Cultivos agrícolas e importancia de la producción capitalista
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Como señalamos en nuestra crítica a las tipologías de “agriculturas” y de productores agrícolas elaboradas hace algún tiempo por investigadores de la Fundación Tierra, a esta altura del desarrollo de la economía mercantil en el campo y de la expansión de las propias relaciones capitalistas de producción en la agricultura en todas las regiones del país (en unas más que en otras, ciertamente), resulta inconsistente formular tipologías de productores agropecuarios a partir de su agrupación con base en cultivos específicos, pues en todos ellos es posible encontrar tanto la producción de los distintos tipos de campesinos que existen en el país —patriarcales, semimercantiles y mercantiles— así como la producción de los pequeños productores capitalistas y productores capitalistas plenos[1].
La ausencia durante muchos años de información estadística de alcance nacional sobre las características de la fuerza de trabajo que participa en la producción agropecuaria, la renuencia a considerar investigaciones y estudios en regiones o cultivos específicos que vinieron brindando valiosa información acerca de los cambios en las relaciones de producción en el campo, y fundamentalmente el interés ideológico orientado a “demostrar” que la producción agrícola campesina o aquella de la “agricultura familiar” siguen teniendo relevancia en la producción agrícola del país, han influido en la elaboración de tipologías de productores agropecuarios con base en su agrupación a partir de determinados cultivos, suponiendo la existencia de cultivos “campesinos” y de cultivos “empresariales”.
Así, por ejemplo, para los investigadores de la Fundación Tierra el estrato de lo que denominan como “agricultura de subsistencia y autoabastecimiento” estaría conformado por productores que desarrollan cierto tipo de cultivos (papa, trigo, forrajes, cebada en grano, frijol, cítricos, plátanos, haba, yuca, hortalizas, maní, cebolla, frutas, tomate y ajo). El estrato que denominan “agricultura familiar mercantil” es construido a partir de otros cultivos (maíz en grano, arroz con cascara, sorgo, quinua, café, sésamo, bananos, cacao, hortalizas, uva, frutas y algodón). Y el estrato que denominan como “agricultura empresarial” compuesto por solo tres cultivos (soya, girasol y caña de azúcar)[2].
El censo nacional agropecuario 2013 recabó información relativa al tipo de fuerza de trabajo demandada por las unidades productivas agropecuarias (uso de fuerza de trabajo asalariada y no asalariada), lo que nos ha permitido identificarlas por las relaciones de producción que se presentan en las mismas. La información censal ordenada bajo estos criterios respalda empíricamente nuestros análisis y planteamientos acerca de los cambios que se han venido operando en la sociedad rural boliviana desde 1952 a la fecha.
Desde ya, y como constatamos en un anterior artículo[3], es importante señalar que las UPA que contratan fuerza de trabajo asalariada, es decir aquellas de corte capitalista, producen el 90% del total de la producción agrícola del país (65,2% las UPA que contratan sólo trabajo asalariado y 24,8% aquellas que combinan el uso de fuerza de trabajo asalariada con fuerza de trabajo no asalariada), mientras que las explotaciones agropecuarias campesinas , es decir aquellas que sólo hacen uso de fuerza de trabajo no asalariada, producen el 10% restante. El predominio del capitalismo en la agricultura queda pues fuera de toda duda.
Como puede verificarse en el Cuadro 1, en todos los grandes grupos de cultivos, la producción de las UPA de corte capitalista es predominante en cada uno de ellos y en proporciones verdaderamente significativas. Salvo al interior del rubro Tubérculos y raíces —donde las UPA que contratan asalariados concentran el 56,8% de la producción y los campesinos el 43,2%—, en todos los demás grandes grupos de cultivos, las UPA de corte capitalista concentran porcentajes verdaderamente importantes de la producción: Cereales 82,2%, Estimulantes, especias y aromáticas 77,9%, Frutas y nueces 70,9%, Hortalizas y legumbres 81,0%, Oleaginosas e industriales 95,6%, Forrajes y fibras 83,0%. Queda comprobado, entonces, que la producción campesina al interior de cada uno de estos grandes rubros ya no es significativa. Como podrá corroborarse en una próxima publicación del CEDLA, entre los 50 cultivos más importantes del país, la producción campesina sólo es predominante en cuatro: cebada, haba, oca y papa.
La información del Cuadro 1 también nos señala que entre las UPA de corte capitalista la producción agrícola se concentra en dos grandes grupos de cultivos: Oleaginosas e industriales 75,0% y Cereales 12,3%. Entre las UPA campesinas —y seguramente para sorpresa de quienes las idealizan— la producción del gran grupo Oleaginosas e industriales es también la más importante (31,1% del total de la producción campesina), seguida de la producción de Cereales y de Tubérculos y raíces con el 23,2% y el 20,1%, respectivamente.
Como se ha podido constatar, tanto las UPA que contratan fuerza de trabajo asalariada como las UPA campesinas, participan en todos los grandes grupos de cultivos, datos que respaldan nuestra posición en sentido que no pueden construirse tipologías de productores con base en cultivos específicos, pues las relaciones capitalistas de producción se han expandido a cultivos que antes eran de dominio de los campesinos y éstos, a su vez, han incursionado en cultivos que eran considerados como estrictamente empresariales. Así, pues, y a manera de ejemplo —pues la información estadística completa relacionada a los cultivos específicos será presentada en una próxima población del CEDLA— en el Cuadro 2 se puede advertir que en cultivos que se suponen son campesinos (como papa, haba, quinua y yuca) se han hecho presentes relaciones capitalistas de producción; por el contrario, en cultivos que son considerados como empresariales (como soya, sorgo, caña de azúcar y girasol) también es posible encontrar producción campesina (véase Cuadro 2).
La Paz, 29 de noviembre de 2017
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[1] Al respecto véase Enrique Ormachea Saavedra (2016) Desarrollo del capitalismo en la agricultura y transformaciones en la sociedad rural boliviana (La Paz: CEDLA).
[2] Al respecto véase Gonzalo Colque, Miguel Urioste y José Luis Eyzaguirre (2015) Marginalización de la agricultura campesina e indígena. Dinámicas locales, seguridad y soberanía alimentaria (La Paz :Fundación Tierra).
[3] Predominio de la producción capitalista en la agricultura.
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