Hidrocarburos Bolivia/Editorial • Dale con el gas

Cada vez que alguien menciona la palabra gas, así sea el amigo que ayer llamó para preguntar quién podía reparar cocinas familiares alimentadas con gas, es imposible dejar de pensar que esa palabra –gas- con todas sus implicaciones y connotaciones está cada día más omnipresente en la vida de Tarija.

En noviembre se realizará aquí un foro internacional sobre el gas, pero es sólo una iniciativa encomiable, de un sector empresarial interesado en el tema. Por cierto, no es iniciativa tarijeña y más bien está sorteando algunas dificultades burocráticas aquí.

Voces locales se oyen, es verdad, pero casi siempre (sonaría exagerado al decir que “siempre”) alegando sobre las regalías, los porcentajes que le tocan a cada instancia, las transferencias que deben ser directas o intermediadas, y otros aspectos netamente adjetivos.

Porque lo sustantivo es otra cosa: El gas de petróleo es agotable, sus precios internacionales son especulativos, su industrialización es imperiosa, para “sembrarlo” y construir seriamente un desarrollo que para nosotros sigue siendo esquivo, pero no para Sao Paulo, Cuiabá y otros lugares donde el gas tarijeño sí está protagonizando desarrollo económico y social.

En los discursos electorales con seguridad el gas seguirá siendo una palabra, repetida hasta el empalago, pero sin corresponderse con hechos políticos concretos.

El gobierno nacional, como atenuante y posiblemente para que se reconozca su contrita sinceridad, admite que no ha hecho nada para industrializar el gas. Pero anuncia ¡que lo hará! ¡ahora sí!.

Sin embargo su nueva promesa es inconsistente. Porque se puede demostrar que los publicitados mil millones de dólares de “préstamo concesional” del Banco Central a YPFB son… insuficientes, aún en el caso de que sean invertido con eficiencia, algo dudoso en este momento, cuando hasta el presidente Morales advierte públicamente que ojalá en esta oportunidad “no haya más Santitos”.

Entonces, si por allá existe desconfianza, qué se puede esperar por aquí, sino mucha más desconfianza en las promesas gubernamentales de industrializar el gas.

Y que no vayan a decir que es cuestión de expertos, que hablen solamente los muy especialistas, que de eso no entiende el ciudadano de a pie, el que no ha estudiado los misterios académicos de la economía, sino que la siente en carne propia, en la supervivencia cotidiana que no entiende de teorías macroeconómicas. Las sufre.

Una organización gubernamental, de las que no andan en los esoterismos del neo-filo-indigenismo, CEDLA, puntualiza, precisamente, en un informe que se publica en estas páginas hoy, los 5 factores que inviabilizan la industrialización del gas.

Por supuesto que no es lectura grata. Pero es muy necesaria, especialmente para nosotros, los tarijeños. Por eso la publicamos.

Además, tenemos el compromiso formal de no abandonar el tema y no haría falta explicar más por qué.

Es que como bolivianos, estamos escarmentados. Cuando un abuso se repite y se repite y se repite, en el primer caso puede echársele la culpa al abusador (como con la plata de Potosí) En la segunda ocasión ya la culpa es compartida, entre el abusador y el abusado, por negligente (como con el estaño). Con los hidrocarburos el abuso será directamente atribuible al abusado, que merecería otro apelativo, impublicable aquí. ¿Vamos a permitir que nos sigan abusando?

Y no nos estamos olvidando del litio.

DESTACADO

Voces locales se oyen, es verdad, pero casi siempre (sonaría exagerado al decir que “siempre”) alegando sobre las regalías, los porcentajes que le tocan a cada instancia, las transferencias que deben ser directas o intermediadas, y otros aspectos netamente adjetivos.

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