Página Siete • Necesidad de formar técnicos • 14/05/2014

Han sido varios los expertos que han mencionado la importancia de la formación técnica en países en expansión económica como Bolivia, donde la demanda de mano de obra se concentra, especialmente, en rubros como la minería, la construcción, la industria, los servicios y otros, y exige un número cada vez mayor de personas que satisfagan los requerimientos de oficios puntuales.

Recientemente, un estudio del CEDLA (Centro de Estudios para el Desarrollo de América Latina), denominado Estudio del Mercado  Laboral en Bolivia 2011 (uno de los más recientes y completos sobre la situación laboral en el país), señala que como consecuencia de la sobreoferta de profesionales con licenciatura, los salarios tienden a bajar y las oportunidades de obtener un empleo disminuyen, lo que genera que los titulados den prioridad a tener y mantener un empleo antes que exigir sueldo más elevado o cualificar su fuente de empleo. Esto es que se exponen  al subempleo en sus diferentes formas.

Otro dato que menciona  el estudio es que de un promedio de 170 mil personas que egresan por año de las universidades públicas y privadas del país, solamente el 50% logra conseguir empleo y más de la mitad de ese porcentaje se ubica en cargos relacionados con su formación académica, mientras que el resto se emplea en funciones que nada tienen que ver con sus estudios.

Un dato más: según encuestas realizadas por el CEDLA en 2011, en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, el 65% de la gente ocupada lo hacía en empleos que no necesitan cualificación. Esta situación se agudiza en el caso de las mujeres, el 73% de ellas consigue empleos que no exigen formación académica sino otros requisitos.

Este panorama permite reflexionar sobre la oferta académica que ofrecen las universidades y los criterios que priman en los estudiantes para la selección de sus carreras. Según la investigación, aunque la oferta de las universidades obedece a la demanda de las familias y los bachilleres, muchas de las carreras están sobresaturadas y con un mercado de trabajo copado, por lo que   es necesario apoyar a las personas para formarse según la demanda.

La necesidad de diversificar y cualificar los espacios de formación técnica es una respuesta a esta situación. Lo otro es empezar a apreciar la formación técnica como un espacio de oportunidades laborales nada desdeñable y no reducir las aspiraciones de formación a las tradicionales carreras universitarias. Solamente así se puede, por un lado, satisfacer el mercado y dejar de fomentar el subempleo y la desvalorización del trabajo profesional.

Este panorama permite reflexionar sobre la oferta académica de las universidades y los criterios que priman en los estudiantes al elegir una carrera.

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