Opinión • Bono demográfico: oportunidad • 15/03/2016
Con el auspicio del UNFPA y de la CAF, se llevó a cabo el 9 de marzo, con gran acierto y pertinencia, el I Encuentro de Líderes Juveniles. El evento contó con la presencia de una veintena de dirigentes juveniles, hombres y mujeres, de varias partes y sectores del país. El Encuentro buscó descifrar, comprender e identificar las oportunidades del bono demográfico. En Bolivia, cada año, la proporción de niños y personas dependientes se reduce, mientras que el porcentaje de la población en edad de trabajar (comprendida entre 19 y 64 años de edad) va aumentando, para representar el 46 por ciento en 1992, el 48 por ciento en 2001 y el 54 por ciento en 2012. La UNFPA establece que este bono durará entre 30 y 40 años. Bolivia es el país más joven de Sudamérica (en comparación con un escaso 26 por ciento de menores de edad en Chile, 29 por ciento en Argentina y 30 por ciento en Brasil).
Este crecimiento de la proporción de población boliviana en edad de trabajar es una coyuntura extraordinaria para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza, arrancar con el crecimiento interno y consolidar bases para un futuro más prometedor y estable. Un mayor número de jóvenes representa un menor gasto público y mayor dinámica productiva. Es una ventana de oportunidad que permite a un país optimizar sus inversiones en la formación de capital humano, orientando sus inversiones sociales y económicas a los y las jóvenes para hacer de Bolivia un país industrializado basado en la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la diversificación.
Este bono impulsa la emergencia de nuevos desafíos para el modelo de desarrollo boliviano porque están germinando nuevas visiones, nuevos imaginarios sociales, culturales y políticos que serán los determinantes del futuro. Si la juventud es la nueva fuerza motriz del desarrollo, ¿qué estamos haciendo para aprovechar esta oportunidad?
El bono demográfico no garantiza automáticas mejoras en las condiciones de vida de una población. Según el reporte del Latinobarómetro 2011, un 13 por ciento de la población en Bolivia pertenecería a la “generación ni-ni”, que ni trabaja ni estudia. No se trata de “vagos” queriendo pasarla bien. El CEDLA apunta que, de los 53.000 bachilleres que egresan cada año, solo el 20 por ciento consigue trabajo, pero sin beneficios sociales y con bajo salario. Así, la “generación ni-ni” es el resultado de que en Bolivia no se realizan inversiones públicas significativas en educación ni salud, y los jóvenes, cada vez más, prefieren acceder a recursos a través de la delincuencia y los trabajos fáciles. Este es el origen de las pandillas.
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