Informe de la Gestión de gobierno 2013. ¿Y el empleo presidente Morales?

En una larga alocución, el 22 de enero, el presidente Evo Morales presentó el informe de gestión del año 2013. Varios tópicos fueron objeto de numerosas cifras estadísticas y de consideraciones generales orientadas a destacar los logros del gobierno desde el año 2006 con un claro objetivo político en tiempos pre electorales: convencer a la población que desde el 2006 y particularmente, desde el 2009 con la creación del Estado Plurinacional, Bolivia es otro país, anti neoliberal, anticapitalista y anti imperialista, casi un paraíso económico. Si bien se mencionaron algunas “debilidades y errores” resulta claro que el mensaje principal fue que con el MAS el país es otro y que, en el futuro es el único partido político llamado a continuar para garantizar este cambio. Sin embargo, hablando de debilidades, es importante considerar que el país cambió positivamente para unos pocos y se mantuvo igual o peor para la gran mayoría de la población.

Una de las dimensiones débilmente referidas por el mandatario fue la situación del empleo, una problemática de gran preocupación para la población boliviana que revela precisamente que las cosas no cambiaron y más bien parecen haber empeorado. Con imprecisiones y bajo el convencimiento “que todavía tiene que estudiarse para saber si hemos bajado o hemos subido”, (Informe de la gestión 2013, 22/01/14) el informe subrayó que la tasa de desempleo habría disminuido drásticamente en el período 2005 – 2012 de 8.1% a 3.2% e incluso a 2.2%, develando inseguridad en las cifras debido a la endeble fuente oficial de información.

Más allá de las imprecisiones, el mensaje es claro: en el país, el desempleo es casi marginal, por lo que estaríamos viviendo una situación de pleno empleo, un paraíso laboral. El dato corresponde al ámbito nacional, olvidando que el desempleo es un problema urbano y que concierne a alrededor del 70% de la población boliviana que vive en las ciudades. En este sentido, información del CEDLA correspondiente al eje central urbano del país y a El Alto, reveló que la tasa de desempleo abierto en el 2011 fue de 7.9% mostrando una relativa disminución con relación a años anteriores (en 2009 alcanzó la tasa más alta, 11%) debido al desaliento y a la migración internacional. La misma fuente resaltó que el desempleo se concentró con mayor fuerza en las poblaciones de jóvenes, mujeres, de personas con mayor nivel educativo y de aquellos con bajos ingresos.

Es necesario remarcar que el desempleo es uno de los indicadores de la situación del empleo, que refleja sólo una parte de la problemática laboral del país. Justamente, desde una mirada más amplia, estudios del CEDLA demostraron que en la primera década del presente siglo, se profundizó y generalizó la precariedad laboral afectando a 86 de cada 100 ocupados en el eje central urbano, habiendo contado con empleos inestables, bajas remuneraciones, sin seguridad social de largo plazo, jornadas de trabajo flexibilizadas y con derechos laborales restringidos.

A esta pérdida apreciable de la calidad del empleo, se suma un alto subempleo invisible (60%), elevada informalidad (65%), mayor concentración de empleos en puestos con baja calificación laboral, concentración ocupacional en el sector terciario, alta segregación laboral en contra de las mujeres y de los jóvenes, considerable brecha salarial entre hombres y mujeres, elevada tercerización y subcontratación laboral y, la continuidad de las prácticas de flexibilización laboral. En síntesis, el empleo fue el gran perdedor en el último tiempo resultado de la vigencia del patrón de acumulación primario exportador en el país.

El presidente también señaló que el salario mínimo nacional en el período 2006 – 2013 se habría casi duplicado nominalmente (173%) y habría logrado un “incremento real” de 105%, sin mencionar que estos datos corresponden a la aplicación en el país de una política de contención salarial consistente en mantener el precio bajo de la fuerza de trabajo en provecho del capital. El 2013, el salario mínimo nacional fue fijado en Bs 1.200 equivalente al 56.6% del costo de una canasta normativa alimentaria (Bs. 2.120 en 2012) y aproximadamente al 25% con relación a una canasta básica familiar (Bs. 4.850 en 2012), evidenciando montos bajos que ahondan la crítica situación económica de la población ocupada. Es oportuno que el presidente y su equipo conozcan que en el eje central urbano del país, aún existe una cuarta parte de trabajadores asalariados que ganan por debajo de un salario mínimo nacional.

En el próximo informe gubernamental, es probable que continuemos escuchando más datos que destaquen logros, incurriendo nuevamente en inconsistencias e información parcial que ocultan la crítica situación del empleo y de los trabajadores en el país y descubren que el empleo y la mejora de las condiciones laborales ocupan un lugar secundario en el modelo de economía plural vigente. 

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