Hidrocarburos Bolivia • Aumenta la dependencia de las materias primas
ESTUDIO | Un informe del Cedla advierte que el país está reforzando su carácter primario exportador y está dejando de lado la industrialización y la diversificación productiva. Hay fragilidad fiscal y serios riesgos por el «boom» del gas.
La dependencia que tiene Bolivia de sus materias primas demuestra que la estructura de la economía nacional está dirigida, cada vez más, a la exportación de gas natural y de los minerales, y no así a generar valor agregado.
Según un informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), las políticas nacionales lejos de impulsar un proceso de industrialización interno, hace que los excedentes generados en el negocio del gas están llevando a Bolivia a “sellar” su condición de país extractivista, exportador y extremadamente dependiente de las materias primas y de los recursos naturales no renovables.
En opinión del investigador del Centro de Documentación (Cedib), Gustavo Rodríguez, la razón por la que en el país no existe un proceso profundo de industrialización o de dar valor agregado a las materias primas se debe a que la economía nacional está “totalmente transnacionalizada”.
“Cuando digo transnacionalización me refiero al hecho que todo el aparato productivo del país y el funcionamiento de las instituciones estatales en torno a ese aparato productivo están en función de satisfacer las necesidades de las transnacionales y no del país.
Es por eso que hasta el día de hoy, a pesar de los discursos que existen, no se ha industrializado los hidrocarburos, los minerales, ni tampoco se da valor agregado a los recursos forestales que exportamos”, dice.
Cifras
Los datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) establecen que alrededor de un tercio de los ingresos fiscales de Bolivia se origina en la explotación del gas natural.
Según el estudio del Cedla, los informes oficiales sobre las exportaciones también ratifican esta tendencia.
En el último quinquenio, las exportaciones bolivianas han aumentado de poco más de 1.200 millones de dólares a casi 5.300 millones, producto de la creciente importancia de los sectores extractivos de hidrocarburos y minería que actualmente contribuyen con alrededor del 80 por ciento del valor de las exportaciones.
Hace 12 años (1998) esa participación era del 47 por ciento.
El crecimiento en la producción de gas, petróleo y minerales es el que sustenta los niveles de crecimiento económico alcanzados en la segunda mitad de esta década, que están alrededor del 5 por ciento.
“Entre 2004 y 2005, el crecimiento del sector de hidrocarburos fue alrededor del 25 por ciento del crecimiento económico del país, y en 2008 el crecimiento del sector minero fue casi el 40 por ciento del crecimiento económico del país”, señala el Cedla.
Rodríguez recomienda que el Gobierno cambie la forma de introducción de la economía mundial en el país, en base a un rol más activo en todo lo que representa la cadena productiva del Estado, rompiendo la consigna impuesta por el neoliberalismo: “exportar o morir”.
“El Estado tiene la capacidad suficiente para invertir. Lo que le está faltando es un enfoque económico agresivo. En la época del neoliberalismo se impuso la idea de que el Estado tiene que invertir sólo en infraestructura y no en actividades productivas que den valor agregado”, sostiene el investigador.
RENTISMO IMPRODUCTIVO
Según la investigación, “la diversificación productiva y la industrialización, hasta ahora, sólo aparecen en los discursos oficiales que no alcanzan para revertir una realidad signada por una creciente dependencia de las materias primas y un rentismo improductivo que se apodera del país y de las regiones”.
Frente a ello, el estudio sobre el impacto de la renta de los hidrocarburos en las finanzas públicas plantea una serie de acciones y medidas. Sugiere que el Estado ponga más atención en obtener valor agregado a los productos.
DIRECCIONAR LOS GASTOS
“Se requiere de políticas dirigidas a quebrar la extrema dependencia fiscal que se tiene de la renta de hidrocarburos, a fin de asegurar cierta estabilidad en las finanzas públicas y del Estado”, dice el estudio al destacar la volatilidad de estos ingresos.
Otra recomendación plantea que el gasto fiscal en las regiones sea orientado al sector productivo para impulsar el desarrollo de las regiones y la reducción de la pobreza. Además, de crear mayores fuentes de trabajo que vayan a palear la falta de fuentes laborales.
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