ElDeber•Cierre de negocios y despidos: la otra cara del segundo aguinaldo
Realidad. El beneficio puso en apuros a los microempresarios, según Fedemype, unos 15.000 negocios en todo el país tuvieron que sellar sus puertas. En Santa Cruz un 50% de los talleres de carpintería dejó de operar
Ernesto Estremadoiro Flores Hace 1 día
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Érase una vez un negocio próspero. Hace más de 15 años, Raúl García, tenía un taller textil exitoso: 30 empleados, maquinaria y muchos pedidos. Sus prendas de diseños exclusivos, y dibujados a mano, recorrían diferentes puntos geográficos del país. Incluso llegó a vender mercadería en zonas fronterizas con Perú y Argentina, donde habitantes de esas naciones compraban sus camisas y pantalones ‘Made in Bolivia’.
Toda iba bien, pero la internación de ropa de contrabando y la aparición de prendas chinas inundaron el mercado e hicieron que su producción caiga. Aun así, continuó batallando, se ajustó y redujo su planilla a 15 trabajadores. Sin embargo, el golpe de gracias lo recibió hace cinco años, cuando el Gobierno decretó el pago del doble aguinaldo.
Trató de seguir a flote, pero desde hace dos años decidió cerrar las puertas de su negocio. “Fue el golpe más duro. Ellos (sus trabajadores) entendieron que no podía pagarles y se fueron”, dice García, que extraña las jornadas laborales donde el sonido de las tejedoras automáticas se mezclaba con el ritmo de cumbia que sus empleados escuchaban en la faena.
El pago del segundo aguinaldo, denominado ‘Esfuerzo por Bolivia’, se instituyó el 20 de noviembre de 2013 mediante el Decreto Supremo N.º 1802. “Hemos decidido que mientras la economía siga creciendo por encima del 4,5%, nuestros trabajadores del sector público y privado tendrán doble aguinaldo”, fue la condicionante que puso el presidente Evo Morales, al anunciar el beneficio.
Y fue así que, entre 2013 y 2015, la tasa de crecimiento rebasó el tope exigido por el Gobierno.
Juan Carlos Vargas, presidente de la Federación Departamental de la Micro y Pequeña Empresa (Fedemype) dio un dato crudo: la medida influyó en el cierre de 15.000 negocios a escala nacional, desde que está vigente.
El beneficio no se pagó en 2016 y 2017 porque los indicadores bajaron, pero nuevamente subieron en 2018. Este último año, Raúl García, aún daba batalla contratando esporádicamente a algún sastre. Con el último hombre que tuvo en planilla negoció el pago del beneficio con prendas.
Don Raúl, como lo llaman en su barrio, Villa Fátima, cambió de actividad: compra y vende ropa. Pero conserva intacto su taller.
Cada mañana limpia y echa aceite a sus 40 máquinas, valuadas entre $us 1.500 y $us 5.000 cada una, que en otrora cortaban y daban forma a camisas, blusas, faldas, blue jeans, y todo tipo de prenda que le solicitaban. Hacían de todo.
“Las máquinas no me piden comida, ni sueldo, nada. Solo debo estar pendiente de que no se oxiden. Las limpio con aceite para que no se freguen”, señala.
“No podía dar lo que no tenía”
Rolando Zabala, 35 años, no pudo aguantar al igual que don Raúl. Hace seis años tenía un negocio dedicado a dar servicios de informática con soporte técnico e implementando sistemas. En planilla tenía ocho trabajadores, que le significaban un gasto de Bs 23.500 mensuales. Al dictarse el decreto para pagar el beneficio y analizar su balance de ingresos y egresos, vio que las cuentas no cuadraban, decidió tirar la toalla: cerró.
“No podía pagar lo que no tenía, tuve que liquidarlos a todos y cerré”, cuenta el hombre, que abonó cuanto beneficio social pudo para poner fin a su negocio.
Netbol, su empresa, tuvo apenas tres años de vida. Ahora el emprendedor, se pasó al bando de los dependientes. Usa un uniforme de una empresa y cumple un horario de oficina: como lo hacían sus empleados.
En estos momentos volver a emprender es un riesgo para él.
El crédito que sacó, para arrancar con su empresa, recién lo terminó de pagar hace año y medio. Por ahora prefiere la seguridad de un trabajo estable, hasta que existan mejores condiciones.
Carpinterías sin carpinteros
Wilford Ojeda es un maestro carpintero. Divide su tiempo para estar en dos lugares. La mitad del día lo destina para trabajar en solitario en su taller ubicado en la Villa Primero del Mayo.
La otra mitad, comercializa sus muebles en el mercado Miraflores, en donde gestionó, en su calidad de presidente de la Asociación de Carpinteros del Roble, un espacio para que sus agremiados vendan su producto directamente a la gente.
Ahí el aroma del thinner, y de la madera recién pulida, se mezcla con el pescado a la parrilla que se vende al costado del galpón que ocupa en el centro de abasto. La idea surgió para poder competir en precios con los muebles importados que han inundado el mercado. Pero también para sostener la única fuente de ingresos de los talleres afiliados de esta asociación, golpeados por este fenómeno y el doble beneficio.
“Eso (por el doble aguinaldo) nos mató”, sentencia Ojeada. Luego agrega que varios de sus afiliados tuvieron problemas con sus empleados porque no podían pagar.
Esto llevó a que, de 90 talleres afiliados, solo queden 50 activos.
En todo Santa Cruz, según Ojeda, -que además ocupa la secretaría general de la Confederación Nacional de Carpinteros, Ebanistas y Artesanos en madera de Bolivia (Conceambol)- hasta antes de que se decrete el pago del beneficio operaban 7.000 carpinterías, pero ahora solo quedan en pie 3.500 negocios.
Él mismo redujo su taller. Antes daba trabajo a seis personas, ahora solo emplea a un ayudante eventual o es apoyado por un familiar.
“Nos han dejado sin capital. Un compañero que tenía 16 trabajadores, ahora tiene cuatro. Por eso muchos prefieren cerrar”, dijo.
No es el único en esta situación. Felipe Choque, que desde hace una década ejerce este oficio, tuvo que achicarse. Hace tres años, tenía tres operarios. Ahora, al igual que Ojeda, pule, corta y da forma a la madera solo.
“El primer año pagamos de a poco o entregaba muebles que vendan. Ahora estoy solo”, dijo.
En promedio en Miraflores, Choque y Ojeda, venden hasta cinco muebles: una comodita, un mueble chico, mesas, o un ropero. Todo sirve para ellos.
Billetera Móvil, alivio de pocos
Édgar Lora, presidente de la Asociación de Confeccionistas Textiles de Santa Cruz, da un diagnóstico similar a la de los otros microempresarios. Pero, reconoció que lo “único bueno que pudo hacer el Gobierno en 13 años, fue implementar la Billetera Móvil”.
El textilero explicó que a escala nacional unas 5.000 empresas se favorecieron con este mecanismo, que permite que los beneficiarios del doble aguinaldo usen el 15% en compras de productos nacionales.
El uso de este porcentaje fue establecido el año pasado por el Gobierno, luego de varias negociaciones con el sector de la micro, pequeña y mediana empresa.
Para acceder al programa, el Ministerio de Planificación hizo un registro físico y virtual. “Pero pocos se han beneficiado, hay desconfianza”, afirma Lora.
“Yo había cerrado, volví a producir por la billetera móvil, pero ya no es como antes, cuando llegué a tener 20 empleados”, dice.
Cainco lo ve inviable en 2019
Para esta nota se buscó la versión del Gobierno y se consultó al Ministerio de Economía. En esa cartera de Estado indicaron que no podían responder porque “ese tema lo ve el Ministerio de Planificación”.
Se consultó al despacho de ese ministerio y se excusaron.
Pero en anteriores ocasiones, el Gobierno asumió una defensa férrea de la medida.
En 2018 el último año que se pagó el bono, el Ministerio de Economía en una separata titulada El Segundo Aguinaldo, dinamizará la economía, justificó el beneficio indicando que desde 2006 la tasa de crecimiento del país obtuvo cifras positivas.
“El doble aguinaldo genera efectos positivos, los trabajadores tienen mayor posibilidad de consumo y eso se traduce en mayor actividad de las empresas”, apunta la publicación.
Incluso señala que, según datos de Fundaempresa, el número de compañías se incrementó en los años cuando se pagó el beneficio (de 217.164 en 2013 a 272.249 en 2015, y 311.271 en 2018).
No obstante, el expresidente de Fundempresa, Rolando Schrupp, explicó que en el análisis de estas cifras hay que concentrarse en las sociedades anónimas y las de responsabilidad limitada, porque el resto son fuentes de autoempleo (unipersonales), pero que representan un 80% del total y no generan empleos. “El doble aguinaldo es un infierno para los emprendedores”, dijo.
En esa línea, explicó que incluso ahora existen cerca de 90.000 compañías que tienen problemas con el Servicios de Impuestos.
Desde la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), explicaron que la norma que fija el pago del beneficio no toma en cuenta la situación sectorial e individual de las empresas.
“El PIB es un agregado que incluye a grupos que podrían estar en dificultades”, dijo la entidad.
Por otro lado, según Cainco, la medida afecta el flujo de caja de las empresas, porque implica pagar cuatro salarios en menos de 40 días, “lo cual se constituye en una carga importante para firmas cuyas operaciones requieren continuo capital de trabajo”.
Analizando la situación, según la organización empresarial, para este año es inviable el pago del doble beneficio.
El tiempo pasó y don Raúl, repite su rutina mañanera: abre su taller y limpia sus máquinas, saca algunas telas para no perder su destreza, hace algunas camisas. Es optimista: “espero abrir otra vez”, afirma.