Sin licencias: la mitad de los trabajadores no tiene este beneficio

La Nación (Argentina). 06 de octubre de 2016

Quienes están en el mercado informal, son autónomos o monotributistas no tienen cobertura cuando nacen sus hijos

Aída Donayre es una mujer boliviana de 32 años que, al llegar a la Argentina, se convirtió en trabajadora hortícola. Vive en La Plata con su marido y sus dos hijos en un terreno que alquilan. Por su situación de precariedad tuvo que trabajar las 32 semanas de embarazo y a los 15 días del parto, volver a sus tareas.

Ella es sólo uno de los rostros de las cifras que muestran que uno de cada dos trabajadores no tiene acceso a las licencias por maternidad o paternidad porque pertenece al mercado informal o al autónomo, según una estimación de Unicef a partir de la Encuesta Permanente de Hogares. Además se observa una gran heterogeneidad en las licencias, que dependen de la categoría laboral de cada trabajador.

Los trabajadores de zonas rurales pertenecen a uno de los universos más vulnerados por la falta de licencias. Horacio, el más pequeño de los hijos de Aída tiene un año y pasó sus primeros meses de vida en la quinta, su lugar de trabajo. Allí se le armó un espacio para que pudiera estar mientras ella hacía sus tareas.

«El embarazo fue muy riesgoso. Los médicos me decían que tenía que hacer reposo absoluto, pero yo no podía hacerlo. Si no trabajaba no entraba dinero a la casa. Horacio nació en pleno verano y ahí es cuando la cosecha da buen resultado. Esperé a poder moverme después de la cesárea y cuando puede hacer los primeros movimientos volví a trabajar a la quinta», relata Aída.

La mujer cuenta que le resultó muy difícil darle de amamantar a su hijo. Al trabajar con la tierra, no podía higienizarse; tenía que alimentarlo bien temprano y esperar hasta el mediodía. Dice: «La gente que conozco trabaja siempre hasta el último día. A la tarde la ves agachada en la tierra y a la mañana siguiente ya está con el bebe en brazos. No tenemos posibilidad de dejar de trabajar ni de contratar a alguien que nos ayudé para dedicar tiempo exclusivo a estar con el bebe».

Desigualdad

La regulación de empleo en Argentina contempla dos tipos de licencias por responsabilidades familiares: por maternidad y por paternidad. Según la ley de contrato de trabajo, las mujeres cuentan con 90 días y los hombres solo pueden tomarse dos. Por otro lado, las licencias familiares son prácticamente inexistentes en el país.

Además, hay una enorme heterogeneidad en la duración de las licencias, que depende de si los trabajadores desempeñan sus actividades en el sector público o privado, en qué sector productivo están insertos y en cuál jurisdicción viven.

«En el tema de la licencia parental, la situación del país es compleja y depende, en gran medida, de iniciativas provinciales que en muchos casos están mejor que la media nacional. Por ejemplo, en Tierra del Fuego la licencia por paternidad es de 15 días y la de maternidad es de 180 días. En ese caso, la madre puede compartir algunos de ellos con el padre», dice Kristen Sobeck, Oficial en Mercados de Trabajo Inclusivos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la Argentina. El organismo internacional establece un piso mínimo por licencia de maternidad de 98 días. Actualmente, la Argentina se encuentra por debajo.

Ante esta problemática, las organizaciones de la sociedad civil Unicef, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Cippec impulsan la sanción de una ley que modifique el régimen de licencias por responsabilidades familiares.

«Nosotros proponemos tratar de generar un piso para las licencias que sea universal y que no dependa de la categoría del mercado ocupacional. Para el caso de las madres, el plazo mínimo debería ser de 98 días. La licencia por paternidad tiene que extenderse a 30 días y además creemos importante crear una licencia familiar de 60 días, que pueda usarse indistintamente por ambos progenitores», dice Gala Díaz Langou, directora del Programa de Protección Social de Cippec.

El estándar mínimo

«En la actualidad las licencias dependen del tipo de empleo y la jurisdicción. Se busca como mínimo que se equipare a los que hoy están excluidos al estándar mínimo de una licencia solventada por la Anses», agrega Natalia Gherardi, directora ejecutiva de ELA.

Monotribustistas, autónomos y personas en informalidad son el gran desafío para esta iniciativa.

«Hay que buscar soluciones innovadoras. Tenemos que reconocer que la mitad de la fuerza laboral está bajo otras modalidades. Los niveles de formalidad están estancados. Hay que mejorar el registro, pero mientras hay que dar más derechos», resalta Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Derechos de Unicef.

Por su parte, la diputada radical Carla Carrizo agrega: «Cuando hablamos de licencias se focaliza en el mercado laboral formal. La agenda pendiente tiene que ver con cómo regular el sector informal. Tenemos que darles soluciones».

Guillermina Stochyk es una odontóloga de 33 años, que pertenece a la categoría de monotributista. Antes de ser mamá, trabajaba en tres consultorios. «En uno de los consultorios pude arreglar que me pagaran algo durante la licencia, en los otros dos no, porque en esos cobraba lo que hacía. No fui, no cobré. Trabajé ocho meses del embarazo. Mi novio que es fotógrafo, también monotributista, tampoco tuvo licencia. Tuvo que seguir trabajando para mantener a la familia. Yo volví a los consultorios a los cuatro meses», cuenta Stochyk.

Ahora que su hija tiene un año, Guillermina no volvió a trabajar lo mismo que antes. «Reconozco que me repercute profesionalmente. No tengo tiempo para hacer cursos y perfeccionarme», destaca.

El estrés de los hijos

En primera instancia, las tres organizaciones buscan facilitar la conciliación de la vida productiva con la reproductiva para potenciar las posibilidades de las mujeres en el mercado laboral. También, se busca un esquema de licencias que apunte a la coparentalidad, lo cual reducirá el estrés del niño en sus primeros meses de vida.

«Los costos de la configuración del esquema de licencias en términos de desarrollo infantil y equidad de género son enormes y están siendo invisibilizados», afirma Díaz Langou.

«El enfoque biologicista de la maternidad que hay en la Argentina afecta a la construcción de la familia. En el mercado laboral la mujer es la más afectada y pierde competitividad. Hay que ir a un enfoque compartido del cuidado, sino el costo de la construcción familiar perjudica a la mujer», dice Carrizo.

Las licencias familiares, hoy inexistentes en nuestro país, también presentan algunas dificultades. Muchos países de Europa avanzaron en estas licencias. La intención es otorgar 60 días para que se tome cualquiera de los dos progenitores. El problema es que en los países donde ya se lo implementó, los días se los tomaba solo la madre. Para que el padre dispusiera de ese tiempo había que ponerle incentivos o cupos. «Hay que trabajar en el consenso social sobre la corresponsabilidad en el cuidado para superar el sesgo maternalista», dice Gherardi.

El desequilibrio entre los progenitores respecto del cuidado, no sólo afecta las posibilidades de inserción laboral de la mujer. «Se generan impactos negativos en los bebes. La presencia del padre contribuye a un mayor desarrollo infantil y a una tasa menor de rechazo de la lactancia porque bajan los niveles de estrés», desarrolla Díaz Langou.

Cambio cultural

Otro grupo muy vulnerado en relación con la falta de acceso a la licencia es el de las trabajadoras de casas particulares. «Muchas no reciben la licencia por maternidad. Ellas no están sindicalizadas porque todavía gran parte no está en blanco. La trabajadora de casa particular tiene un trabajo pesado. Hay cierta explotación. Cuando trabajan con cama ven más tiempo a los hijos de su empleadora que a los propios», relata Natividad Obeso, activista por los derechos de las mujeres migrantes y presidente de la Asociación de Mujeres Unidas, Migrantes y Refugiadas en Argentina (Amumra).

Las fuentes consultadas señalan que si bien la ley de matrimonio igualitario y la de identidad de género fueron un gran avance por los derechos civiles y humanos, todavía falta adaptar otras regulaciones vinculadas a la familia, como las licencias. En la legislación actual no se consideran las licencias para familias diversas o por casos de adopción. Por lo tanto, sería importante equiparar los días otorgados por nacimiento a los otorgados por adopción, de ese modo se contemplarían las situaciones de familias integradas por dos madres o por dos padres.

ELA, Cippec y Unicef se reunieron con legisladores de diferentes arcos políticos y ahora trabajan sobre los múltiples proyectos de ley existentes para buscar un criterio común y unificar las buenas iniciativas. Coinciden en que avanzar en la universalización de las licencias supone no solo esfuerzos fiscales sino también importantes cambios culturales, tanto en la discusión parlamentaria y en la definición de políticas públicas como al interior de los hogares.

Link a la noticia completa aquí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *