Las cuentas pendientes de las petroleras

Energía16 / 18 de junio de 2015

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La caída de los precios del crudo está provocando un efecto dominó en el sector energético. Además de afectar al desarrollo de proyectos y de impulsar tensiones internacionales entre diversos países, está llegando al corazón financiero de la industria. Así lo advierte un reciente estudio publicado por el Banco de Pagos Internacionales (BIS en sus siglas en inglés), que revela que en 2014 la deuda de las empresas petroleras y gasíferas en todo el mundo fue de 2,5 billones de dólares, una marca que duplica con creces el billón que se registró en 2006.

 

Los 110 dólares en los que se colocó el barril el pasado año, como culmen de un largo periodo alcista, han sido el aval con el que muchas compañías del sector de los hidrocarburos han respaldado su deuda. Además, los inversores han apoyado la estrategia de las petroleras, adquiriendo títulos en un escenario en el que las expectativas en torno a las materias primas han sido optimistas durante un largo período de tiempo. Así, el informe del BIS explica que “la mayor disposición de los inversores a prestar en base a las reservas de petróleo y gas ha permitido a las empresas petroleras pedir prestado grandes cantidades en un periodo en que los niveles de deuda se han incrementado de manera más fuerte debido a la política monetaria flexible”.

Un ejemplo en este sentido lo reflejan las cuentas de Pacific Rubiales. La canadiense ha visto cómo su deuda pasaba de algo más de 1.000 millones de dólares en 2011 a 4.700 el año pasado (ver figura superior), un incremento del 355 por ciento, de acuerdo con los datos de Bloomberg. La deuda de Exxon Mobil también se ha incrementando, en  su caso, un 70 por ciento desde 2011. Ese año, el apalancamiento de la estadounidense se situó en 17.000 millones de dólares, mientras que en 2014 ya superaba los 29.000.

Ahora, con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sin acuerdo para rebajar su producción y el boom del shale en Estados Unidos inundando el mercado de crudo, no parece que el barril vaya a dejar el entorno de los 50 dólares en el corto plazo. Esta situación puede afectar al flujo de caja de muchas empresas, que habían hecho números sobre una base que dobla la cotización actual del crudo. “Lógicamente, que el precio del barril esté tan bajo afecta a los flujos de caja de las empresas petroleras. Algunas compañías, debido a la caída de la facturación, están comenzando a reajustar sus plantillas y no pueden mirar al fracking como tabla de salvación, pues a los precios en los que estamos se pone en duda su rentabilidad”, explica Pablo García Estevez, profesor de Finanzas del Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef) de Madrid (España).

Y es que precisamente el sector del fracking ha sido uno de los grandes actores en este ciclo de endeudamiento creciente. De acuerdo con los expertos del BIS, en Estados Unidos las empresas petroleras y gasíferas han adquirido “aproximadamente el 40 por ciento de los préstamos sindicados y valores distintos a las acciones” y muchos de estos movimientos financieros han sido protagonizados por compañías de pequeño tamaño dedicadas a la exploración y producción de shale. El motivo de este comportamiento no ha sido otro que impulsar la expansión de su capacidad productiva, incluso, advierte el informe, “cuando el flujo de caja ha sido negativo”. En esta línea, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA en sus siglas en inglés), el gasto de capital anual de las empresas de petróleo y gas se ha duplicado en términos reales desde el año 2000, hasta casi los 900 millones de dólares en 2013.

Mucha de esta deuda se ha adquirido en forma de high yield bonds o bonos estructurados. Se trata de bonos corporativos con calificación inferior a BBB que ofrecen tasas de interés más altas que los bonos corporativos, con mayor calificación. Estos títulos tienen un riesgo alto de impago y así lo recuerda el informe, que añade que el contexto de precios bajos aumenta ese riesgo. En opinión de García, “la explosión en el mercado de high yield se traducirá en un aumento de los costes financieros del sector y la caída, por lo tanto, de su rentabilidad”. En el caso de las empresas de fracking, García considera que la caída en las calificaciones crediticias será más pronunciada que en otras empresas petroleras.

Como consecuencia, las corporaciones más expuestas a este tipo de valores corren el riesgo de ver afectada su liquidez y de caer en impagos a sus acreedores: “El problema del fracking es que es rentable para unos niveles de precio superiores a los actuales. Obviamente, una caída de precios del crudo perjudicará a sus flujos de caja pudiendo llegar a entrar en default”, explica García. No obstante, y aunque reconoce que ese riesgo de impago existe, cree que “la caída de sus precios en las bolsas incentivará las fusiones entre empresas”. Además, este experto recuerda que se trata de una industria “altamente competitiva y el hueco dejado por estas compañías sería cubierto por otras”.

El caso de los mercados emergentes

Según el estudio del BIS, las empresas petroleras de economías de mercados emergentes, en muchos casos estatales, han adquirido deuda a un ritmo similar al de las grandes compañías estadounidenses. Así, entre 2006 y 2014 “el stock de préstamos totales (créditos sindicados y títulos de deuda) de las empresas brasileñas creció a una tasa anual del 25 por ciento, el de las empresas chinas del 31 por ciento y el de las rusas del 13 por ciento”, señalan los expertos. En este sentido y atendiendo a los datos de Bloomberg, la deuda de la rusa Lukoil, que en 2011 estaba en los 9.000 millones de dólares, se incrementó en un 48 por ciento hasta colocarse en los 13.500 millones en 2014.

Y es que las empresas de estas economías emergentes han aprovechado las favorables condiciones de financiación en los mercados internacionales, de la misma forma que las norteamericanas, para aumentar la rentabilidad de sus acciones.

En América Latina hay varios ejemplos que respaldan las conclusiones del BIS. Empresas como Ecopetrol, Petrobras, YPF o Pemex han visto cómo se disparaba su deuda en un corto periodo de tiempo. Así, el apalancamiento de la brasileña Petrobras ha crecido en un 93,5 por ciento en los últimos cuatro años, superando los 135.000 millones de dólares de deuda en 2014 (ver primera figura). Se trata de la mayor cifra entre las empresas latinoamericanas analizadas en la primera figura, aunque no del mayor incremento, que le corresponde a Ecopetrol. La compañía colombiana cerró el pasado año con 15.000 millones de dólares de deuda, un incremento del 151 por ciento con respecto a 2011, cuando su deuda rondaba los 6.000 millones. En Argentina la situación es similar. YPF tenía una deuda de 2.833 millones de dólares en 2011, un año antes de ser nacionalizada. A 31 de diciembre de 2014, la petrolera había aumentado ese monto en 5.825 millones, un 104 por ciento. Por último, en la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) el aumento en los últimos cuatro años ha sido del 44 por ciento, alcanzando los 77.521 millones de dólares de deuda en 2014.

En este escenario, la capacidad de las empresas del sector para contraer deuda o refinanciar la que va a vencer, se está viendo afectada, tal como refleja el ratio deuda/EBITDA de las petroleras (ver figura inferior). Una de los casos más llamativos es el de la canadiense Pacific Rubiales, cuyo ratio ha pasado de 1,77 en 2013 a 5,54 en 2014. Los ratios de Ecopetrol y Pemex también aumentaron el año pasado, situándose en 1,54 y 1,50 respectivamente.

De hecho, algunas de estas compañías  ya están encontrando más dificultades que antes para colocar deuda en el mercado internacional. Recientemente, YPF decidió colocar menos deuda de la que tenía prevista al encontrarse con un interés del 9 por ciento.

En el corto plazo, las empresas del sector van a estar muy pendientes de cómo evoluciona el precio del crudo. En este sentido, García considera que “parece que se ha estabilizado en la franja entre los 45 y 55 dólares. Veo difícil que siga bajando más, como auguran algunos analistas”, apunta. Entre los motivos que cita se encuentra “la reducción de la oferta, debido a los cierres de empresas perforadoras americanas, así como las medidas del Banco Central de China”. En todo caso, este experto pronostica que “aunque las causas de la caída del petróleo pueden revertirse, esta crisis de precio obligará a las empresas a adaptarse a un nuevo entorno de mayor incertidumbre y precios más moderados”.

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