Hidrocarburos Bolivia • Alvaro Ríos: «El mercado es la mejor ley, tener un Estado intervencionista no es sostenible»

Alvaro Ríos: «El mercado es la mejor ley, tener un Estado intervencionista no es sostenible»

Esta nota surge de una conversación informal con Álvaro Ríos Roca, ex ministro de Hidrocarburos y Energía durante el Gobierno de Carlos Mesa, que pone en el tapete de la discusión temas como el de los modelos de producción a gran escala, con recursos naturales ajenos cada vez más escasos. En el centro de su análisis, Bolivia, un país al cual le exige contar con un mercado libre y sin restricciones para la Inversión Extranjera Directa, ávida de materias primas. Una lectura que expresa, no cabe duda, el pensamiento de un sector que reclama permanentemente una mayor seguridad jurídica para solventar, precisamente, proyectos a gran escala a partir de recursos naturales como el gas natural.

Para Ríos, consultado sobre si el sector de los hidrocarburos y la energía está bajo la batuta del Estado o si continúa siendo el mercado el que sigue digitando los contornos y el fondo de este sector, “el mercado es la mejor ley”.

“Yo creo que el mercado es tan o más importante que la Ley de la Gravedad. El mercado definitivamente es el mejor regulador. El Estado que quiere poner precios al tomate, a las arvejas, al gas natural, a lo que deben ganar los periodistas y a cualquier otro producto o servicio, está equivocado porque no tiene una buena asignación de costos para hacerlo. La única forma de bajar los precios en beneficio del pueblo es producir y ofertar más. Mientras más se produce, existe más oferta y eso hace que los precios bajen”, precisó.

Es mas, está convencido de que Bolivia va a seguir viviendo bajo la Ley de la oferta y la demanda. “Me alegra mucho que este Gobierno siga en esa ruta porque es el mejor camino”, precisó y acotó que “tener un Estado muy intervencionista, dirigido a disponer qué vender, cuándo, en cuánto y cómo, es insostenible”.

La apertura a este diálogo surge justo cuando un documento del CEDLA asegura que el actual Gobierno ha decidido encontrar su equilibrio entre un discurso que alude al Estado sin olvidarse del mercado.

“Desde la perspectiva de la gestión económica del MAS, que postula un sui géneris modelo de economía plural pero que opera sobre las mismas bases de la economía capitalista neoliberal del pasado reciente, la promulgación del “gasolinazo” marca el momento en que la política oficial se sincera; significa la sintonización entre las acciones y el discurso. De aquí en adelante, se puede afirmar que el Gobierno expresará sus propósitos en correspondencia con su contenido, es decir en un lenguaje abiertamente neoliberal, enarbolando los conocidos paradigmas de estabilidad monetaria, igualdad de precios, libre competencia y garantías a la inversión extranjera”, dice el CEDLA en el contexto de un nuevo análisis de la política económica, fiscal y petrolera del país.

En esta línea, Ríos acota que: “Si bien hay una alta presencia del Estado como empresa, se requiere al empresariado privado. Creemos que el mercado, principalmente los mercados externos, se rigen por la oferta y la demanda y esto va a seguir así, como la Ley de la Gravedad allí estará, creo que Bolivia no va a poder cambiar que la oferta y la demanda del mundo cambien”.

¿QUÉ PASARÁ?
Se afirma que una de las características del modelo capitalista es que siempre tiene que estar creciendo y que crece fundamentalmente en base a recursos energéticos, ¿qué pasará con este modelo si se acaban los recursos naturales?, se le consultó a Roca en el marco del Café Energético de esta casa periodística.

“Se dice que cuando un país crece al 6 por ciento, la energía crece casi al doble, entonces hay una fuerte correlación entre crecimiento económico y necesidad de más energía, consiguientemente, todo lo que estamos viendo está muy asociado a países como la India, China y Brasil, no hay ninguna duda. En este momento hay 300 millones de chinos aproximadamente que han ingresado a una economía de mercado, consumista, que demanda relojes, automóviles y un sinfín de productos, mientras el poder adquisitivo de otros en occidente está bajando, por tanto, el mundo se va ir equilibrando a eso”, dijo remarcando que “no todos pueden vivir tan bien”.

En su criterio, “el mundo se va igualando y seguramente algún momento el mundo va a necesitar una guerra. Porque cuando estemos superpoblados ni los alimentos, ni los energéticos van a alcanzar, entonces va a tener que pasar algo como una guerra, para que los que queden vivan un poco mejor”.

Una medida fría, ¿verdad?. “Sí, es fría, en el largo plazo algo así va a tener que ocurrir”.
En este marco se le consultó si esta situación estaba planteando el control de los recursos naturales, a partir de criterios como el de la eficiencia energética, que podrían ser parte de una geoestrategia de algunos gobiernos en su afán por tener una gestión controlada de los energéticos como el gas y el petróleo en el mundo.

“Exactamente, pero la eficiencia energética debe ser manejada a través de la tecnología, yo recuerdo bien que Fidel Castro, que me invitó a Cuba, en ese entonces financiada por la Unión Soviética para tener energía, tuvo que tomar medidas cuando el modelo socialista/comunista se cae y Cuba se ve confrontada a cambiar los aparatos electrodomésticos ineficientes que tenían con un consumo de energía muy alto para lo que producían”. Recordó al precisar que, sin embargo, ello no significaba, en perspectiva, dejar de congelar la carne, sino cambiar los refrigeradores por otros que la ciencia los había tornado más eficientes.

“Eso es algo que el planeta está trabajando todos los días”, anotó aunque remarcó que el ser humano no va a dejar de usar energía al punto de retornar a la época de las cavernas. “Entonces,-dijo-primero conciencia en el uso con medios y precios y segundo, siempre la mejora tecnológica para no dejar de tener aire acondicionado, pero, con menor gasto energético”.

Considera que “al ritmo que está creciendo el consumo del mundo, este no va a disminuir, especialmente en atención a los modos de consumo de los países en vías de desarrollo, principalmente de Asia, que están siguiendo las mismas pautas de consumo energético de los países occidentales, porque es el único modelo que al ser humano, que es individualista, le produce bienestar”.

EL VALOR DEL GAS
Consultado sobre la posibilidad de que el gas apuntale proyectos productivos y nos permita tener educación y tecnología, como indicadores de niveles de desarrollo, además de ser exportado, Ríos respondió:” Totalmente de acuerdo, los beneficios del gas deberían volcarse en gran medida a educación, ciencia y tecnología y proyectos productivos y no a generar populismo con el pago de bonos. Regalar es generar más pobreza”.

En este marco, agregó que: ”En el tema del gas alguien en Bolivia nos ha dorado la perdíz en relación a la industrialización, puesto que el 90 por ciento del gas en el mundo se quema y puedo probarlo con todas las estadísticas que hay, solamente el 10 por ciento se transforma en metanol, en urea o en algún otro producto derivado por transformación química, por tanto, Bolivia no va a escapar a esa realidad”.

“Es imposible que todo el gas boliviano se industrialice, el gas sirve principalmente para quemarlo y en plantas termoeléctricas”, acotó. Por ello recomienda que si se va a hacer plantas termoeléctricas se busque exportar energía eléctrica a Chile, aunque aseguró que el valor agregado al gas por concepto de electricidad es “insignificante”.

“El gas es preferido y genera muchas veces más valor cuando se lo quema, y eso es lo que tenemos que entender los bolivianos, ese es el valor del gas y el actual Gobierno se ha dado cuenta de esta realidad y por eso el tema de la industrialización ya ni lo menciona y anda de tumbo en tumbo, porque se ha vuelto realista y pragmático. Si no, ¿porqué priorizó las reservas probadas existentes para la Argentina en lugar de destinarlas a la industrialización?. Porque se dio cuenta que generan más valor, a no ser que tengamos un gran excedente de gas sin mercado, situación que no ocurre mas”, arguyó.

Mas aún, considera que el proyecto de urea proyectado para instalarse en el Chapare “si se hace va a nacer muerto”, en la medida que se requeriría transportar gas donde no hay y llevar los productos terminados a la frontera con Brasil incurriendo en gastos que de ninguna manera harían sustentable dicho proyecto. “La logística-agrega- para sacar los productos desde el Chapare es altamente complicada, no vamos a poder llegar competitivamente a los mercados del Brasil o a ultramar desde el Chapare”.

MÁS RENTABLE EXPORTAR GAS QUE INDUSTRIALIZAR
Para Ríos la cuestión es cómo lograr una industria petroquímica de gran escala, sostenible en el tiempo, mirando los mercados de exportación y que el remanente quede en Bolivia.

“Tenemos que hacer plantas petroquímicas de escala, muy grandes y el Chapare no es el lugar adecuado. El sitio ideal es Puerto Suárez e Ilo”, aseguró a tiempo de remarcar que: “Más allá de todo eso yo quiero decir que muchas veces es más rentable vender el gas a buenos precios que transformarlo vía la industrialización, a muy bajos precios. Esto requiere de análisis y este es el mío, mientras no existan excedentes de gas que complementen la exportación”.

“Podemos hacer energía eléctrica del gas pero lo que tenemos que entender es que no podemos industrializar el 80 por ciento de nuestro gas, tenemos que pensar que máximo podemos industrializar un 10 por ciento y que lo tendríamos que hacer en algún lugar con puerto, con acceso a mercados, con plantas de gran escala, con alta tecnología y eficiencia”, precisó.

REPATRIAR LAS INVERSIONES
Para Álvaro Ríos, que habita diferentes escenarios del mundo energético nacional e internacional en su calidad de ex ministro del sector y como analista de varias revistas especializadas, es importante elaborar una nueva ley para que el sector transcurra dentro de los márgenes de una seguridad jurídica que, fundamentalmente, reglamente y clarifique la CPE y que en ese marco permita a las empresas petroleras repatriar sus inversiones. Uno de los talones de Aquiles de la CPE, en su criterio.

Considera que superada esta situación, el país estaría en condiciones de captar una mayor inversión para incrementar las reservas y, después, la curva de producción de gas con nuevos mercados. Ello le permitiría ratificar su rol de exportador y articulador energético no solamente ante Brasil y Argentina sino también frente a Chile que, desde su punto de vista, sería el mejor comprador del gas boliviano, así como también Ilo más adelante.

En este marco, diferenció la situación de las empresas inversoras como Repsol, frente a aquellas otras empresas prestadoras de servicios al sector que han llegado al país a vender maquinaria y tecnología, sin el riesgo de invertir y de tener que recuperar sus inversiones a largo plazo, remarcando que estas no piden seguridad jurídica sino cartas de crédito.

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