La Razón • Cría cuervos • 19/08/2015

Carlos Toranzo Roca

Es muy añejo el tema, pero no por ello deja de tener presencia en el mundo actual. Hay muchos que han crecido con el favor de otros, con el sacrificio de decenas de personas; son cientos quienes han recibido favores para desarrollarse, para existir y muchas veces brillar; son miles de miles de personas las que han dado la mano y el apoyo para que otros sin posibilidades puedan existir. Muchos de nosotros no nos hicimos solos, sino que hemos recibido la mano y ayuda benefactora de otros, de familiares, de conocidos, de amigos o también de desconocidos. Pero, es cierto que otros cientos han mordido la mano de sus benefactores, hay decenas, quizás centenas de ellos que han pagado con ingratitud y deslealtad a quienes fueron los que los apoyaron, esto refleja crisis moral, ausencia de valores y pone a la ingratitud como moneda corriente.

¿Quiénes comenzaron a hablar de la Madre Tierra, del cambio climático, del respeto al medio ambiente, de la importancia de los valores democráticos y  de los derechos humanos? ¿Quiénes agendaron el tema de la nacionalización de los recursos naturales, en especial de los hidrocarburos, quiénes hablaron de las leyes malditas, quiénes argumentaron en contra de la capitalización? ¿Quiénes iniciaron los discursos y argumentaciones sobre la inclusión social? ¿Quiénes posicionaron los temas indígenas de la pluriculturalidad y de la interculturalidad? En la mayoría de estos temas está presente la impronta de las ONG, las más de ellas tuvieron esas preocupaciones y batallaron por más de cuatro décadas  para posicionar esos temas, para  reflexionarlos, para pensarlos. No se exagera si se afirma que las ONG   operaron como el intelectual orgánico del MAS, la visión y misión de la mayoría de las ONG se convirtió, sin que lo acepten expresamente,  en el programa político  y económico del MAS.

Cuando las ONG pensaban en la nacionalización de los hidrocarburos, el MAS cavilaba solamente en el fifty-fifty, sobre el 50-50. Cuando el MAS afirmaba su ideología de tipo sindical, nacionalista revolucionaria, las ONG ya estaban involucradas en la defensa de los temas indígenas, exigiendo el respeto a la Madre Tierra. El MAS, muy tarde, para efectos electorales se montó en los temas que habían desbrozado las ONG, pero no lo hizo con convicción, sino de manera instrumental y utilitaria. La prueba es que ahora ese MAS, en el gobierno, no respeta al medio ambiente y habla sólo discursivamente de la Madre Tierra, cuando en realidad impone un modelo de desarrollismo extractivista.

Muchas de las ONG se han quedado en las ideas que defendían antes, quienes han cambiado son los que llegaron al poder, porque el poder hace eso exactamente, cambia a las personas, a los líderes, a los funcionarios, en especial, a las burocracias. Buena parte de las ONG eran antes de izquierda, ahora lo siguen  siendo, aún cavilan en los temas que defendieron por más de cuatro décadas, pero como el poder ha cambiado, ese poder ahora critica a las ONG, porque ahora las ve como un estorbo, porque esas ONG  recuerdan al poder sus orígenes.  No debe extrañarnos que una parte importante de los líderes de las ONG haya  pasado a ser ideólogos, funcionarios de alto nivel del MAS y del Gobierno; dejaron sus ONG, se colocaron en el poder, pero éste los cambió, los convirtió ahora en críticos y perseguidores de las instituciones donde antes pensaban utopías de izquierda.

Pero lo peor es que ahora, el poder, el Estado, los líderes del MAS, no sólo critican a las ONG, sino que las atacan, les ponen piedras en el camino para reconocerlas, las tratan de asfixiar con nuevas normas que son discrecionales, que solamente sirven para aplicar la lógica amigo-enemigo, para arrinconar a los que no piensan como ellos, no en vano Benito Juárez decía: para mis amigos todo, para mis enemigos la ley. El gobierno, el MAS, les quiere aplicar una ley que ha sido hecha sólo para reconocer a los amigos y para penalizar a los que discrepan, a ésos que, desde las ONG, siguen soñando en utopías de izquierda.

Por eso debemos reconocer que estamos viviendo en los tiempos más horribles del cría cuervos, pues ahora, los que recibieron favores, muerden la mano de los que los ayudaron, y no sólo muerden esa mano benefactora, sino que pretenden aniquilar a quienes los ayudaron a crecer. Nada de eso es ético ni democrático.

Carlos Toranzo
es economista.

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