Eju.tv • Bono demográfico: ¿oportunidad o pérdida? • 14/03/2016

Iván Arias Duran

Con el auspicio del UNFPA y de la CAF, que preside el boliviano Enrique García, y que en Bolivia la representa Emilio Uquillas, se llevó a cabo, con gran acierto y pertinencia, el I Encuentro de Líderes Juveniles (9/3/16). El evento contó con presencia de una veintena de dirigentes juveniles, hombres y mujeres de varias partes y sectores del país.

En primera instancia, los noveles líderes dialogaron sobre los desafíos de América Latina. El estractivismo y la corrupción generalizada centraron el diagnóstico como algunas de las causas del retraso de países del continente.

«Hurgar las entrañas de la Pachamama y extraerle sus frutos son la causa de nuestra inmovilidad nacional y repetición de errores que nos impiden despegar”, decía uno de los participantes. «Por eso -remataba una participante -cuanto más estudiamos menos trabajo hallamos, porque no hay lugar para los creadores, para los innovadores, para los emprendedores”.

Autocríticamente también se decía: «Lo joven rápidamente se hace viejo y sin darnos cuenta, con el pasar de los años, estamos haciendo lo que alguna vez criticamos: vivir de los recursos naturales y enriquecernos rápido, lo que nos lleva a ser los nuevos corruptos”.

Buscando salidas al futuro, las juventudes presentes hablaron sobre las nuevas tecnologías, las redes sociales y el desarrollo del conocimiento como el camino para romper el círculo vicioso de pobreza-bonanza-despilfarro-pobreza.

«Los que no tenemos la oportunidad de ir a la universidad, gracias a Dios que hay el celular, desde este aparato aprendemos, desde la net nos capacitamos y estamos conectados al mundo para darnos cuenta que algo debemos hacer para romper este hechizo”. Los dialogantes cayeron en cuenta que vivimos otra era, la edad del grafeno que marcará un antes y un después en el desarrollo de la humanidad. ¿Estamos preparados para ello?, fue la pregunta que rondó en el ambiente.

La segunda parte del encuentro estuvo centrado en descifrar, comprender e identificar las oportunidades del bono demográfico. En Bolivia, cada año, la proporción de niños y personas dependientes se reduce, mientras que el porcentaje de la población en edad de trabajar (comprendida entre 19 y 64 años de edad) va aumentando, para representar el 46% (en 1992), el 48% (en 2001) y el 54% (en el año 2012).

La UNFPA establece que este bono durará entre 30 y 40 años. Bolivia es el país más joven de Sudamérica (en comparación con un escaso 26% de menores de edad en Chile, 29% en Argentina y 30% en Brasil) (PNUD-2014).

Este crecimiento de la proporción de población boliviana en edad de trabajar es una coyuntura extraordinaria para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza, arrancar el crecimiento interno y consolidar bases para un futuro más prometedor y estable.

Un mayor número de jóvenes representa menor gasto público y mayor dinámica productiva. Este bono representa una importante ventana de oportunidad para el desarrollo de una nación, y lo han sabido aprovechar países como, Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, Japón, Corea, Taiwán, India y China.

Es una ventana de oportunidad que permite a un país optimizar sus inversiones en la formación de capital humano, orientando sus inversiones sociales y económicas a los y las jóvenes para hacer de Bolivia un país industrializado, basado en la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la diversificación.

Este bono impulsa la emergencia de nuevos desafíos para el modelo de desarrollo boliviano porque están germinando nuevas visiones, nuevos imaginarios sociales, culturales y políticos que serán los determinantes del futuro. Si la juventud es la nueva fuerza motriz del desarrollo boliviano, ¿qué estamos haciendo para aprovechar esta oportunidad? Tenemos que ser conscientes de que es una oportunidad y que si no la sabemos aprovechar, las nuevas generaciones iniciarán un proceso de éxodo hacia otros países, donde les den oportunidades que aquí se les niega.

Por eso, el bono demográfico no garantiza de manera automática mejoras en las condiciones de vida de una población. Según el reporte del Latinobarómetro 2011, un 13% de la población en Bolivia pertenecería a la «generación ni-ni”, que ni trabaja ni estudia.

No se trata de «vagos” queriendo pasarla bien. Todo lo contrario, su problema es que no eligen o no encuentran empleo. El CEDLA apunta que de los 53.000 bachilleres que egresan cada año en el país, sólo el 20% consigue un trabajo, pero sin beneficios sociales y con bajos salarios.

Así, la «generación ni-ni” es el resultado de que en Bolivia no se realizan inversiones públicas significativas en educación, salud. Los jóvenes se ven afectados por la inseguridad ciudadana y, cada vez más, prefieren acceder a recursos fáciles a través de la delincuencia y los trabajos fáciles. Ese es el origen de las pandillas.

La «generación ni-ni” existe porque el sistema educativo está muy lejos de dar a los estudiantes el impulso necesario para que sean más proactivos y desarrollen actitudes emprendedoras. Se los educa para seguir a la educación superior y en ésta para buscar empleos en modalidades tradicionales. Como no los encuentran, se desilusionan y permanecen en espera de que se los absorba en empleos familiares o remunerados.

«Las universidades no son verdaderos nidos de empresas, el sistema financiero no tiene mecanismos de canalización de capital de riesgo para proyectos y el sistema político no genera la certidumbre y estabilidad que se necesita para realizar emprendimientos productivos” (R. Laserna, 2015).

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