Bolpress • ¿Por qué el Gobierno temía a Mariaca?

“¡Gloooria a Enrique Mariaca!, ¡Glooria a los defensores del petróleo!”, gritaba este jueves 11 de marzo la voz cascada de un ex combatiente cerca de un mausoleo del Cementerio General. La respuesta de decenas de gargantas arrancaba las lágrimas de la despedida a un guerrero incansable. Los minutos se hicieron aún más conmovedores con el clarín y las salvas de la guardia de los Colorados de Bolivia. Dirigentes sindicales, activistas de izquierda, empresarios, intelectuales, beneméritos de la Guerra del Chaco, catedráticos universitarios, estudiantes, compañeros de lucha, rivales ideológicos… Representantes de prácticamente todos los sectores de la bolivianidad dijeron adiós al constante defensor del recurso que desde hace una década sostiene a Bolivia.

Sin embargo hubo una notoria excepción: ninguna autoridad del Gobierno asistió al entierro de Enrique Mariaca Bilbao. «¿Aún de muerto le temían?, ¿Tanto les habrá ofendido?», «¿Ni siquiera unas palabras de homenaje?», preguntaron algunos de los amigos de Mariaca.
Se marchaba un singular testigo y protagonista de la historia. Así fue. Mariaca a sus 17 años defendió como soldado, durante la Guerra del Chaco, la zona donde hoy se concentra la mayor riqueza hidrocarburífera del país.

«Después de un año de servicio en el ejército boliviano, durante el cual fui ascendido de cabo a sargento, me tocó luchar en la batalla de Villamontes, junto con mi padre, quien también fue llamado a incorporarse a las filas de combate. Fue el 13 de marzo de 1935 cuando el general José Félix Estigarribia, del ejército paraguayo, preparó el ataque frontal a Villamontes, con el objetivo de tomar la zona petrolera más importante de nuestro país, para poder entrar a Sucre y Tarija, y luego avanzar hasta Santa Cruz», cuenta Mariaca en sus memorias.

Luego detalla las características de la exitosa defensa que organizó el general Bernardino Bilbao Rioja. Finalmente, en sus memorias recuerdan el conmovedor abrazo que se dieron soldados de ambos países el 14 de junio de 1935, día del armisticio.

«Vimos a los paraguayos e instintivamente sacamos nuestros pañuelos para saludarlos. Ellos hicieron lo mismo y de un salto salimos de nuestras trincheras y empezamos a acercarnos. Ellos también se acercaban a nosotros. Fueron momentos tan emocionantes los que vivimos al aproximarnos a soldados que ya no eran más nuestros enemigos. (…)Sin perder más tiempo, todos nos abrazarnos y estallamos en un llanto de alegría, porque esa guerra había llegado a su fin…».

¿Cometió algún error? ¿Fue quizás poco para las autoridades el que Enrique Mariaca haya sido combatiente en el Chaco para no rendirle honores? En ese caso, bien habrían podido valorar los méritos que no mucho después de la contienda este defensor de Villamontes empezó a sumar.

Constructor de YPFB

La guerra sólo fue el principio de la intensa relación de Mariaca con el petróleo boliviano. Allí en el Chaco, y especialmente en la defensa de zonas como Sanandita y Camiri, políticos y militares redescubrieron el valor de nuestro petróleo.

Casi dos años más tarde, el 13 de marzo de 1937, el Gobierno de David Toro efectuaba la primera nacionalización de los hidrocarburos. La histórica medida, por la que se expulsó del país a la tramposa e ineficiente Standard Oil Company, precisaba de un imprescindible complemento: especialistas bolivianos en el oro negro. Se seleccionó a los 100 mejores bachilleres de Bolivia. Serían enviados a México y Argentina para especializarse en la materia, los siete mejores al país del norte, uno de ellos fue Mariaca.

«Viajaron en barco en 1938. Hicieron escala en La Habana. Él siempre recordaba a sus compañeros becarios. Había un beniano, un cruceño, un cochabambino, un orureño y tres paceños. Llegaron a México justo el 18 de marzo, día en que el Gobierno de Lázaro Cárdenas celebraba la nacionalización del petróleo», relata su hermana Zaida.

En 1945 retornaron. Mariaca volvió con una particularidad: había estudiado dos carreras, ingeniería petrolera y geología. Destacó a los ojos de los catedráticos de la Universidad Nacional Autónoma de México al defender el mismo día exitosamente las dos tesis.

Los becarios retornaron a hacer historia. Junto con personalidades tan destacadas como Dionisio Foianini y Guillermo Elder articularon una empresa eficiente. En el ámbito mundial las probabilidades de éxito en la perforación de pozos son de 1 a 10. En el caso de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) esta probabilidad llegó a ser de 7 a 1, es decir que de siete pozos perforados, uno era productor.
Mariaca y los becarios hicieron carrera grado por grado, campamento por campamento. Tras varias especializaciones de por medio, en 1963 Enrique Mariaca llegó a ser Presidente de YPFB.

Ser defensor del Chaco y funcionario consagrado al YPFB de los tiempos de la Revolución Nacional ya hacen de un ciudadano alguien notable. ¿Las autoridades actuales esperaban algo más de Mariaca o es que hizo algo que no les gustó?

Luchador de izquierda

Cuando el proceso de la Revolución Nacional empezó a ser traicionado, don Enrique prefirió dejar Yacimientos antes que aceptar favores del Gobierno a otra transnacional. «Me encontraba cumpliendo funciones como Gerente General en YPFB, el hermano del presidente de la República, José Paz Estenssoro, ocupaba el cargo de Presidente de la empresa estatal. (…) Ambos fuimos parte del grupo de los 100 mejores estudiantes que fueron capacitados técnicamente en el exterior, para luego desempeñar funciones en YPFB. A pesar de la profunda amistad que nos unía, no podía consentir en la aplicación de la política hidrocarburífera de (Víctor) Paz Estenssoro ni en el respaldo económico y político que se estaba otorgando a la Gulf Oil Company…», recuerda Mariaca en sus memorias. Y entonces optó por irse a México.

Luchador antimperialista dispuesto a renunciar a dos décadas de trabajo por sus convicciones.  Ése era Mariaca en 1963. Le aguardaban los tiempos aún más consagratorios.

En noviembre de 1964, Paz Estensoro fue derrocado por el golpe del general derechista René Barrientos Ortuño. La Gulf le costeaba al dictador hasta los helicópteros presidenciales en los que recorría el país.
El autoexilio del ingeniero Mariaca se acentuó. En ese tiempo escribió el libro Mito y Realidad del Petróleo Boliviano, convertida en el tiempo en lectura obligatoria en universidades de Bolivia y América.  Allí Mariaca planteaba la necesidad de una nueva nacionalización de los hidrocarburos.

Muerto el dictador en abril de 1969, el fugaz gobierno de Luis Adolfo Siles pidió el apoyo de Mariaca. Lo llamaron para que encabece nuevamente la petrolera estatal. Cinco meses más tarde, un golpe impuso al régimen centro izquierdista de Alfredo Obando Candia. Y, el 17 de octubre, vino la segunda Nacionalización de los Hidrocarburos. Enrique Mariaca fue parte del equipo asesor de Marcelo Quiroga Santa Cruz, el célebre Ministro de Hidrocarburos de aquel régimen. La Gulf Oil Company tuvo que irse de Bolivia.

Casi un año más tarde, Enrique Mariaca era parte fundamental de un acelerado proceso de reivindicaciones. Una efervescente ola de ideales izquierdistas recorría Bolivia y América. El general Juan José Torres, apoyado por universitarios, mineros y obreros tomó el poder y aspiraba a convertir a Bolivia en un país socialista. Nombró a Mariaca Ministro de Hidrocarburos.

En el tiempo de Torres, Mariaca junto a Juan Pereira Fiorilo y Néstor Taboada Terán, adelantaron avanzadas gestiones para que Chile ceda a Bolivia una salida soberana al mar. El presidente socialista Salvador Allende había delegado por su parte al escritor Volodia Teitelboim. Otros truncaron el proceso unos meses más tarde.

La historia de Mariaca avanza y en nada contradice a las reivindicaciones y valores planteados por los protagonistas políticos de los nuevos tiempos. ¿Por  qué las autoridades ignoraron la partida final de aquel luchador izquierdista? ¿Dijo algo indebido?

Exiliado por la dictadura

Y en la nueva década, nada alteró la conducta de aquel ingeniero. El 21 de agosto de 1971, Hugo Banzer desató la ola de las dictaduras de derecha. «Mi hermano Enrique fue detenido y llevado a las dependencias de la temible Dirección de Orden Político (DOP) donde estuvo preso por 15 días. Luego lo residenciaron en Sucre durante tres meses y finalmente lo exiliaron a Chile», relata Jorge Mariaca.

Durante el exilio, le llegaron diversas invitaciones para trabajar en empresas petroleras. «Siempre escogió a las estatales, rechazaba a las privadas», señala su hermana Zaida. En Bolivia la dictadura volvió a entregar Yacimientos a las empresas transnacionales. Esta vez, incluso la generación de técnicos que durante décadas estructuró la empresa fue relevada por operadores estadounidenses.

Desde 1973, y por casi diez años, Mariaca trabajó en la estructuración de la Compañía Estatal de Petróleos del Ecuador (CEPE). Se convirtió en uno de los principales ejecutivos de aquella empresa. Tal es así, que su retorno a Bolivia, el 10 de octubre de 1982, día en que se recuperó la democracia, sorprendió a muchos de sus conocidos. Aquella mañana, el presidente ecuatoriano Osvaldo Hurtado asistió a la posesión del presidente Hernán Siles Suazo y Mariaca llegó en el avión presidencial.

La visita motivó una solicitud de Siles a Hurtado. El flamante Mandatario pidió la mediación de su homólogo para que CEPE libere de contrato al ingeniero boliviano y éste retorne a su país. A principios de 1983, Enrique Mariaca juraba como Presidente Ejecutivo de YPFB.

Durante las siguientes dos décadas acumularía más méritos, pero intrigantemente las autoridades ignoraron su partida final. ¿Qué hizo Mariaca?

Guerrero del gas

La progresiva crisis en la que se precipitó aquel gobierno izquierdista atrajo la llegada de una etapa altamente desnacionalizadora. No pocos de los compañeros de lucha de Mariaca cambiaron de ideales y convicciones, él no. En 1985, Víctor Paz Estensoro, el hombre al que don Enrique había cuestionado 22 años antes, volvió al poder. Estructuró un nuevo sistema económico. Inició una ola de gobiernos que durante 19 años entregaron las empresas estatales a la voracidad de las transnacionales. YPFB se convirtió en el bien más apetecido y saqueado. Mariaca decidió enfrentarlos.

Indiferente a su tránsito por la séptima y octava década de su vida, se hizo un activista contra el neoliberalismo. Organizó y se integró a foros y organizaciones críticas al modelo. Destacó, especialmente, como miembro del Comité de Defensa del Patrimonio Nacional (Codepanal), del que fue nombrado presidente vitalicio. Orientó allí a varios de los futuros ministros, viceministros, parlamentarios y asesores del actual Gobierno. Hace dos semanas, prácticamente ninguno se dio por enterado de que aquel mentor había fallecido.

Cuando la marea social del cambio empezó a agitarse y a cambiar la historia del país Enrique Mariaca fue parte de las movilizaciones. «Es que el ingeniero no paró. Pasó por Sucre, Tarija, Santa Cruz, Potosí, Oruro, Trinidad, Villamontes, Yacuiba, Cochabamba. Se iban sumando instituciones, universidades, organizaciones, investigadores, las ONG en cada sitio. (…) Él se acomodaba, se quitaba los zapatos y podía dormir en un banco, con su pequeña maleta de apoyo. Con la misma sencillez y su natural elegancia aceptaba comer en un restaurante o en el mercado. (…) A sus casi 90 años se lo podía ver bloqueando calles, encabezando marchas, dando cátedras, elaborando documentos…», relata Patricia Molina, representante del Foro Boliviano Sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), otra de las instituciones a las que perteneció Mariaca.
Manteniendo ese ritmo, denunció la corrupción de Gonzalo Sánchez de Lozada, Hugo Banzer y Jorge Quiroga o las polémicas decisiones de Carlos Mesa. Fue «un soldado del proceso de cambio», como suele mencionarse frecuentemente hoy, en los momentos más críticos.

¿Acusó, tal vez, indebidamente a alguien como para que las autoridades le hayan olvidado?

Fiscalizador de las transnacionales

Cuando Evo Morales llegó al poder, Enrique Mariaca aceptó una cara misión. Se lo nombró Coordinador de la Unidad de Fiscalización, con base en Santa Cruz (UFSC), de las auditorias a las empresas petroleras. Estas labores fueron ordenadas por el Decreto de Nacionalización de los Hidrocarburos, del 1 de mayo de 2006.

Aquella dependencia respondía al Coordinador Nacional de Auditorías Javier Escobar y al entonces ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada. Siete firmas especializadas en auditorías petroleras evaluaron la labor de nueve transnacionales. La información que empezaron a recibir Escobar, Mariaca y Soliz revelaba graves delitos cometidos por las petroleras que operaron en el país.

Según denunció Soliz, en un artículo del 3 mayo de 2008, «las auditorias detectaron beneficios ilegales de las empresas por 1.740 millones de dólares».

El propio ex ministro añade allí: «Los avances de las auditorias preocuparon al grupo palaciego, que ordenó el inmediato despido de Escobar y la designación de Guillermo Aruquipa Copa como Viceministro, quien horas después de su posesión, maltrató a los auditores en Santa Cruz y los amenazó con represalias policiales si no seguían sus directivas».

Extrañamente, las presiones sobre Mariaca se multiplicaron. Aruquipa lo acusó de haber «realizado mal su labor», pero nunca entró en detalles. Peor aún, no quiso debatir públicamente sobre el tema tras ser retado por don Enrique.

La situación llegó al extremo de un incidente que fue interpretado como intencional. Cuando una noche Enrique Mariaca salía de su departamento, se apagaron las luces. Un individuo brasileño lo empujó precipitando su caída y que ruede sobre las gradas. La hemorragia generada por las heridas le causó anemia y lo forzó a retornar a La Paz.

Los hermanos de Mariaca recuerdan que incluso las valijas con documentación que éste remitió desde Santa Cruz fueron violentadas. «Nos avisó que había enviado un material referido a las auditorías con alguien en quién él confiaba, Miguel Delgadillo. Este personaje lo traicionó y nunca apareció. Nos remitió la valija en un radio taxi. Cuando la abrimos todos los papeles estaban removidos, muchos estaban destrozados y varios habían desaparecido», relata su hermano Jorge.

El ingeniero Mariaca, algunas semanas después de su alejamiento, le recordó al nuevo ministro de Hidrocarburos, Carlos Villegas, que le había entregado los resultados de las auditorías. Le instó a hacerlas públicas en cumplimiento de las normas dispuestas por el Gobierno. Cinco meses más tarde, en junio de 2007, ante la negativa de Villegas, Mariaca publicó las conclusiones de las auditorías a las petroleras. Meses después demandó al vicepresidente García Linera que explique el contenido de las auditorías.

Entre 2008 y principios de 2009, Mariaca continuó dando conferencias, planteando propuestas y cuestionando políticas. Junto con otras tres ex autoridades escribió su último documento «Hacia una Bolivianización de la política Hidrocarburífera», en octubre de 2009.

Aproximadamente en abril de ese año la salud de don Enrique empezó a decaer. Instituciones académicas, sindicales, sociales como la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), la COB, la fundación Jubileo, el Cedla le realizaron homenajes. La última vez que pudo asistir a un acto (en la UMSA) fue en junio. Este 9 de marzo, su corazón invariablemente consecuente con las causas nobles de la Patria dejó de funcionar. Toda una ironía para un Gobierno autoproclamado de izquierda, antiimperialista, nacionalizador. Optó por no usar la singular información de las auditorías en sus negociaciones con las petroleras y se mostró resentido con Mariaca hasta el día de su muerte. ¿Por qué?

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