Mujeres jóvenes de América Latina: menos oportunidades, pero mucho más empeño
Aquí Noticias (México). 20 de abril de 2017
Las mujeres jóvenes en América Latina tienen tres veces más probabilidades de no tener empleo, no estudiar, ni recibir capacitación que los hombres. Sin embargo, la tasa de las que no tienen empleo, ni estudia, ni recibe capacitación disminuyó de 39 a 35 por ciento entre 2013 y 2014, indica el documento “Perspectivas económicas de América Latina 2017. Juventud, competencias y emprendimiento”.
El informe, elaborado por la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL), Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señala también que las jóvenes latinoamericanas por lo común trabajan en el hogar, “lo que hace pensar que la brecha de género está relacionada principalmente con normas culturales”.
Ingresos
Sobre la significativa brecha entre los ingresos de los y las jóvenes, el texto dice que esta se explica parcialmente porque las mujeres acumulan menos experiencia laboral y eligen empleos que les permiten hacerse cargo de más tareas en el hogar como cuidadoras principales. De esta forma, con historias laborales interrumpidas, normalmente trabajan en sectores menos productivos y disponen de trabajos menos seguros.
Además, se destaca que la distribución desigual del trabajo no remunerado en el hogar impide a las mujeres lograr la autonomía económica y su plena integración en el mercado laboral.
Y esto sucede, dice el informe, pese a que, en promedio, las mujeres alcanzan niveles educativos superiores a los hombres, y debido a los patrones sociales y culturales asociados con la discriminación salarial por motivos de género.
Más educadas
Las mujeres se han beneficiado en mayor medida que los hombres del aumento del promedio de años de educación en la región, dice el documento.
“Las mujeres están dejando atrás a los varones en los 17 países para los cuales hay datos disponibles. En 2014, las mujeres acumularon, en promedio, más años de educación que los hombres en 12 de los 17 países. La mayor diferencia de géneros se registró en el Estado Plurinacional de Bolivia, donde las mujeres lograron un promedio de medio año más de educación que los hombres en 2014 con respecto a 2004.
Emprendimiento, menos resultados
El emprendimiento, explica el Informe, no está ofreciendo todo su potencial de autonomía y empoderamiento económicos a las mujeres de la región, sobre todo a las jóvenes. Y esto sucede, pese a que las mujeres de 25 a 29 años, tanto a escala mundial como regional, son más susceptibles de abrir sus propios negocios que los emprendedores. Y pese también a que en materia educativa la brecha de género se reduce o incluso se invierte, lo que supondría que sus oportunidades económicas a través del emprendimiento son similares.
No sucede así y esto se refleja en que hay menores impactos y tasas de supervivencia de los negocios dirigidos por mujeres. Sus negocios, dice, se concentran más en sectores menos productivos, como en la industria y el sector público, lo que revela también que las jóvenes estudian en menor proporción que los hombres ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas, áreas que tienen una perspectiva de dar mayores remuneraciones.
Además, el emprendimiento para ellas “suele ser un antídoto contra la discriminación en el lugar de trabajo y otras barreras para acceder al empleo formal ligadas a percepciones discriminatorias contra las madres trabajadoras jóvenes”.
Así, el emprendimiento se percibe a menudo como un medio para equilibrar las responsabilidades laborales y familiares: las mujeres de la región pasan más del doble de tiempo que los hombres en trabajos de cuidado no remunerados y, combinando empleos remunerado y no remunerado, trabajan más horas.
Embarazo temprano
Destaca asimismo el Informe que las tasas de embarazo temprano siguen siendo un reto pendiente en la región y crece la preocupación por los riesgos reproductivos a los que se enfrentan, además de las amplias repercusiones negativas que tiene este fenómeno no solo en el desarrollo de las jóvenes, sino también de las familias y la sociedades a las que afecta.
A pesar de los esfuerzos realizados para reducir las tasas de embarazo adolescente, el indicador se ha estancado en niveles muy altos en muchos países de América Latina y el Caribe, señala el texto.
El embarazo adolescente, explica, “afecta a mujeres jóvenes de estratos socioeconómicos bajos de una forma desproporcionada”. “Históricamente, se ha asociado la fecundidad adolescente con la pobreza” e independientemente del indicador que se use para medir esa relación (lugar de residencia, educación o riqueza de las familias), existe una relación inversa entre las tasas de fecundidad adolescente y el estatus socioeconómico.
Algunas soluciones
El embarazo adolescente y las tareas domésticas son las dos principales razones que explican por qué las mujeres jóvenes abandonan la escuela y no ingresan al mercado laboral, asegura el Informe “Perspectivas económicas de América Latina 2017. Juventud, competencias y emprendimiento”.
Para enfrentar esta situación que viven las jóvenes de la región, es necesario, proponen expertos citados en el reporte, que las políticas públicas de educación se orienten a reducir el número de embarazos adolescentes, a través de la promoción de los derechos sexuales y reproductivos en la educación pública, así como de servicios de salud sexual y reproductiva que presten atención oportuna, apropiada, universal y de calidad.
A esto debe sumarse una legislación antidiscriminatoria que evite la expulsión directa o indirecta de las estudiantes embarazadas, así como con la creación de programas que promuevan la continuidad de los estudios para las madres (tales como guarderías gratuitas, horarios escolares y planes de estudio flexibles).
Las becas también ayudan a las jóvenes a no dejar la escuela y dan incentivos para que estudien en campos académicos con mayores retribuciones en el mercado laboral, como las ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas.
En suma, señala el texto, los servicios de guardería infantil asequibles y de buena calidad, la ayuda financiera y los métodos de enseñanza sin discriminación de género pueden ayudar a las jóvenes que no tienen trabajo, no estudian, ni reciben capacitación, en su tránsito a la educación superior y al empleo.
En el caso de los programas de capacitación y emprendimiento, los países deben identificar los componentes más eficaces, ya que pocos lo hacen, y evaluar su impacto social y rendimiento, en cuanto a supervivencia de los negocios o su alcance internacional.
Dichas evaluaciones, aclara, deben estar particularmente relacionadas con el género y el origen étnico.
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