Las jóvenes emprendedoras van contra la corriente

Página Siete. 16 de octubre de 2016

En La Paz habitan 355 mil jóvenes, son el 40% de la población total. Ante la falta de empleo digno, los jóvenes optan por el emprendedurismo.

A  sus 32 años, la ingeniera de sistemas Daniela García generó 10 fuentes de trabajo con su microempresa Elemental, donde niños y adolescentes se sumergen en el mundo de la programación. Ella pertenece al grupo de jóvenes que trabaja en el área de su profesión.

Cada año, de las universidades bolivianas egresan o se titulan 170 mil nuevos profesionales; el 50% consigue empleo –la mitad no en áreas de su carrera–, la mayoría son precarios y sin beneficios sociales.

Estas y otras razones, como la contracción de algunos mercados laborales, llevan a varios jóvenes a trabajar por cuenta propia.

La comunicadora Andrea Aliaga (36), dueña de The Bubble Tea Bar, un nuevo concepto de tomar té con burbujas, tiene cuatro empleados y ya dio una franquicia. Adriana (27), su hermana, decidió tomar el mismo camino.

La periodista Tatiana Sanabria (32) hace un año montó su estudio fotográfico para pasar más tiempo con su hija. La diseñadora gráfica Érika Aguilera, a la par de tener empleo, creó su microempresa con el fin de cubrir las necesidades económicas de su familia.

Lo que tienen en común es el riesgo que asumieron al invertir, entre 5 mil y 25 mil dólares, en sus emprendimientos. Además de lidiar con el burocrático papeleo que implica formalizar un negocio, un aspecto que desalentó a muchos, quienes pasaron a ser un «NiNi” (ni trabaja, ni estudia).

Según el gobierno, el desempleo juvenil llega al 3%. En ese panorama los jóvenes demandan la implementación de políticas públicas que generen fuentes de trabajo y que apoyen sus iniciativas; y no sólo programas y proyectos que les dan acceso eventual a un cargo, sino de largo aliento.

Baja y precaria oferta laboral

Si bien los datos de 2012 del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que el desempleo abierto urbano llega a 3,2%, un estudio (2011) del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) devela que en las ciudades del eje central urbano (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y El Alto) el desempleo juvenil es del 13,5%, cifra que casi duplica la tasa general (7,9%); mientras que el desempleo «ilustrado” (bachilleres, técnicos y universitarios) es del 12,5%.

La demanda laboral no apunta a jóvenes con alto nivel educativo, afirma Bruno Rojas, investigador del CEDLA. Explica que en La Paz y El Alto, dos tercios de la demanda (66%) se concentra en el comercio y servicios, donde requieren promotores, vendedores, recepcionistas, obreros y operarios, principalmente.

«Ni el Estado ni la empresa privada contrata a profesionales y técnicos”, remarca el investigador. Los datos del CEDLA develan que en La Paz, cerca del 8% de las empresas contrató a técnicos y en El Alto apenas el 2%. Las  vacancias para profesionales y técnicos en el Estado son mínimas; por ejemplo en 2013, en El Alto fue del 0,5% y en La Paz del 7,5%.

Para sortear estos problemas algunos jóvenes acuden a los programas estatales que promueven la inserción laboral temporal o apuestan por el emprendimiento y la innovación para tener empleo; aunque el autoempleo no cuenta con estímulos estatales.

El apoyo estatal y privado es temporal

Para el Banco Mundial, casi todos los países del mundo comparten el desafío de crear buenas oportunidades de empleo para los jóvenes y lo están haciendo con programas de aprendices, que se presentan como una fórmula prometedora. Con financiamiento de este organismo, en 2008, el Ministerio de Trabajo implementó el programa Mi Primer Empleo Digno para insertar a jóvenes de 18 a 24 años en un empleo formal. A la par, puso en marcha los programas Desarrollo de habilidades para jóvenes desempleados y de Orientación laboral. Entre 2010 y 2015, se invirtió 17 millones de dólares en esas iniciativas beneficiando a 14.598 personas.

En 2012, implementaron el Programa de Apoyo al Empleo (PAE) con el cual, hasta 2015, llegaron a 13.231 desempleados. La meta de este año es cubrir 4.000 más. Consiste en una breve capacitación, tras la cual se inserta a técnicos y profesionales en una fuente de trabajo, durante tres meses perciben un salario mínimo los no profesionales y uno y medio los profesionales.

El objetivo es que los beneficiados luego sean contratados por las empresas participantes. Entre 2012 y 2014, participaron 1.971 jóvenes (56% mujeres), cifra que muestra el bajo nivel de impacto con relación a las metas del proyecto, según análisis del CEDLA.

El pasado año, este Ministerio aprobó el Proyecto Mejora de la empleabilidad e ingresos laborales de los jóvenes 2015-2020, que abarcará las áreas urbana y rural. Mientras, con características propias, Mi Primer Empleo Digno también se ejecuta en los municipios de La Paz, El Alto, Sucre y Santa Cruz.

Para Rojas, el gobierno y los municipios hacen poco para generar políticas, proyectos y programas de alto impacto porque crean empleo temporal. «Quizá la alcaldía de La Paz sea una de las pocas que está haciendo alguno relativamente interesante”, remarca.

Desde 2007, la alcaldía de La Paz ejecuta el Programa Mi primer empleo que da una oportunidad de trabajo a egresados y titulados de las universidades en alguna repartición del gobierno municipal incentiva su compromiso con el desarrollo del municipio y busca contener la migración de recursos humanos calificados al exterior.

El Instituto de la Juventud está a cargo de esta actividad que posibilita que los jóvenes adquieran una experiencia laboral como lo exigen los empresarios, que en la mayoría de los casos esto les impide acceder a un puesto de trabajo, explica María Eugenia León, coordinadora de Investigación de ese organismo.

En su primera versión, se contrató a 150 jóvenes por tres meses, 67 fueron recontratados. En 2008, se extendió a seis meses y, excepcionalmente, en 2014 a un año. En ocho años, 700 jóvenes se beneficiaron del programa. En 2015, 43 accedieron al programa, 15 fueron recontratados. En su novena versión, Mi primer empleo contrató a 71 jóvenes por seis meses y con prestaciones sociales, servicio de salud; de acuerdo a su desempeño pueden ser recontratados.

En esta gestión, la atención en materia de empleo se amplía a tres programas. El 12 de julio, se lanzó el Programa Emplearse a través del cual se espera que 200 jóvenes sean contratados en una de las 14 empresas aliadas al mismo tiempo en 2016. El tercer Programa edil es Joven Emprendedor y apunta al autoempleo, para lo cual se otorga un capital semilla.

En el ámbito privado, un estudio del CEDLA señala que en gran parte los empresarios desconocen la existencia de políticas de empleo juvenil o cuentan con información general e imprecisa. Esto muestra una insuficiente articulación de las políticas con el sector empresarial, que posibilite que ese sector se interese en estas acciones.

Una de las intervenciones privadas reconocidas es el Innova Bolivia, una plataforma de apoyo que –a través de un concurso al que los universitarios presentan ideas, proyectos e investigaciones– logra acelerar el proceso de creación de empresas dinámicas de alto impacto, basadas en la innovación.

«Apostamos por la juventud, para que den un paso más allá”, señala Jorge Velasco, presidente de la Fundación Maya, impulsora de Innova Bolivia. Desde su primera versión, en 2006, hasta la sexta de este año, los universitarios presentaron más de 3.000 ideas, 100 emprendimientos ya fueron premiados. Este año, se destinaron 60 mil dólares para los 18 ganadores. Los primeros lugares reciben ente 4 y 5 mil dólares. «Es un capital semilla que les permite continuar con el desarrollo de sus proyectos”, remarca Velasco.

La urgencia de políticas de incentivo para emprendedores

La Ley de Juventudes, promulgada en 2013, reconoce el derecho de los jóvenes al acceso a un trabajo digno, con remuneración justa y seguridad social, a gozar de estabilidad laboral y horarios adecuados que garanticen su formación académica, entre otros.

La misma norma en sus artículos 30 y 33 propone la promoción de formas colectivas de producción (asociaciones, cooperativas y comunitarias) y el apoyo al emprendimiento juvenil en diversas actividades, disponiendo para el efecto de un sistema de asistencia técnica, económica y financiera; y programas de crédito con participación privada.

Esos aspectos son los que precisamente reclaman los jóvenes emprendedores. Tras el nacimiento de su hija, Sanabria renunció a su trabajo para contar con el tiempo necesario para criarla y decidió emprender en la fotografía de estudio.

Bajo el nombre de Génesis FotoPro, ofrece servicios fotográficos para eventos, publicidad y retratos; el toque innovador de la comunicadora, periodista y fotógrafa son los paquetes Bebés y mascotas, Smash cake, Parejas y mascotas, además de Sash maternity. En el año que lleva con su estudio, su cartera de clientes creció por lo que precisa ampliarlo. Eso le obliga a invertir más, por lo que desearía que haya préstamos con intereses más bajos y que exijan menos requisitos.

A la diseñadora gráfica Érika Aguilera le gustaría dedicarse sólo a trabajar en Komanda Design Studio, el emprendimiento que inició para cumplir su sueño de tener un negocio propio y tener ingresos extras al de su empleo fijo. En los dos años que lleva creando diseños para diferentes marcas y actividades, contrató a una persona pero entre el alquiler y los impuestos le fue imposible conservarla. Le gustaría crecer, pero teme que sus ingresos mensuales no sean suficientes para cubrir sus obligaciones.

En poco tiempo, Daniela García logró posicionar a Elemental, una empresa unipersonal que nació en febrero pasado para capacitar a niños y jóvenes en programación. Y ya ha develado a grandes talentos principalmente en el campo de la robótica y los videojuegos. Con una fuerte inversión personal y tras sortear una serie de dificultades burocráticas que conlleva abrir un negocio formal, García tiene bajo su mando a 10 personas y cuenta con los servicios de un contador y un abogado.

Lamenta que no haya incentivos en materia impositiva para los jóvenes emprendedores. «Lo peor viene a fin de año con el IUE (Impuesto a las Utilidades de las Empresas), ahí te sacan el 25% más de tus ingresos, fuera de lo que pagas cada mes. Y las facturas no te sirven para nada, sólo las que tienen que ver específicamente con el rubro”, observa García.

Reconoce que no está todavía familiarizada con todos los aspectos formales de una empresa privada. «Muchos emprendedores no saben cómo sacar el precio de un servicio, que debería incluir el IUE por ejemplo. Se debería incentivar esa cultura para que más gente se anime a entrar a ese ‘océano que da miedo’. Por eso, muchos prefieren ser dependientes de un trabajo y recibir a fin de mes su sueldo”, puntualiza.

El Programa Emprendedor de la alcaldía paceña busca responder a esa demanda mencionada por García. Los jóvenes accederán a talleres de capacitación en la parte técnica para adquirir habilidades gerenciales y concebir el negocio, también se fortalecerá el carácter con el cual se tiene que afrontar el reto. «El emprendedor tiene que arriesgar y reinventarse, estar atento y leer su contexto”, destaca León.

«Esto es lo que aprenden ahora en las escuelas de negocios donde promocionan el emprendedurismo”, dice León. Así precisamente, la comunicadora y master en dirección de empresas, Andrea Aliaga (36) llegó a abrir The Bubble Tea. Se especializó en comunicación para el desarrollo, al reducirse ese mercado laboral, decidió apostar por su propio negocio. Desde hace tres años ofrece a sus clientes té de frutas con burbujas y esencias.

Necesita de un capital y sólo podrá obtenerlo con un préstamo, lo que no es fácil conseguir para los jóvenes, ya sea porque no cuentan con un respaldo patrimonial o porque están empezando con sus negocios, porque ante la mirada de las entidades financieras no son sujetos de crédito.

A Ernesto Pérez, experto del PNUD, le llama la atención el crecimiento del grupo de mujeres urbanas ocupadas que, incluso en un contexto adverso, logran ingresos por encima de un salario mínimo, generan puestos de trabajo y oportunidades de negocio. «Las jóvenes y las adultas jóvenes están agrandando esta masa crítica. Es una buena noticia en términos de recambio generacional”, dice.

«Es una llamada a la reflexión. Se dio una dinámica espontánea importante que lograron mayores ingresos y calidad de trabajo ellas solas. Son un grupo objetivo de política pública, se quiere llamar la atención sobre la necesidad de diseño, implementación de intervenciones que apoyen a este grupo, por ahora, minoritario en el mercado de trabajo femenino, pero que está en alto riesgo de mortalidad empresarial”, explica Pérez.

Carlo Yáñez (32), experto en alta gerencia y gestión de empresas, tiene claro que «emprender es un deporte de alto riesgo” para lo cual hay que estar preparado de lo contrario se crearán empresas para cerrarlas en menos de un año. Por eso, remarca, «el empleo es importante para ganar experiencia y minimizar los riesgos de emprender”.

Para este experto, la solución al desempleo pasa por cambiar el sistema y generar un ecosistema favorable en la universidad por el cual el estudiante obtenga conocimientos y habilidades que demandan las empresas. «Los empresarios no necesitan personas que sólo trabajen por un sueldo, sino que aporten al crecimiento y cumplimiento de la visión de empresa”, destaca.

Velasco también considera importante contar con políticas que permitan a los jóvenes emprendedores acceder a capital como el que la fundación que dirige gestionó para Mamut (un proyecto innovador que recicla llantas para fabricar baldosas para pisos), más 50.000 dólares y que en breve estará exportando su producto. Señala que el potencial está en exportar y que, por lo tanto, es necesario que el Estado apoye con la búsqueda de mercados.

Tanto García como Velasco mencionan la necesidad de contar en el país con el «inversor ángel”, aquel que provee capital propio en proyectos de terceros, en emprendimientos en etapa de formación (startup), usualmente a cambio de participación accionaria. Son inversores de alto riesgo.

¿El futuro de los emprendedores en riesgo?

En el municipio de La Paz habitan 355 mil jóvenes, son el 40% de la población total. El 44% de ellos tiene un empleo, aunque siete de cada diez trabaja en empresas informales o de manera eventual, sin derechos laborales. En El Alto, representa el 30% de la población, un poco más de la mitad es mujer.

Para el investigador Bruno Rojas, el panorama no es alentador para estos jóvenes emprendedores, toda vez que con el crecimiento de la población también crecerá la demanda de empleo. El Banco Mundial señala que, en los próximos 15 años, se necesitarán 600 millones de nuevos empleos para los jóvenes que ingresan a la fuerza de trabajo.

«El crecimiento económico, sobre todo con este Gobierno, se concentró más en hidrocarburos y minería, actividades con bajo nivel de desarrollo industrial. Ése es el principal motor de la economía en desmedro de las actividades productivas como la industria, la agropecuaria, que puedan tener su oportunidad de desarrollo”, dice el investigador del CEDLA.

El mercado laboral es pequeño y no tendrá un crecimiento como se requiere para cubrir la demanda de trabajo, mientras el modelo económico basado en el extractivismo no cambie, según Rojas. Por tanto, para compensar la falta de generación de empleos, nacen emprendimientos propios de las familias que no se enmarcan en el desarrollo productivo sino sólo en su necesidad de subsistencia.

La falta de mercados es el gran problema de los emprendedores. Una alternativa, que  plantea Rojas, es que el Estado, las universidades y los empresarios conformen consorcios para promover emprendedores  cuyos productos sean comprados por el Estado por un determinado tiempo.

De lo contrario, pasará lo mismo que con las microempresas que son fundamentalmente de subsistencia. «Están en la lucha diaria de lograr un ingreso para seguir viviendo. Alguna que otra debe generar ganancia para pasar a ser pequeñas o medianas”, lamenta el investigador.

Al contrario de Rojas, María Eugenia León piensa que hay un panorama alentador porque en el país hay un mercado abierto al emprendedurismo. «Se tiene que revisar la tendencia del mercado, no está todavía saturado, de hecho hay servicios y productos que no han sido explorados. Se tiene que superar esa debilidad de querer hacer los que otros hacen, es decir, poner un restaurante al lado de otro”, puntualiza.

Punto de vista

Carlos Yáñez

CEO de Bolivia Mailing

El emprendedor nace en el seno de la familia

Un ecosistema favorable para un emprendedor debe empezar en la familia, aunque los familiares son principales asesinos de sueños porque culturalmente no se apuesta por emprender sino por tener un empleo.

Y cuando se lo tiene, sólo se lo ve como una fuente de ingreso económico y no como una oportunidad de aprender, por eso muchos trabajan donde pueden y como pueden, y desde luego, con un futuro poco favorable.

Una parte importante de este ecosistema son las empresas que deberían dar más espacios para los practicantes (pasantes), pero para enseñarles de verdad e involucrarlos en sus procesos de producción. No para tomarlos como un auxiliar más o para asignarles tareas rutinarias que no aportan valor a su formación.

El Estado también influye, porque no hay espacios para que los jóvenes puedan aprender a emprender y luego crear trabajo, que es una de las tres responsabilidades principales de un Estado.

Un futuro emprendedor necesita conocer sobre finanzas personales, ventas, desarrollo de marcas, manejo de personal, tecnología para emprendedores y eso no se enseña ni en las universidades, porque el sistema actual está diseñado para formar empleados, no emprendedores.

El Estado puede abrir mercados para la producción de los emprendedores con acuerdos nacionales e internacionales. Y también puede fomentar programas de financiamiento para este sector.

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