Página Siete • Macharetí, el pueblo que mira Incahuasi con esperanza
“Antes Macheretí era un pueblo tranquilo, donde se vivía en armonía, pero ahora estamos pasando por un mal momento. Nos sentimos impotentes y estamos indignados”, afirma Juan Carlos García. Tiene 28 años. Nació y vive en Macharetí, la frontera entre los departamentos Chuquisaca y Santa Cruz, que se disputan la propiedad del reservorio de gas natural Incahuasi y, por tanto, de sus regalías.
Al “antes” al que se refiere el joven es a la noche del miércoles pasado, cuando la Policía intervino el bloqueo que él junto a otra gente de su pueblo, que se encuentra en el Chaco chuquisaqueño, instalaron en la carretera que conecta a Bolivia con Paraguay “en defensa” del reservorio.
Incahuasi se encuentra en Muyupampa, la capital de la provincia Luis Calvo de Chuquisaca, de la que es parte Macharetí y, según información oficial, es la segunda reserva de gas natural de la región, alrededor de 13 trillones de pies cúbicos del energético.
“Fue cobarde. Los policías tenían balines y gases lacrimógenos; nosotros sólo nuestras manos y nuestros pies”, añade. La conversación con Juan Carlos es telefónica, pero no es impedimento para percibir su indignación.
“Nos falta luz, nos falta agua. Somos la región del Chaco boliviano más pobre. Los jóvenes, después de salir bachiller, migran a Santa Cruz y a Argentina en busca de mejores condiciones de vida y no regresan. Vamos a defender Incahuasi porque es compartido con Santa Cruz”, reclama el joven.
Se siente afortunado porque no tuvo que migrar, abandonar su pueblo. Logró un trabajo en un campo petrolero. En Macharetí operan dos reservorios: Vuelta Grande y Porvenir, que según el alcalde, Eduviges Chambay, están agotándose.
“Tenemos dos pozos que están terminándose de exprimir: Porvenir y Vuelta Grande. Lamentablemente muy poco recibimos nosotros, siendo que tenemos estos recursos naturales. Por eso estamos molestos y reclamando nuestros derechos”, afirma la autoridad que mira con esperanza hacia Incahuasi.
Chambay, que está en gestión desde 2015, vio cómo los ingresos anuales de su municipio, provenientes en su mayoría de regalías y del Impuesto a los Hidrocarburos, se precipitaron de 16 a 8,6 millones de bolivianos por la caída de los precios de los hidrocarburos en el mercado internacional. “Los recursos cada vez van mermando más, lo que hace difícil encarar proyectos grandes”, señala.
Y esta caída de ingresos se ensañó con la mayor debilidad de la región: la infraestructura caminera. “Las vías se van deteriorando cada vez más por las distancias y su mantenimiento tiene un elevado costo”, comenta.
Lejos de Sucre
Macharetí es parte del Chaco boliviano. Se encuentra al medio de los territorios chaqueños de Santa Cruz y Tarija, y está en la frontera con Paraguay. “Somos la región del Chaco más pobre”, lamenta el alcalde Chambay.
Debido a las condiciones de sus carreteras, los pobladores pueden llegar más rápido a Santa Cruz que a su capital, Sucre, hasta donde sólo pueden arribar tomando rutas cruceñas.
Chambay atribuye esta situación a las “condiciones geográficas de la región”. “Es una geografía muy especial la que tenemos. Nosotros, como chaqueños chuquisaqueños, para llegar a nuestra capital, Sucre, tenemos que entrar por una parte de territorio cruceño, para luego tomar nuestro territorio, Incahuasi, Muyupampa, Monteagudo, Padilla y llegar a Sucre”, explica.
Agua y electricidad insuficientes
La exalcaldesa Galy Durán señala que la situación de necesidad no cambió mucho en Macharetí desde que ella fue autoridad municipal, hace más de 10 años.
“Ha mejorado porque todo avanza. Tenemos más pavimento y alcantarillado, pero aún hay muchas dificultades, sobre todo en los servicios de agua potable y energía eléctrica”, afirma Durán, que hoy es presidenta del Comité Cívico de Macharetí.
Precisa que la urgencia en el municipio es el agua potable. En la actualidad sólo un 30% de la población, aproximadamente, tiene acceso a ese servicio. “Algunos proyectos no funcionan porque viene la riada y se los lleva. Estamos buscando resolver el problema del agua de forma definitiva, a través de los ministerios, pero se ve difícil”, dice.
Añade que la baja cobertura en el servicio se debe a que Macharetí es un municipio muy disperso, con poblaciones muy alejadas entre sí.
El alcalde Chambay remarca que la población que cuenta con agua potable tiene que conformarse con un servicio que, en el mejor de los casos, puede tener día por medio. En cuanto al sistema de alcantarillado, la autoridad indica que es inexistente.
Al referirse a la dotación de electricidad, Galy Durán califica el servicio de “regular para abajo”. Precisa que sólo llega al área urbana y depende de los servicios de la empresa eléctrica de Tarija (SETAR). “A veces es difícil sostener el apoyo para un municipio que no es del departamento. Estamos muy lejos de Sucre”, lamenta.
Rumbo a Santa Cruz y Argentina
El periodista Iván Ramos, de Chuquisaca, señala que otro problema que aqueja a Macharetí es la migración. La región, que actualmente cuenta con aproximadamente 7.500 habitantes, es la que más pierde gente, sobre todo joven, que sale rumbo al departamento de Santa Cruz o a la vecina Argentina.
Si bien Macharetí, donde en los últimos días se concentró el conflicto por el pozo Incahuasi, tiene como actividad principal la ganadería y la agricultura, su mirada está clavada en la explotación de los hidrocarburos, a la que ve como una tabla de salvación para salir de la pobreza. Su historia es la de muchas de las regiones de Bolivia que tienen en su territorio recursos naturales no renovables, a los que apuestan todo.
CEDLA: “Una pelea entre hermanos pobres”
El estudio recuperado por Erbol indica que en 2016 las regalías por el campo Incahuasi habrían sumado unos 6,3 millones de dólares, cifra que hasta 2017 sería de 39 millones de dólares. De acuerdo al estudio, la cifra es importante, tomando en cuenta que equivale al 100% de las regalías percibidas por Chuquisaca en 2017 y un 37% de las que recibió Santa Cruz.
Sin embargo, según el CEDLA, aún siendo importantes los montos por regalías que los departamentos recibirían por Incahuasi, igual significan una fracción menor respecto al total de las ganancias por la venta de los hidrocarburos.
De acuerdo al análisis con base en datos del 2015, los departamentos, municipios y universidades (sumando las regalías y otros beneficios) recibirían un 31,7% del valor de venta de los hidrocarburos (las gobernaciones sólo un 16%), mientras que el Gobierno central obtendría un 31,7% y las transnacionales el restante 37,2%. A la luz de esos datos, el CEDLA concluyó que “la distribución del valor de los hidrocarburos, dispuesto por la supuesta nacionalización de 2006, no favorece a los gobiernos subnacionales, sino, en primer lugar, a las empresas transnacionales”.
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