Alerta Laboral 87: La histórica caída del precio del petróleo y su impacto en Bolivia

HIDROCARBUROS

La histórica caída del precio del petróleo y su impacto en Bolivia

La causa de este fenómeno fue la reducción extraordinaria de la demanda por efecto de la crisis del COVID-19 que se sumó a la tendencia verificada ya desde principios de año, conduciendo, consecuentemente, al colapso de la capacidad de almacenamiento en los Estados Unidos ante la imposibilidad de los productores de vender su producción

A diferencia de la época de bonanza que le tocó al régimen de Evo, cuando todas las estrellas se alinearon en su favor, hoy se suman a la caída de las reservas, la producción y las compras de Brasil y Argentina, los efectos de la crisis causada por la pandemia del coronavirus y la caída del precio internacional del petróleo, sobre un sector agotado y expoliado durante la década y media pasada.

Un hecho que destaca en este escenario es la crisis en el mercado del petróleo, cuyas consecuencias afectarán principalmente a los países exportadores de hidrocarburos. A principios de marzo se produjo la ruptura de la alianza entre Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que había permitido, durante los tres últimos años, atenuar la caída del precio del petróleo a través de la disminución de los cupos de producción. La propuesta de un nuevo recorte en los cupos de producción por parte de la OPEP, para enfrentar la tendencia a la baja iniciada en enero y agravada por la contracción de la economía china debido al coronavirus, fue rechazada por Rusia, dando lugar a una “guerra de precios del petróleo”: Arabia Saudita incrementó su producción y ofreció una rebaja de 6 a 8 dólares por barril, con lo que ocasionó una caída de más de 39% en el precio del crudo (Indexmundi 2020) y provocó una caída de los índices bursátiles como el Dow Jones que se redujo en 7,79% el 9 de marzo.

Pero la sorpresa mayor se dio el 21 de abril, cuando se produjo la caída histórica del precio del barril de petróleo del WTI, desde 18 dólares al comenzar la jornada hasta niveles negativos de -37,63 dólares para el final de la misma.

La causa de este fenómeno fue la reducción extraordinaria de la demanda por efecto de la crisis del COVID-19 que se sumó a la tendencia verificada ya desde principios de año , conduciendo, consecuentemente, al colapso de la capacidad de almacenamiento en los Estados Unidos ante la imposibilidad de los productores de vender su producción; un fenómeno que sería previsible en todo el mundo (Rystad Energy citado por BBC), es decir, que afectaría en algún momento a otros productores.

La caída de la demanda por efecto del COVID-19 se produjo, principalmente, por la paralización de la industria, del comercio y del transporte a escala mundial, como consecuencia de la cuarentena impuesta como medida para detener la difusión de la pandemia. Desde el lado de la oferta, se produjo un crecimiento excesivo de la producción de petróleo, especialmente de petróleo de esquisto o no convencional; según la International Energy Agency (IEA), la producción de petróleo de esquisto de los Estados Unidos alcanzo niveles extraordinarios, dando cuenta del 85% del incremento anual a nivel mundial, previéndose, inclusive, que para 2025 la producción de hidrocarburos no convencionales en ese país superaría la producción de Rusia. La conversión de los EEUU como mayor productor de petróleo mundial, redujo la participación de la OPEP desde un 55% para principios de siglo a solo el 47% para 2019.

En condiciones normales, una caída del precio del petróleo podría beneficiar a los consumidores y especialmente a los países importadores, empero, la caída de la actividad económica impediría que este efecto se haga realidad. Como señala un artículo del World Trade Energy, “el efecto de la crisis de COVID-19 en la economía en general significa que será difícil para los consumidores sentir el beneficio de los precios más bajos del petróleo”.

Esta crisis del precio del petróleo es el reflejo de la contradicción entre la oferta, incrementada extraordinariamente por la mejora en la capacidad de producción de petróleo no-convencional de Estados Unidos, que le permitió revertir su condición de país importador para convertirse en el principal productor mundial, y la demanda, reducida por efecto de la ralentización del crecimiento económico de China y de la transición energética mundial desde hace algunos años, reflejada en el incremento de la producción de gas natural y de energías alternativas, y de las tasas de utilización de electricidad en diversos sectores, pero, principalmente, por la paralización de gran parte de la economía mundial por efecto de la pandemia.

Aunque la caída del precio a niveles negativos ha sido un evento único y pasajero, es previsible que la contradicción existente en el mercado petrolero y las nuevas condiciones provocadas por la crisis del COVID-19 determinen un precio promedio anual bajo, aún menor que los pronosticados por muchos actores del mercado y expertos de entre 30 y 40 dólares el barril.

La caída tendencial del precio del petróleo —en particular el del WTI—, afectará a la economía boliviana, debido a la importancia de los recursos provenientes de la exportación de gas natural a Brasil y Argentina, tanto para el financiamiento del gasto fiscal, como para el financiamiento de las importaciones. Empero, gracias a las fórmulas de determinación del precio de exportación del gas natural que incluyen la referencia a una canasta de fuels, la influencia de la caída del precio internacional del petróleo se atenúa y se posterga por un trimestre. Así, los precios extraordinariamente bajos del mes de abril, impactarán sobre el precio de exportación recién a partir de junio de este año. Con todo, su impacto también se sumará nocivamente a la reducción del volumen de exportación a ambos mercados respecto a los años previos, peor aún si se materializa el anuncio de Brasil de reducir en un 29% el volumen pactado en la última adenda del contrato. Los principales afectados por la reducción de ingresos provenientes del menor valor de las exportaciones de gas natural, serán los gobiernos subnacionales perceptores de regalías regionales y las instituciones, como las universidades públicas, la policía y las FFAA, que reciben un porcentaje del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH).

LA CAÍDA TENDENCIAL DEL PRECIO DEL PETRÓLEO —EN PARTICULAR EL DEL WTI—, AFECTARÁ A LA ECONOMÍA BOLIVIANA, DEBIDO A LA IMPORTANCIA DE LOS RECURSOS PROVENIENTES DE LA EXPORTACIÓN DE GAS NATURAL A BRASIL Y ARGENTINA, TANTO PARA EL FINANCIAMIENTO DEL GASTO FISCAL, COMO PARA EL FINANCIAMIENTO DE LAS IMPORTACIONES

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