Unos 20 centros de acopio proveen de la mercancía a Bolivia y tres países
La Razón / Jorge Quispe Condori
Hola, ¿cuánto puede costar traer un contenedor con ropa usada desde España hasta la frontera entre Chile y Bolivia?
— Puede entrar a nuestra página www.empresaropausada.com o puede visitar nuestros almacenes en Alcoy y Alicante (España). Hay ropa desde 25 centavos de euro el kilo hasta 4,50 (cerca de Bs 60) las prendas de máxima calidad.
— Perfecto, pero, ¿cuánto más o menos cuesta un contenedor de ropa de buena calidad hasta Bolivia?
— Un contenedor pequeño de 20 pies (siete metros) y 11.000 kilos (11 toneladas) de muy buena calidad, (con ropa de) verano e invierno, según el cliente, cuesta unos 30.000 dólares hasta Bolivia, en su ciudad. Gracias, un saludo, Antoni.
— Perdón que insista, ¿y por dónde me lo pueden enviar?
— Por el puerto de Valencia. Gracias.
Ésta es una parte del diálogo que Informe La Razón mantuvo en julio, a través del correo electrónico con Antoni, uno de los responsables de Empresaropausada.com, que comercializa prendas de segunda mano desde España. En el sitio web de esta firma se lee que el principal destino de la ropa es África y que el emprendimiento está motivado por el reciclaje.
También existen portales como www.ropaalmayoreo.com, que desde Estados Unidos garantizan la entrega de contenedores de vestimenta usada en el sitio señalado por el comprador de esta mercadería.
En Bolivia está prohibida la importación y comercialización de la ropa usada, según los decretos 28761, de 2006 y el 29521, de 2009. A pesar de estas normativas, existen al menos 23 ferias en el país que comenzaron a instalarse en los años ochenta y que en la actualidad comercializan prendas de segunda mano que son internadas a Bolivia por el contrabando.
La Aduana Nacional de Bolivia (ANB) identificó, en operativos anticontrabando, al menos 20 zonas de acopio y distribución de ropa usada en seis departamentos (ver infografía). Son desde estos puntos que esta mercadería se disemina, como cáncer, afectando a la producción nacional de prendas de vestir. Los enclaves ilícitos también son empleados para la distribución a Argentina, Paraguay y Perú.
Un año después de la última prohibición, en 2010, el Control Operativo Aduanero (COA), brazo fiscalizador de la Aduana Nacional, se incautó de 6.646 fardos (cada uno de ellos equivalente a 250 prendas de vestir) de esta mercancía ilegal, mientras que en 2013, el indicador se disparó a 27.985 fardos confiscados.
En estos lugares de acopio, los mayoristas acumulan centenares de fardos de ropa usada a la espera de introducirlos en vehículos pequeños, incluso en algunos del transporte público. Achica Arriba, a 40 kilómetros de La Paz; Locotal, en el camino entre Cochabamba y Santa Cruz; Millares cerca de Potosí, son algunos de los sitios, siempre en las periferias de las ciudades, donde se ha detectado esta ilícita actividad. Los otros 16 sitios de acopio son: Chacoma, Charagua y El Alto (La Paz); Vichuloma, Todos Santos y barrios orureños alejados del centro (Oruro); Puerto Ibáñez, Puesto Méndez, Abapó, barrios cruceños (Santa Cruz); Locotal en Cochabamba; La Mámora, Pajachani, Yacuiba (Tarija); San Antonio en Potosí.
En cuatro años (2009-2013) se decomisaron 62.276 toneladas de ropa usada, precisamente en esas zonas, de acuerdo con datos de la ANB que no ha logrado entrar en las 23 ferias desde donde se comercializa esta mercadería prohibida.
La presidenta de la ANB, Marlene Ardaya, no se anima a dar una cifra sobre cuánto dinero mueve actualmente este negocio ilícito. Un estudio del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) estableció que entre 2000 y 2005, antes de la puesta en vigencia de los decretos que prohibieron la internación de ropa usada, el país perdió $us 513 millones por el valor de producción de la industria textil.
Víctor Ramírez, presidente de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), considera que actualmente la pérdida anual alcanza a los $us 160 millones. “El perjuicio de la ropa usada es grande, porque de cada diez máquinas que están en un taller, apenas dos están trabajando, por esta competencia desleal”, puntualiza el emprendedor. Más todavía, en 2005, el IBCE reveló que en el país existían 15.300 ropavejeros (comerciantes de ropa usada). Según el Comité Nacional de Comerciantes de Prendería a Medio Uso, los comerciantes que se dedican, en la actualidad, a este negocio alcanzan los 250.000 en todo el país.Rolando Carvajal, dirigente departamental de los comerciantes de ropa usada de Oruro, afirma que ingresan cada año unas 15.000 toneladas de ropa usada, no obstante, esta cifra es inferior a los 50.000 que calculó el IBCE hace nueve años.
Para que la ropa a medio uso ingrese al país, sea desde Europa o Estados Unidos, debe desembarcar en los puertos del norte de Chile, donde se desarrolla la mayor parte de las operaciones del comercio exterior que hacen en el país.
“Si bien es cierto que (Chile) no puede prohibir (la importación y comercialización de la ropa usada en su país), debería al menos restringir y controlar la cantidad, porque no se puede explicar cómo están desaduanizando (los mayoristas en Iquique) entre diez y 12 contenedores (de esa mercancía prohibida)”, afirma Ardaya.
Orígenes. Los grandes importadores de ropa usada son nacionales pero pueden tener alguna conexión con mayoristas en Iquique (Chile), donde opera Zofri, una de las mayores zonas francas del país vecino, donde existen facilidades tributarias, de desaduanización y de tránsito hacia Bolivia y Paraguay, especialmente.Después que algunas organizaciones recolectan la ropa usada en Estados Unidos y Europa, para fines benéficos o para ser recicladas, las prendas son clasificadas según su calidad: en primera, segunda y tercera. Posteriormente, los atavíos son almacenados en depósitos donde son fumigados para preservarlos, asegura Juan Zenteno, dirigente del Comité Departamental de Comerciantes de Prendería a Medio Uso de Oruro.
Aguelino Fernández Ayma, considerado “el primer rey de la ropa usada en Bolivia”, recordó hace años que viajó en 1994 a Estados Unidos para poder traer sus primeros dos contenedores de ropa usada. Actualmente, los comerciantes de este rubro acuden a las ferias, van a Iquique o contactan a sus proveedores a través de la web, donde inclusive es posible comprar ropa nueva, pero con algunos problemas de diseño, que luego se comercializará en algunas galerías.
De acuerdo con los comerciantes bolivianos, en Chile existe un gran mercado para la ropa usada, prendería que se vende, incluso, en tiendas de Santiago.Si traer un pequeño contenedor desde España puede costar al menos $us 30.000, comprar uno grande desde Estados Unidos sale entre $us 64.400 y $us 92.000, de acuerdo con un cálculo realizado por este medio con información dada por los ropavejeros. “Un contenedor puede traer más o menos de 280 fardos a 400 fardos, pero eso lo manejan los empresarios grandes, los de Iquique, que son de la India y Paquistán”, revela Zenteno, el dirigente orureño de los ropavejeros. Un fardo de primera calidad puede costar $us 230, el de segunda $us 200 y el de tercera $us 150.
Los mayoristas nacionalizan la mercadería de la ropa usada en Chile y después se ponen en contacto con los “piloteros” quienes harán el trabajo de llevar la mercancía hasta la frontera chileno-boliviana. No es posible declarar a esos contenedores en tránsito, dado que la ropa usada no es permitida en Bolivia. “Traen por un porcentaje, por camiones o por contratos. Ellos dicen que le van a poner: ‘puesto en La Paz’, y usted le paga el 6% del total de la mercancía”, revela Ardaya.
Los “piloteros” utilizan, además, el mismo mecanismo que los chuteros. Usan camionetas y motocicletas, a quienes llaman “loros” que van abriendo el camino alertando sobre la presencia de los efectivos del COA en territorio boliviano. “Son organizaciones complejas y por el movimiento económico que generan no escatiman recursos; se sabe que tienen puntos de aviso, personal de avanzada y comunicación de última tecnología”, admite el mayor Fernando Aragón, comandante regional del COA en Oruro.
Ese comando identificó a las zonas fronterizas de Pisiga y Tambo Quemado, ambos en el límite con Chile, por donde se interna una gran parte de la ropa usada a Bolivia.
“Una vez que ingresan, como COA, hacemos esfuerzos para evitar que lleguen a las ferias, a través de los puestos de avanzada, los controles en carreteras y operativos sorpresa”, expone el Mayor de Policía. En tiempo de lluvia dejan Pisiga y Tambo Quemado, y buscan otros caminos, no obstante, se supo que algunos puntos de descanso son Eucaliptus y Sabaya.
Ante los permanentes controles, los mecanismos para internar la ropa usada incluyeron a vuelos comerciales internacionales entre Iquique-La Paz, que empalman luego con otros que terminan en Cobija, Pando. “Llevan una cantidad de bolsas, desde Iquique hasta Cobija, que es una zona franca; ahí no está prohibida. Y desde Cobija se mete por contrabando, ya sea por Puerto Evo o por cualquier otro lugar y así eluden los controles”, apunta Ardaya. La ANB aplica nuevos controles para impedir ese novedoso tráfico.
Para ver la página de origen haga click aquí
Deja una respuesta