BOLIVIA NO ESTÁ LIBRE DE LOS EFECTOS DE LA CRISIS INTERNACIONAL – Alerta Laboral 59

El país es un ejemplo de la combinación de varias líneas de contaminación de la crisis internacional: descenso de la demanda internacional, precios internacionales en picada y menores remesas, todo ello acompañado del retorno de muchos de los trabajadores, tendrá una presión inusitada sobre un mercado de trabajo empobrecido por más de dos décadas de políticas neoliberales. BOLIVIA NO ESTÁ LIBRE DE LOS EFECTOS DE LA CRISIS INTERNACIONAL La Paz, 13 de mayo de 2009.- La aplicación de políticas neoliberales conllevó cambios profundos en la economía y en la sociedad a escala global. Uno de ellos ha sido la creciente interconexión de las economías, debido a una mayor diseminación de las relaciones capitalistas de producción, por la expansión de corporaciones multinacionales por todo el orbe, la eliminación de barreras comerciales y de libre circulación de capitales. Este hecho, cuyo inicio data de principios de los años ochenta, ha permitido que el impacto de la actual crisis no tenga parangón con los episodios anteriores, que sólo se circunscribían a una región determinada. Hoy en día, no hay desacople de ninguna región, y no habrá país ni sector económico que se libre de sus impactos. COMERCIO MUNDIAL EN CAÍDA LIBRE En este sentido, la caída del comercio mundial –que podría alcanzar a un 6% respecto del año pasado (Banco Mundial, marzo de 2009)– y un descenso crítico en los flujos de inversión desde las economías desarrolladas serán el inicio de una serie de impactos que vivirán los países de América Latina y El Caribe. De esta manera, las primeras señales de la diseminación de la crisis en la región son, como ya se lo había mencionado, el desplome del comercio exterior, no sólo una menor demanda de productos, sino un descenso en los precios de la oferta exportable de la región (fundamentalmente de materias primas), la reducción de los flujos de capital y, por tanto, de fuentes de financiamiento para la inversión productiva, la reducción de las remesas y el retorno de los emigrantes a sus países de origen, con la consecuente presión sobre los mercados de trabajo locales. No todos los países de la región sufrirán sus efectos por igual; por ejemplo, existen países de América Central y El Caribe, en los que las remesas tienen un peso fundamental –entre el 15% y el 40%– en su Producto Interno Bruto, por lo que una reducción de las mismas tendrá impactos domésticos importantes: reducción del ahorro familiar e impacto directo en el consumo de los hogares; por otro lado, en las economías de ingresos medios, al estar más vinculadas con los circuitos financieros y la presencia de corporaciones multinacionales, la contaminación vendrá por el encarecimiento de las fuentes financieras de inversión y la paralización de proyectos productivos ligados a empresas articuladas a la dinámica del capital monopólico (empresas transnacionales). BOLIVIA NO ES LA EXCEPCIÓN Bolivia es un ejemplo de la combinación de varias líneas de contaminación; por un lado, la demanda externa de materias primas (minerales) y algunos productos manufacturados (fundamentalmente, textiles) se verá críticamente reducida durante el 2009; asimismo, lo anterior irá acompañado por la disminución de los precios de los productos exportables, cuyo desempeño en ascenso fue la principal razón para el incremento de las exportaciones y el extraordinario superávit de la balanza comercial de años anteriores. En el caso del gas y el petróleo, el desempeño negativo ha venido de la mano de la falta de políticas que incentiven la inversión para incrementar la capacidad productiva del sector. En un contexto de contracción económica mundial y de consecuente menor demanda de los centros productivos (en nuestro caso, Brasil), no se espera flujos importantes de inversión que permitan su expansión. Este estancamiento vendrá acompañado por la reducción en los precios, tanto del petróleo como del gas, lo que hace prever que los ingresos fiscales tengan una reducción importante durante este año (según fuentes oficiales, los ingresos fiscales por concepto de la exportación de hidrocarburos podrían sufrir una disminución de por lo menos un 17%). Este será un freno importante para la inversión pública, que no contará con estos ingresos extraordinarios en momentos en los que se requiere aplicar medidas anticíclicas. La caída general de ganancias en las empresas exportadoras que utilizan intensivamente mano de obra –cooperativas mineras y textileras esencialmente– promoverá el uso de estrategias que intensifiquen la productividad del trabajo; por ello, se prevén despidos, reducción de salarios e incremento de la jornada laboral en estas actividades en particular, aunque medidas similares están previstas en casi todos los sectores de la economía. Bolivia también sufrirá los efectos de la reducción de remesas; aunque su peso en el PIB está alrededor del 10%, un descenso significativo podría impactar en el ahorro de los hogares, pero fundamentalmente en la dinámica de consumo de las familias, que ya no dispondrán de estos ingresos que ayudaban a disminuir los impactos de la falta de empleo y las bajas remuneraciones, en un mercado de trabajo ya deprimido por más de 20 años de ajuste. Las políticas de retorno de emigrantes desde los países industrializados (España como caso paradigmático) tendrán su efecto en el país. Con una tasa de desempleo abierto que superaba, a mediados de 2008, el 10% en las principales ciudades de Bolivia y un 60% de los trabajadores cuyos ingresos laborales no alcanzan a cubrir una canasta básica normativa de alimentos, el retorno de varios emigrantes significará un aumento del desempleo y una mayor reducción del precio de la fuerza de trabajo. En un contexto de pobreza generalizada, la combinación de estos impactos de la crisis no puede sino significar el incremento de la conflictividad social y la insatisfacción creciente de la población.

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