Al cooperativista no le interesa la industrialización

La Época / 13 de julio de 2015

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Lo único que le interesa al cooperativista es tener el monopolio de esta pequeña concesión minera que le permite traer fuerza de trabajo muy barata y no la industrialización

Carlos Arze Vargas es investigador del CEDLA. Lleva años estudiando la temática laboral y productiva del país. En esta ocasión, La Época lo entrevistó para saber su opinión acerca de la situación conflictiva que se vive en la mina de Colquiri, donde el Estado recientemente ha mediado entre mineros asalariados y cooperativistas que pugnaban por el control de vetas de minerales. ¿Es posible la industrialización del país en estas circunstancias? Esta es la pregunta que guía nuestro encuentro.

 

Carlos Moldiz (CM).- ¿Cuáles cree que son los problemas que el gobierno enfrenta actualmente en Colquiri?

Arze Vargas (AV).- Creo que el problema tiene que ver con la solución que le dio el 2012, con la estatización parcial de la mina, con la incorporación de cooperativistas a la empresa. Las consecuencias de esto fueron: primero, que ha dejado un yacimiento en dos manos, la de los asalariados, cuya principal preocupación reside en sus condiciones de vida, pero que son coincidentes con los intereses del Estado, que tienen que ver con controlar la mina y sus excedentes. Y la de los cooperativistas cuyos intereses son estrictamente privados. Aunque son una solución al desempleo no contribuyen económicamente. No pagan impuestos, pagan regalías con cuotas diferenciadas y no aportan al tesoro.

Entonces, son dos intereses diferentes. Esto trae consecuencias económicas y técnicas. Por ejemplo, los asalariados están en un nivel: la veta Rosario donde se supone que hay mayores niveles de ley en el mineral. Se trata de una mina muy vieja, era propiedad de Hochschild antes de las nacionalizaciones del ‘52.

Asimismo, una parte muy importante ha quedado en manos de los cooperativistas, que trabajan sin planificación y sin muchos recursos técnicos. Sacan los más fácil y los más rico, lo más difícil de sacar lo dejan. Esto tiene un efecto de ineficiencia en la explotación de la mina.

Finalmente, hay una ruptura en las relaciones de los cooperativistas con los obreros. Ellos están uno al lado del otro y en el trabajo minero es muy común que lo que se explota en el día no se lo saca de la mina, sino que se lo deja hasta el día siguiente. Entonces, hay robos de minerales y otra clase de conflictos, denuncias entre ambos. Entonces, creo que esto es una consecuencia de la solución que se le dio en 2012, que no fue pensada sino una respuesta a la emergencia del conflicto. En mi criterio, debió haberse nacionalizado esa mina.

Además, está la experiencia de Huanuni, donde el Estado no logró nada, no invirtió y bueno, estamos como estamos. Entonces, Colquiri está en dirección a un deterioro parecido a este caso, con el aditamento de que hay un conflicto social en ciernes, que podría ser violento. Asalariados y cooperativistas viven en el mismo lugar, entonces es una crisis delicada.

CM.- ¿Cuál cree que es el futuro industrial de Bolivia con el fenómeno de las cooperativas como parte estructural de su economía? ¿Cree que es posible una industrialización en estas condiciones?

AV.- No. En primer lugar, hay que ver si las cooperativas tienen relación con una forma social que había sido pensada por la izquierda, de la cual habló Lenin. En el desarrollo del capitalismo hay formas mercantiles simples, donde el desarrollo del capitalismo ha utilizado formas de organización del proceso de trabajo. Una de esas es la cooperación, que nace por la propia intención del capital de liberar a la fuerza de trabajo de relaciones pre-capitalistas. Es un proceso de transición en el que se aprovecha la potencialidad de la unión, es decir, repartir el trabajo entre varios, que llega, en última instancia, al desarrollo de las máquinas y la gran industria. Es decir, dividir el mismo proceso pero ya no sometido a las limitaciones físicas del hombres, sino someterlo al ritmo de la máquina que no tiene limitaciones. Eso es industrialización.

En este paso intermedio de la cooperación, cuando hablamos de cooperación entre obreros estamos hablando de que cooperen en una misma función bajo las mismas condiciones de ingreso, trabajo, etc. En las cooperativas actuales no existe esta cooperación. Hay diferencias de jerarquía, ingresos, vetas. En las cooperativas hay socios que pueden pagar más o mayor cantidad de cuotas y así pueden tomar los mejores parajes. Entonces, se dividen los parajes y si tú divides el paraje hay una renta diferencial entre el que tiene el mejor paraje y el que tiene el peor. Hay propiedad privada chiquita donde hay diferentes propiedades, diferente productividad y diferentes rentas. Y eso conduce a la acumulación y concentración en empresas de capitales.

Entonces estas cooperativas no son una forma social que permita evitar ciertas condiciones nocivas del capitalismo, así que es difícil que se pueda ver hacia el futuro tomando como base esta forma que es típicamente capitalista, degenerada de la forma mercantil simple.

Esto lo ves en el caso del oro, en Tipuani, donde hay capitalistas muy grandes. Ahí los habitantes se organizan como una cooperativa, pero no tienen capital. Entonces, lo que hacen, es permitir el ingreso de alguien con capital, al que le arriendan las tierras sin contrato, porque está prohibido. Esta persona compra máquinas, etc. En efecto, esta persona está sometiendo a la fuerza de trabajo porque tiene capital y la comunidad debe pagarle de lo que explotan.

¿Cómo se puede encarar la industrialización, porque esta no es la metalurgia, esta es la creación de un tipo de materias primas un poco más elaboradas, convertir materia prima en metal? La industrialización es proceso socio-económico que se basa en la generalización de las relaciones de tipo capitalista, pasando de una subsunción formal a una subsunción real. Acá las relaciones capitalistas se han generalizado sin otras formas de relación pre capitalistas que la oscurezcan. La industrialización no es sectorial, es decir, también ha ocurrido la liberación de la fuerza de trabajo de la agricultura.

Marx dice que una sociedad, para ser plenamente capitalista, tiene que gastar el menor tiempo posible y la menor fuerza de trabajo posible en proveerse de lo esencial o lo más básico. En ese momento se va a crear este proceso de liberación de la fuerza de trabajo para que existan condiciones de explotación con tecnología, etc. Si como política de gobierno decides apoyar a estos pequeños productores simples en vez de impulsar relaciones abiertamente de subsunción real, estás apostando por una sociedad y una economía rentistas, que no vive del trabajo innovador sino de la renta natural. Entonces no es posible la industrialización si mantienes esos sectores. Vas a chocar con ese pequeño interés. Lo único que le interesa al cooperativista es tener el monopolio de esta pequeña concesión minera que le permite traer fuerza de trabajo muy barata y no la industrialización. Sólo el Estado puede concentrar esa capacidad de productividad de la economía, desarrollar el campo.

CM.- En consecuencia, ¿Bolivia no puede industrializarse mientras pervivan relaciones de tipo no plenamente capitalista? ¿No puede vivir con los cooperativistas pero tampoco sin ellos, porque absorben fuerza de trabajo desempleada?

AV.- No es tan así. No las necesita. Las cooperativas existen por condiciones concretas de desempleo, etc. El capitalismo, al desterrar relaciones de tipo pre capitalista con la liberación de la fuerza de trabajo de la agricultura, crea su propio mercado de su fuerza de trabajo, pero no para tenerla de paria sino para incorporarla en un proceso de mayor productividad. El capitalismo no destruye sino crea mercado interno, porque al liberar a esta fuerza de trabajo crea nuevas necesidades que deben ser satisfechas por otras producciones.

No es inevitable lo que está sucediendo en Bolivia con los cooperativistas. El problema reside el tipo de clase que lidera este proceso. La burguesía boliviana no tenía interés en este proceso, porque es una burguesía rentista que vive de las migajas que deja la inversión extranjera en la mina, en los hidrocarburos y la agroindustria. Si un Estado es capaz de socializar estos medios de producción, puede concentrarlos y puede elevar la productividad –esta se eleva por la escala–. En cambio si tienes pequeñas parcelas donde el pequeño parcelario que apenas produce para vivir, que no puede incorporar la ciencia la tecnología, éste siempre va a estar viviendo en el límite de la subsistencia.

Elevar esa capacidad de producción le correspondía a la burguesía. Hoy esto le corresponde al Estado. Ahí las cooperativas dejarían de ser una cosa extraordinaria. Por ejemplo, Huanuni era una posibilidad. Creo que la opción fue correcta, no puedes dejar que obreros se estén matando, la solución era efectivamente que estos obreros que estaban siendo explotados por las cooperativas pasen a ser parte de una empresa estatal. El problema fue que metiste 4 mil obreros pero no aumentaste un peso en capital.

Las máquinas que usaban 800 mineros ahora las usan 4 mil. Entonces tienes obreros que están en la calle haciendo de guardias, más de 200 trabajadores que están en las calles sin instrumentos de trabajo. Esa era la oportunidad de demostrar que el Estado podía hacerse cargo, impulsando esta forma al resto de la minería que ahora está en manos de Sinchi Wuayra, Sumitomo Co., etc. Si no tocas esos intereses y te quedas con Huanuni y Colquiri, este es el resultado. Dramático en el caso de Huanuni y preocupante en el caso de Colquiri.

CM.- ¿Qué se puede esperar de la mina Colquiri y la minería boliviana en el contexto actual de bajos precios de los minerales en el mercado internacional?

AV.- Nosotros estamos haciendo un trabajo sobre esto y hemos visto tanto la evolución de Huanuni como la de Colquiri. En el caso de Huanuni se hablaba de un punto de equilibrio. Cuanto gastas y cuando recibes sin ganar ni perder. En el caso de Huanuni, se decía que tenía un costo 7.5, y ha ido bajando el precio del estaño de una manera impresionante. En abril, el promedio es 7.2 la libra del estaño, que es por debajo de 7.5. Huanuni tendría el problema de que su costo estaría muy por encima de su cotización. Hay un deterioro porque hay caída de la ley del mineral y también caída de su producción, es decir, de la cantidad de toneladas que se producen por hombre. Y esto por la forma en la que se dio esta llamada nacionalización y por la falta de política minera del gobierno. Hoy están haciendo recién un plan de desarrollo minero.

Por eso las acciones fueron reactivas, no planificadas, como la nacionalización de Huanuni.

Debido a la falta de interés del gobierno en temas de inversión ha caído la productividad y ya se ha caído en Huanuni por debajo del punto de equilibrio, se están produciendo pérdidas.

En el caso de Colquiri, por información que tenemos, el costo está por debajo de la cotización: 6.3, 6.5. Todavía hay un margen, pero muy pequeño porque si tenías 6.5 y la cotización en enero era de 8.8., tenías dos dólares por libra de utilidad. Pero ahora es de 7.2, así que tiene un dólar o un poco menos. La cotización ha ido cayendo en los minerales. El estaño ha caído 18% en estos últimos meses, en referencia al año pasado, y no hay recuperación. El zinc se ha mantenido, el oro ha subido un poco. Pero el problema es el estaño y las dos minas que nos preocupan son de estaño. Este es el problema ahora, que se traduce en mayor conflicto porque los cooperativistas están sujetos a esos mismos precios, pues estos están con un pie fuera de la producción y podrían caer al pozo.

Una empresa más moderna puede incorporar tecnología y aumentar la productividad porque tienen una capacidad enorme de inversión. En cambio los cooperativistas no tienen esta posibilidad. Y por esto hay un avance de los cooperativistas avasallando otras vetas y minas, lo que provoca problemas no con el que era dueño de la mina, sino con el campesino, porque muchos de éstos, con la fiebre de los precios de los minerales hace un tiempo, se han ido convirtiendo en mineros cooperativistas. Es decir, terminan habiendo conflictos entre estos campesinos convertidos en mineros cooperativistas y otros cooperativistas que avanzan en sus tierras.

El gobierno ha presentado este problema como un problema fiscal, arguyendo que no ha caído tanto en relación al PIB. En esos términos tan grandes pareciera que la caída no es nada, pero desde el sector minero es dramático, porque una caída de un punto puede ser la diferencia entre si la producción vive o muere. Entonces debería haber una política que privilegia la presencia del Estado en la minería.

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