Nota sobre los salarios – Silvia Escóbar de Pabón
Ciudades del eje
Fuentes de ingreso, número de perceptores e ingresos familiares
Los ingresos para cubrir el costo de los bienes y servicios esenciales de la canasta familiar provienen de dos fuentes: laborales y no laborales.
En las ciudades del eje, el 75% de los hogares depende exclusivamente de los ingresos que provienen del trabajo, incluyendo la pensión o renta por concepto de jubilación, que es un ahorro laboral para la vejez (ECEDLA, 2011). En el resto de los hogares, los ingresos provienen tanto del trabajo como de transferencias monetarias de otros hogares (apoyos familiares), remesas de migrantes desde el interior o exterior del país y, transferencias fiscales (renta dignidad y bonos sociales); son pocos los hogares que reciben de rentas de la propiedad, intereses y otros.
El número de perceptores de ingreso laboral por hogar es de dos personas en promedio; el 40% de los hogares cuenta con un solo ingreso laboral; otro 40% tienen dos perceptores y solo el 14% tiene más de dos. Si a los hogares que tienen un solo perceptor de ingreso se suman aquellos que dependen exclusivamente de transferencias (6%), se puede decir que cerca de la mitad de los hogares enfrentaría restricciones para cubrir los costos de subsistencia.
Los hogares encabezados por un empleador o un trabajador por cuenta propia son el 51% y tienen un mayor número promedio de perceptores en comparación con los hogares encabezados por un asalariado (49%); los jefes de hogar asalariados están concentrados en edades menores a los 40 años y, por lo tanto, pertenecen a hogares en formación con menos miembros en edades activas. Por eso, para la mitad de los hogares de las ciudades cuyo principal perceptor es un asalariado, las decisiones de política salarial tienen una importancia vital.
En efecto, siguiendo una tendencia que se inicia en años anteriores, el 2011 los hogares con jefes de hogar asalariados ya tenían ingresos familiares inferiores al promedio (3.609 Bs). Como el promedio está influido por los valores extremos (muy altos o muy bajos), la mediana de los ingresos es un mejor indicador de la situación (monto por encima y por debajo del cual se encuentra la mitad de los hogares). La mitad de los hogares de obreros solamente tenía un ingreso familiar de 2.000 Bs o menos y, la mitad de los hogares de empleados de 2.500 Bs o menos, con un promedio de dos ocupados en ambos casos. A diciembre de ese año, el costo de la canasta básica familiar fue estimado por el CEDLA en 4.534 Bs; es decir, que con su ingreso familiar apenas podían cubrir entre el 44% (obreros) y el 55% (empleados) de ese costo.
De acuerdo con las ponderaciones del IPC, el componente de alimentos o la canasta normativa alimentaria-CNA representa el 39% del costo de la canasta básica familiar; por lo tanto, con sus ingresos familiares la mitad de los hogares a la cabeza de un obrero o un empleado podía cubrir los gastos de alimentación, pero no podía asegurar la satisfacción de otras necesidades esenciales. Para cubrirlas, no pocos acuden al recurso de sacrificar el consumo de nutrientes y energéticos necesarios para reponer su desgaste físico, afectando su propia reproducción fisiológica y la de su familia.
El incremento del salario mínimo nacional
El 2012 el incremento al salario mínimo fue del 22,7%; descontando la tasa de inflación pasada, el aumento real fue de 15,6%, es decir, que la capacidad de compra del SMN siguió aumentando lentamente. Se suele argumentar que los trabajadores también se benefician del salario mínimo por su incidencia en el aumento en el bono de antigüedad (2% de tres salarios mínimos por año de trabajo); sin embargo, los estudios realizados por el CEDLA, muestran que la permanencia de los asalariados en el mismo establecimiento es cada vez menor, en particular entre los más jóvenes. Así por ejemplo, los asalariados menores de 35 años tienen una antigüedad promedio de tres años, lo que supone un reducido ingreso adicional por éste y otros conceptos que tienen al SMN como referente.
El aumento del 8% al salario básico
Igualmente, el incremento de 8% a la masa salarial para muchos trabajadores no significará ni siquiera la reposición de la pérdida del poder adquisitivo por efecto de la inflación registrada el 2012. En primer lugar, el aumento del 8% es a la masa salarial y, dependiendo de su distribución, existirán grupos de trabajadores que reciban más y otros menos. Los que reciban menos del 4,5%, verán disminuir el poder de compra de sus salarios. En segundo lugar, el aumento no se aplicará a todos los trabajadores, sino básicamente a los que están incorporados en planillas que solo representan el 60% de los asalariados. En tercer lugar, el aumento no se aplicará en todas las empresas, en particular, en las pequeñas y medianas que representan más del 75% del universo de establecimientos que contratan asalariados y donde el poder de negociación de los trabajadores es escaso o nulo; la falta de fiscalización del cumplimiento de la norma por parte de las instancias estatales llamadas a hacerlo, una vez más facilitará el deterioro de los salarios a favor de la ganancia empresarial.
Aumento salarial e inflación
Como ha sucedido en años anteriores, se busca relacionar el aumento salarial con un posible aumento de la inflación, para frenar las expectativas salariales de los trabajadores. No existe una relación directa entre estas variables. En realidad, los precios no suben porque se aumentan los salarios, sobre todo en Bolivia donde los salarios son extremadamente bajos y los incrementos anuales solo han servido para reponer lentamente su poder adquisitivo. Lo ocurrido en los últimos años es muy ilustrativo al respecto. El 2009 hubo un incremento en el salario del 12% que se reflejó en un 0.26 % de inflación; igualmente, el 2010 con un aumento del 5%, la inflación fue mayor llegando al 7,8%; por último, el 2011, con un aumento del 10 % la inflación se redujo a 6,9% y el 2012 con un aumento del 8% la inflación disminuyó todavía más a 4,5%. Todo indica que si existe una relación, ésta es inversa: los salarios aumentan porque los precios suben y los sectores empresariales buscan mantener los salarios bajos para proteger o mejorar sus ganancias. Los trabajadores tienen derecho a exigir mejores salarios por su esfuerzo productivo y los empresarios tienen que preocuparse de mejorar su productividad para evitar el aumento del precio de sus productos.
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