Quimeras del estaño

Artículo de opinión

Por: Alfredo J. Zaconeta Torrico*

A lo largo de nuestra historia minera, desde la República hasta el Estado Plurinacional, el comportamiento del mercado internacional de minerales guía el destino de la minería nacional. Los períodos de precios altos siempre fueron motivo de júbilo antes que de reflexión y planificación. estas oportunidades perdidas solo dejaron lamentos, desempleo y campamentos abandonados sumidos en la miseria de sus pocos habitantes.

Posterior a las drásticas caídas históricas del precio de los minerales, este 2022 se volvió a divisar un nuevo destello de oportunidades debido al sorpresivo incremento de precios de los minerales, como efecto de la post pandemia del COVID-19 y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

Empero, pese a los diferentes estímulos internacionales para el sector minero, en los quince años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), la minería nacional no se logró diversificar y por el contrario se consolidó su condición tradicional.

Entre los minerales que se vieron más beneficiados con el incremento desmedido de los precios, se encuentra el estaño, mineral explotado con predominancia en el país por el sector estatal, a través de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) en sus operaciones en Huanuni y Colquiri, que además incorpora a la fundición de Vinto dentro de este circuito para su tratamiento. Sin embargo, es precisamente en este circuito del estaño donde la minería estatal presentó mayores deficiencias técnicas y administrativas, que no permitieron un aprovechamiento de este período.

Los problemas que arrastran las mineras estatales se remontan varios años atrás, incluso a partir del momento de su reversión, que, en cada caso, fue consecuencia de la aplicación de medidas improvisadas ante los enfrentamientos registrados en Huanuni (2006) y Colquiri (2012), respectivamente. Estas medidas no fueron acompañadas de una adecuada planificación estratégica desde la COMIBOL.

Según datos del informe 2019 de la Oficina Técnica para el Fortalecimiento de la Empresa Pública (OFEP) —que prefirieron no publicar, por obvios motivos—, se conoció que, hasta esa gestión, los mayores problemas de la COMIBOL en el orden administrativo eran los siguientes:

  • “Concentra la información financiera de las empresas (Huanuni, Colquiri, Corocoro, Karachipampa) y la propia corporación, lo que no permite identificar los resultados individuales.
  • Utiliza el NIT de la COMIBOL para todas las filiales, incluida la Empresa Metalúrgica Vinto, sin embargo, estas empresas tienen una administración independiente.
  • No tiene una estructura de Corporación, ni el estatus de filiales para las empresas, ni definidos lineamientos corporativos para las empresas.
  • Tiene problemas en el control de sus existencias y de sus activos fijos, incluso tiene inmuebles que no tienen registro de propiedad en DDRR, esto data desde hace más de 20 años.
  • Su sistema contable (Anita) es muy antiguo y no adecuado.
  • Tiene proyectos que salieron como empresas (Ej. Colquiri) o unidades productivas con las que aún no se conciliaron cuentas, estas se muestran como deudas siendo que debería cerrarse como transferencia de capital.
  • Tiene procesos sin regularizar con la ANB (Aduana Nacional de Bolivia) de 2014 y 2015 (maquinaria y equipo), actualmente la mercancía está como garantía ante la ANB, misma que ya puede ser ejecutada”.

Además, el informe de la OFEP recomendó: “De acuerdo al análisis financiero al agregado de la información de la Corporación se debe realizar una implementación profunda de Gestión Integral Riesgo para controlar la exposición a los precios de los commodities, se debe considerar este aspecto en todo el sector minero y metalúrgico de manera independiente en cada eslabón de la cadena productiva”.

Y es precisamente esta recomendación que, al no ser subsanada, es la que más expone a la minería estatal ante las bruscas caídas en el precio de los minerales, tal como sucedió en los últimos tres meses. Caídas que dejaron de lado los discursos exitistas de autoridades y las aspiraciones de los trabajadores.

Desapercibido para muchos, el mes de mayo reportó una alerta por demás preocupante para nuestra minería de occidente del país, el inicio de la caída sostenida de la cotización del estaño en el mercado internacional. A inicios de abril, la Libra Fina (LF) de estaño cotizó a $US 20, descendiendo a $US 15 para mediados de mayo.

Este primer desplome en el precio del estaño debía provocar una urgente reflexión de ejecutivos, dirigentes y trabajadores de las estatales Huanuni, Colquiri y Vinto, además de cooperativistas mineros de Oruro, La Paz, Cochabamba y Potosí, que viven de su explotación y comercialización, empero, el optimismo seguía. Y es que los promedios registrados en los meses de febrero y marzo de esta gestión, que llegaron a $US 22 la LF, causaron bastante expectativa entre los operadores mineros, incluso en las autoridades de gobierno, que vieron una esperanza en el incremento del precio del estaño inclusive para subsanar las deudas de Vinto y el déficit económico de Huanuni.

Hoy, el comportamiento del precio del estaño y su volatilidad nos recuerda nuestra fragilidad por la dependencia del comportamiento del mercado internacional, ante la incapacidad de poder otorgar valor agregado a la producción minera nacional.

El estaño es la muestra de que la fundición no es suficiente para superar nuestros males en la minería y que la falta de industrialización de los minerales seguirá provocando estos sobresaltos en la economía boliviana.

Está claro que, como país -ante la falta de una política minera, plasmada en un Plan Sectorial Minero Metalúrgico-, no sabemos aprovechar las coyunturas de precios altos para un beneficio general. Hoy, los precios altos instigados por el déficit de metales debido al aumento de la demanda del sector de la electrónica y tecnología y el estancamiento en la producción mundial del estaño, no son vistos como factores de oportunidad.

El estaño continúa siendo nuestra quimera, como lo fue la minería del siglo XX, que enriqueció a unos pocos que exportaron sus fortunas a ultramar. La misma minería que dejó desventuras para muchos que, por ejemplo, pagaron el precio con “relocalización”. Todo esto debido a nuestra falta de autocrítica sobre las prioridades nacionales; una autocrítica que debería ayudar a mirar el mediano y largo plazo.

Pero el drama no quedó ahí. En agosto, el desplome en el precio del estaño persistió, cayendo hasta los $US 11 la LF, manteniendo esta tendencia en promedio. Esta considerable caída coloca en nuevos cuestionamientos a viejas preocupaciones de los mineros, tanto cooperativistas como estatales, que vieron en los precios elevados una oportunidad para el resurgir de sus distritos.

En las consultas realizadas semanas atrás en el distrito minero de Colquiri, nos informaron que el punto de equilibrio de esta minera estatal estaba en $US 12, un dato preocupante, de ser verídico, por ser muy elevado, considerando la cotización actual. Al respecto, hay que recordar que el punto de equilibrio de Colquiri en 2015 alcanzaba a $US 6,5. En esa misma gestión, el punto de equilibrio de la Empresa Minera Huanuni alcanzaba a $US 7,50. Actualmente, a 2022, se desconoce este dato de esta última.

Los precios bajos de los minerales, particularmente del estaño, provocan una frágil situación financiera para Huanuni, Colquiri y, por ende, para la fundidora de Vinto. Y es precisamente este descenso en los precios que motivó el resurgimiento de “pendientes administrativos” o deudas impagas entre los operadores estatales mineros, como sucede en el caso de Vinto.

En mayo de 2020, ejecutivos de la metalúrgica Vinto alertaron de la deuda millonaria impaga de esta empresa con los operadores mineros que entregaron sus cargas de estaño para su tratamiento. La cifra develada alcanzaba a $US 83 millones. Esta deuda era el resultado de una mala política de administración de la metalúrgica que definió, desde 2007, cobrar un bajo costo por el tratamiento, fecha en que pasó a la administración estatal.

Esta política fue aplicada por más de una década, hecho que derivó en pérdidas millonarias y falta de liquidez, que se complicó por la pandemia del COVID-19 y se extiende hasta la actualidad.

Tras estas revelaciones, en junio de 2020, un grupo de mineros de Huanuni tomó las instalaciones de Vinto, exigiendo el pago de $US 39 millones —deuda pendiente por la venta de estaño—. La medida fue apaciguada a través de compromisos de pago. Estas protestas también cesaron por la expectativa que se produjo por el incremento inesperado en el precio del estaño, sin embargo, ante una nueva caída en los precios, los conflictos resurgieron en 2022.

El 2 de agosto de este año, los mineros de Huanuni tomaron nuevamente los predios de la metalúrgica de Vinto, esta vez exigiendo el pago de $US 54 millones por la entrega de concentrados de estaño entre enero y julio de este año; además, exigían el pago de la deuda anterior, que superaba los $US 50 millones.

Estos problemas de pagos incumplidos siguen sin solución concreta, hecho que se agrava con la actual volatilidad en el precio del estaño en el mercado internacional.

Como forma de afrontar el vaivén de precios, las autoridades de gobierno y los ejecutivos de las estatales mineras, vuelven al recurso clásico ante escenarios de bajas cotizaciones, enfrentarlas con mayor producción. Empero, ¿ambas mineras estarán en capacidad de afrontar este reto? Considerando las limitadas labores de geología para ampliar la vida útil de sus yacimientos, lo cual derivó, como en el caso de Huanuni, que no se ponga en marcha el nuevo ingenio Lucianita, inaugurado en febrero de 2015.

Las autoridades prefieren recurrir a esta vieja receta antes que ver las oportunidades que plantea el mercado mundial de minerales, particularmente para el estaño.

En 2021, el Servicio de los Estados Unidos actualizó su lista de minerales críticos con 50 elementos, dentro de los cuales está incluido el estaño. Nuestra producción nacional de estaño de 2021 alcanzó a 19.628 Toneladas Métricas Finas (TMF) por un valor de $US 643 millones. De esta producción, apenas 16.257 TMF lograron un valor agregado al ser procesadas a estaño metálico. De este volumen, la metalúrgica Vinto solo llegó a procesar 11.991 TMF, dejando el saldo a la metalúrgica privada.

Como país, nuestra exportación de estaño alcanza a 15.819 TMF, y tiene a tres clientes potenciales: Estados Unidos, con 8.304 TMF, seguido de los Países Bajos con 4.034 TMF y el Reino Unido con 2.602 TMF.

Aún con la repentina caída del precio del estaño ocasionada por el enfriamiento de la economía de Estados Unidos, en la actualidad el promedio de cotizaciones es de $US 11 la LF, un precio que resulta espectable, ya que repite el promedio registrado el año 2011.

Actualmente, no se tiene conocimiento del desarrollo de trabajos de prospección y exploración que permitan desarrollar nuevos proyectos en la cadena del estaño o que al menos alargue la vida útil y mejore los niveles de producción de Huanuni y Colquiri, que justifique las inversiones realizadas en sus nuevos ingenios y que, por ende, permita usar la capacidad plena de 18.000 TMF del horno Ausmelt instalado en Vinto.

Si nuestro país no supera la condición primaria de la minería, si no apunta a solucionar las deficiencias administrativas en las empresas estatales y si no perfila estratégicamente a nuestra minería hacia los estándares y demandas del contexto internacional, de nada nos servirá estas coyunturas de precios altos, ya que hasta ahora solo nos limitan a consolidar la visión rentista, dejándonos expuestos al comportamiento del mercado internacional de minerales.

*Alfredo Zaconeta Torrico es investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario – CEDLA