antes que a garantizar mejores condiciones de vida para los trabajadores.

Es decir que la ofensiva contra el trabajo propiciada por las políticas neoliberales sigue vigente, colocando al salario como una variable central de ajuste para  posibilitar el   mantenimiento y ampliación de los niveles de  rentabilidad, así como la estabilidad de precios.  Esta transferencia de costos,  desde el capital y el Estado hacia el trabajo, se convierte en una constante que lleva a un rezago salarial sin precedentes  y contribuye a elevar  la precariedad laboral  de la mayor parte de  los trabajadores en nuestro país.

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