El Día • Exportación tradicional hace inviable diversificar • 30/08/2015
Ismael Luna Acevedo
Lacerante. Un estudio del BID a casi 2.000 empresas del eje central del país, refleja que la gran demanda laboral y empleo se concentra en un 62% en pequeñas y medianas empresas con una baja productividad laboral.
Ser un país eminentemente dependiente de las exportaciones de las materias primas y sobre todo del gas, lo cual le asigna un escaso o nulo margen a la diversificación de nuestra economía, es según los analistas económicos, el factor preponderante para que Bolivia no pueda salir de los bajos índices en productividad laboral de los países de la región. Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Bolivia se sitúa en el último peldaño con apenas con 9,4% entre 14 países de Latinoamérica.
“Esta baja productividad laboral tiene que ver con el bajo ingreso per cápita (ingreso por persona en un año). Eso obviamente incide en baja productividad, lo cual solo es posible superar con el cambio del patrón de desarrollo económico. Si bien estos últimos años hemos tenido mejores ingresos, la gente ha vivido una cierta bonanza, pero al final seguimos siendo el último país de Sudamérica”, precisó Armando Méndez, economista y expresidente del Banco Central de Bolivia.
A causa de esta situación, otras variables como parte de un “drama estructural de nuestra economía”, como el desempleo, la precariedad laboral y en definitiva la pobreza, se asienta en la alta informalidad de nuestra economía, el escaso nivel de formación de sus recursos humanos y una débil innovación tecnológica.
Aspectos preocupantes. El Estudio del BID refleja que un 91,9% de los empleos formales que se genera en el país están concentrados en las Medianas y Pequeñas Empresas del país (Mypes). En tanto la gran empresa solo concentra un 8,1%. Pero el 60% de la actividad económica del país se encuentra postrada en la informalidad, en ese contexto, el generador de mayor porcentaje de empleo se concentra en el mercado laboral no formal.
“En los últimos años la informalidad se ha incrementado de manera significativa de esos 60%, ahora es el 65%. Ese mercado es el que concentra a hombres y mujeres en ese ámbito de la actividad económica, lo que atenúa a crecer dado que la productividad laboral es baja”, señaló José Alberti, presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz.
Según la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex), el hecho estriba en que la mayor inversión pública se asienta en la actividad extractiva del país y dependiente del estado, pero paradójicamente es el que menos empleo genera en el país. En cambio, el sector privado no tradicional es el que genera el 80% de los empleos del país y con mayor incidencia en las Mypes.
“La productividad laboral siempre han estado bastante baja en estos últimos años, pese a que se ha vivido de una década de bonanza económica. Pero con este gobierno eso se agravó, a tal extremo que para incorporarse a un trabajo dentro de los requisitos uno tenía que ser dirigente sindical. Así es muy difícil, una mejora de la productividad laboral”, enfatizó Germán Molina, economista de la fundación Milenio.
Aspectos relevantes del estudio. El gran dilema del cual es difícil aún salir es la informalidad. Bolivia está entre los países más informales de América Latina, incluso muy por encima de la media latinoamericana del 55%, al situarse con un 81% solo superado por Honduras (83%) y Nicaragua (81%). En ese contexto, solo el 3% de los no asalariados son formales, mientras la población asalariada llega al 40%, lo cual significa que la mayoría de estos últimos son de ingresos bajos y el 97% de los que no perciben un salario son informales que perciben un ingreso por cuenta propia.
Otro de los aspectos tiene que ver con la “penosa necesidad de buscar un empleo”. Los estudios del BID señalan que para conseguir un empleo “las personas lo hacen por medios informales, perpetuando así las inequidades” cuyo promedio se encuentra en un 78%. En cambio el restante 22% de la gente lo hace directamente a las empresas formales.
Sin embargo, señala el informe que el salario mínimo no es determinante de la informalidad laboral, dado que según los datos del 2013, el 76,54% de la población inserta en el empleo informal recibía un ingreso igual o mayor al salario mínimo. En tanto que un 68,39% dentro el contexto del mercado laboral formal tenía un ingresos igual o mayor a un salario mínimo nacional, cuya tendencia sigue vigente hasta hoy.
Según Bruno Rojas, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), todo ese contexto descrito por el BID tiene que ver con el patrón productivo basado en extracción de la materias primas, dejando de lado cualquier iniciativa industrial que implique generar empleo, además de falta de políticas de capacitación y formación profesional, cuyo patrón de desarrollo no ha cambiado “absolutamente”.
En ese ámbito, según Alberti, el bajo nivel de productividad, tiene que ver con el crecimiento económico como factor, pero inherente a la innovación tecnológica y la generación de nuevos empleos por ausencia de una calidad de educación lo que deprime a largo plazo enormemente el Producto Interno Bruto (PIB) potencial. “Por estas restricciones que tiene el mercado laboral, por la baja formación de sus recursos humanos, sumado a la escasa innovación tecnológica reducen a mediano y largo plazo las expectativas de crecimiento económico cada año.
A ello, Molina fundamenta que dichas restricciones tienen que ver básicamente con un sistema de educación recurrentemente estancado. “No tenemos personal capacitado con una formación actualizada que pueda capacitar nuevos recursos humanos, como lo hace Israel, que desde el Estado realiza innovaciones tecnológicas”, señaló.
Además el experto fundamentó que en un país caracterizado por una mayor presencia del Estado en la economía, donde se ha cerrado las condiciones favorables a la inversión externa, se ha cerrado también de manera sutil que lleguen al país la llegada de la innovación tecnológica. “Si bien se dice que el capital extranjero solo viene a llevarse nuestras ganancias, hay que reconocer que ese capital trae tecnología, nuevas inversiones y empleos de calidad”, precisó.
Otras variables del análisis. Entre otros aspectos, el estudio del BID cita una encuesta hecha a más de 1.500 empresas de Bolivia, en el que se menciona que para “encontrar personal calificado” se estableció que el 31% de las personas que postulaban a un puesto carecían de habilidades, otro 25% de experiencias y en 15% de los casos los salarios eran insuficientes.
Además, en casos de desvinculación del personal de un puesto de trabajo, se cita como atenuantes en un 27% la baja productividad, 22% bajo nivel de habilidades específicas y un 18% por problemas de comportamiento.
Al respecto, Alberti puntualizó que el crecimiento económico tiene que ver con las expectativas positivas de un mercado laboral, lo que reduce una baja producción con bajos rendimiento en volúmenes, con bajas tecnologías industriales, lo cual hace aún más dependiente no solo de las exportaciones primario exportadoras sino que evita crear una estructura laboral con alta eficiencia y de la agenda de reconversión productiva.
Mecanismos
La única condición es invertir e innovar
Concepto. La productividad laboral se define como la producción promedio por trabajador en un período de tiempo. Puede ser medido en volumen físico o en términos de valor (precio por volumen) de los bienes y servicios producidos.
Premisas. Para aumentar la productividad laboral es necesaria una mejor educación, capacitación y mayor tecnología. De otro modo, el aumento de la productividad laboral no sería fruto más que del ciclo económico.
Condiciones. Otros estudios fundamentan que la productividad tiene una relación directa con la mejora continua del sistema de gestión de la calidad y gracias a este sistema de calidad se puede prevenir los defectos de calidad del producto y así mejorar los estándares de calidad de la empresa sin que lleguen al usuario final. La productividad va en relación con los estándares de producción.
Tecnología. Su mejora resulta en un aumento de la producción marginal del factor que experimentó el avance tecnológico. De esta manera se puede aumentar la producción total sin gastar más recursos en la implementación de otros insumos. El factor del trabajo es imprescindible para el funcionar de una empresa, por lo mismo mientras más satisfechas se sientan las personas.
Preocupaciones
El sector empresarial apuesta a un trabajo conjunto
Aspectos. Ronald Nostas, a tiempo de manifestar que desconoce con certeza las nuevas estadísticas, señaló que la productividad laboral forma parte de la estructura económica del país, cuyas condiciones para superar están supeditadas a políticas a largo plazo y asociadas a la productividad empresarial, competitividad e innovación. “Solo siendo competitivos podemos superar esos problemas, dado que es responsabilidad de todos, tanto del Estado, de los trabajadores y el sector empresarial. Para ello hay que buscar alternativas en procura cambiar la matriz productiva”, señaló.
Acciones. Nostas señaló que el 17 de octubre se llevará adelante un taller entre todos los actores económicos junto al gobierno para discutir sobre la base de productividad y competitividad para encarar soluciones a corto y mediano plazo.
“Lo que queremos encarar mediante con ese taller es visualizar cómo orientamos nuestra economía hacia una diversificación de su economía, su oferta exportable y sustituimos la matriz de nuestra producción, entonces podremos avizorar más empleos y en esa medida nuestros recursos humanos serán mejor aprovechados”, dijo Nostas.
Punto de vista
Bruno Rojas
Investigador del Cedla
“Las empresas carecen de políticas de capacitación”
“La baja productividad laboral se debe al bajo desarrollo de la economía capitalista, expresada en un bajo desarrollo industrial y las fuerzas productivas.
Bolivia, prácticamente desde su fundación como república fue marcado, como país en esta división internacional del trabajo, junto a otros países latinoamericanos, ha establecido un patrón de desarrollo basado en la extracción de materias primas como el gas, petróleo y los minerales.
Varias políticas que en 1952 han apostado a un cambio en lo que significa las importaciones con acciones directas a la producción para el mercado interno. Todo ello con el paso del tiempo penosamente se ha ido a frustrando. Hasta ahora arrastramos esta situación.
Por eso el nivel de productividad particularmente en otras actividades que no son extractivas, como la industria, la manufactura, bebidas y tabacos, madera, entre otros no han logrado alcanzar dicho objetivo y no hay señales positivas.
Además, todo ello poco tiene que ver con la formación y la capacitación laboral, dado que gran parte de las empresas carecen de políticas de capacitación. Eso nos está mostrando que no es un problema específico de los trabajadores sino del retraso y obsolescencia de las tecnología que poseen las empresas. En ese contexto, esa tan esperada diversificación de la economía dentro un nuevo patrón de desarrollo no se ha dado. Se nota una intensa explotación de la mano de obra’.
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