Página Siete • La economía se hundió como nunca y arrebató empleos, negocios y sueños
La tasa de desempleo en julio alcanzó un 11,6% y fue la más alta en 30 años. La pandemia golpeó a los negocios y causó despidos en restaurantes, hoteles, manufactura y turismo. Los jóvenes, los más perjudicados.
Por: Marco Belmonte / Página Siete
La pandemia por el coronavirus dio en 2020 una estocada a la economía boliviana que se hundió, como nunca antes en 35 años, y arrebató sueños, empleos y emprendimientos. La situación deja incertidumbre y preocupación por lo que pueda ocurrir en los siguientes meses.
Al finalizar 2019 y después de salir de los duros momentos políticos por los que atravesó el país, en enero se comenzó a escuchar que desde una ciudad al otro lado del mundo llamada Wuhan, en China, se propagaba un virus desconocido.
Al poco tiempo se conoció que ese virus, bautizado como Covid-19 SARS-CoV-2, estaba infectando y matando personas en muchos países. Se expandía con rapidez y era letal, recuerda Abel Jarmusz, propietario del restaurante Green Salad & More, en la zona Sur de La Paz.
Negocios en cuarentena
El 21 de marzo, el gobierno transitorio decidió implementar una cuarentena, que fue el primer golpe para el sector de restaurantes y bares en La Paz y todo el país. “Fue el primer impacto sobre nuestro rubro que recién estaba reaccionando después de los hechos de octubre de 2019 y tuvimos que reducir los horarios de atención, se suspendieron todas las actividades en el país. Uno de los rubros más afectados fue el gastronómico”, recuerda con pesar Jarmusz.
Durante 10 días de marzo, todo el mes de abril y parte de mayo los restaurantes no pudieron atender a los clientes debido al confinamiento. Para muchos propietarios, las consecuencias fueron dramáticas, ya que a raíz de la pandemia muchos emprendimientos tuvieron que cerrar los locales y despedir al personal.
Mientras continuaba prohibida la apertura de los restaurantes, había que a“reinventarse” y surgió el llamado delivery. La modalidad de entregas a domicilio fue la única autorizada.
Jarmuz cuenta que las ventas cayeron hasta en 80% con relación a meses similares en años pasados. “Los pocos emprendimientos que estaban sobreviviendo lo hacían con un personal mínimo y atendieron por delivery por casi cinco meses. Después de un arduo trabajo entre empresarios gastronómicos y autoridades se presentó un “protocolo de bioseguridad” para reabrir los locales.
Pero en ese camino, muchos no pudieron resistir. De hecho, en la zona Sur paceña varios restaurantes y negocios tuvieron que cerrar ante la imposibilidad de generar ingresos.
Índices en declive
La economía boliviana en 2019 cerró con una tasa de crecimiento de 2,2%, la más baja de los últimos años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El descenso se dio principalmente por la caída de los sectores de petróleo y gas natural en 10,31% y de minerales en 2%.
La actividad económica también se vio alterada y perjudicada por el clima político y las protestas contra el fraude detectado por la Organización de Estados Americanos (OEA) en las elecciones generales de octubre de 2019. Conflicto que derivó en la renuncia de Evo Morales a la Presidencia.
La declaratoria de cuarentena, el 21 de marzo de este año, paralizó el país y la actividad económica de diversos sectores, principalmente hotelería, turismo, servicios, restaurantes, tiendas y comercio.
Pocas actividades, como la producción agrícola, venta de alimentos, supermercados y comunicaciones se mantuvieron con algo de dinamismo.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó que el producto interno bruto (PIB) registró una variación acumulada de -11,11% para el segundo trimestre del año. Según la entidad estatal, la caída estruendosa se debe a los efectos de la pandemia por coronavirus.
“Al segundo trimestre de 2020, el producto interno bruto (PIB) registró una variación acumulada de -11,11% debido a los efectos relacionados a la emergencia sanitaria Covid-19 que afectó a todas las economías del mundo (…)”, indicó el reporte del INE.
Bolivia se constituyó entonces en el tercer país con la economía más afectada de la región; sólo después de Perú y Argentina, esta última ya enfrentaba una devaluación anterior a la pandemia.
Perú presentaba una tasa negativa de 17,27%; seguido por Argentina con -12,55%; Bolivia, -11,11%; Colombia, -7,43%; Chile, -7,08%; Uruguay, -5,99%; y Brasil, -5,90%.
“Cabe destacar que los países que decrecieron a una tasa menor presentaron cuarentenas menos rígidas que la aplicada en el país”, aseguró el INE al presentar el informe.
Hasta fin de año las estimaciones de las exautoridades económicas y del Banco Central de Bolivia (BCB) son de una caída de -8,4% del PIB.
Se trata de cifras negativas que no se observaban en la economía boliviana ni siquiera en los años 80, época de la hiperinflación. En 1985, el país registró una tasa de crecimiento negativa de -1,7% y en 1986 de -2,6% y fue la última vez que la economía reportó ese comportamiento.
En 1999, producto de la crisis asiática y sus efectos comerciales y financieros con una caída de los precios internacionales de los productos de exportación, la economía boliviana que un año antes había crecido a una tasa de 5%, disminuyó su expansión a 0,4%.
Los sectores más golpeados
Hasta el segundo trimestre de 2020 los sectores más afectados fueron: construcción, que reportó una contracción de -50,9%, minería -38,5%, transporte y almacenamiento -17,5%, industria manufacturera -12,7%, comercio -11,3%, electricidad, gas y agua -5,7%, petróleo y gas natural -5,4%. Solo crecieron los rubros agropecuario 1,5%, servicios de la administración pública 1,5% y comunicaciones 6,1%.
El Índice Global de Actividad Económica (IGAE), que es un indicador que muestra la evolución de la actividad económica del país con periodicidad mensual, registró en julio una estrepitosa caída de -11,9%, en agosto de -11% y en septiembre de -10,4%.
Entre los sectores más golpeados está también la hotelería. Desde alojamientos y hostales hasta hoteles de cinco estrellas en muchos casos tuvieron que cerrar. Con la cuarentena, al suspenderse los viajes y restringirse la entrada de viajeros del exterior, la actividad se derrumbó.
Jorge Vidaurre, administrador de un hostal en la calle México del centro paceño, comenzó a tener problemas económicos por la disminución de alojados en noviembre del año pasado. Incluso, algunos días tuvo que cerrar ante el temor de que los enfrentamientos entre quienes protestaban por las denuncias de fraude en las elecciones de octubre y los que defendían al gobierno de Evo Morales ocasionaran rotura de vidrios u otros daños en los negocios.
Antes de los conflictos de 2019, los ingresos que generaba su hostal rondaban en hasta 40.000 bolivianos algunos meses. Con los problemas de noviembre de 2019 se redujeron a 10.000 bolivianos, con cada vez menos personas en busca de alojamiento.
Vidaurre sostiene que 2020 comenzó bien los primeros meses. Pero en marzo, con la cuarentena, tuvo que cerrar y rescindir el contrato a los cuatro empleados que tenían el pequeño hostal. Hasta ahora el administrador sigue cancelando los beneficios sociales con un plan de pagos.
Pese a que actualmente la actividad se esta normalizando y hay mayor flujo de personas, Vidaurre tomó la decisión de alquilar el hostal porque las últimas elecciones también provocaron incertidumbre.
Señala que intentó acceder al crédito 1,2,3 que promocionó el anterior gobierno, pero no logró calificar y tuvo que recurrir a los ahorros para solventar gastos por servicios básicos y otros.
En otra actividad, la de confecciones, el microempresario Nestor Conde también la pasa mal.
Con los problemas políticos derivados de las elecciones, el año pasado no pudo transportar con regularidad su mercadería por vía terrestre debido a los bloqueos de diferentes carreteras.
Llegó la crisis sanitaria y no le quedó otra opción que replegarse para evitar el contagio y comerse el pequeño capital que tenía para subsistir.
“Yo tenía una pequeña tienda en la ciudad de El Alto, con la cuarentena los alquileres se incrementaron y tuve que cerrar. Ha sido muy complicado para los productores”, lamenta. Conde confeccionaba buzos deportivos, chamarras y parcas. Hasta 2019 lograba generar ingresos diarios de 3.000 a 4.000 bolivianos que servían para adquirir materia prima e insumos.
Con la pandemia ese dinero que rotaba todos los días desapareció y, al igual que otros microempresarios, tuvo que recurrir a los ahorros, lo que le dejó sin capital al final de la cuarentena.
El emprendedor, que también es presidente de la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa (Conamype), explica que en muchos emprendimientos trabajan entre cinco y 10 personas, y ante la caída de ingresos miles quedaron en la calle.
Conde intentó sortear la crisis produciendo trajes de bioseguridad y barbijos de tres capas, pero los precios de la materia prima se dispararon y encima al mercado ingresaron productos de contrabando que se comercializaban más baratos.
En lo peor de la pandemia, cuando los insumos escaseaban, hubo especulación. Una caja de barbijos de 50 unidades que se adquirían a 20 bolivianos llegaron a venderse a 120 bolivianos y en el caso de los KN95, incluso a 60 bolivianos, la unidad. Los productos de limpieza, como alcohol en gel, también registraron incrementos de hasta el 100%, igual que los medicamentos.
Desempleo histórico
Con la cuarentena muchas empresas de los diferentes sectores económicos tuvieron que cerrar puertas temporalmente o realizar teletrabajo, lo cual disminuyó sus ingresos.
Otras tuvieron que cerrar en forma definitiva o reducir su planilla para continuar con la actividad, lo que provocó que miles de trabajadores sean despedidos
En las puertas del Ministerio de Trabajo a partir de abril se comenzaron a observar largas filas en medio de la pandemia. Los trabajadores buscaban presentar sus quejas contra las empresas y demandar el pago de sus beneficios sociales reconocidos por ley.
A julio de este año, la tasa de desocupación en el país alcanzó 11,6%, una de las más altas de los últimos 30 años. El INE afirmó que un 7,9% fue efecto de la pandemia del coronavirus en el país. Los sectores más afectados fueron construcción, servicio de comida rápida y el comercio.
Según datos oficiales, el 11,8% registrado en julio es la tasa más alta de desocupación de los últimos 30 años. En 1989, la encuesta integrada a hogares registró una tasa de desocupación del 9,6%. Posteriormente la otra más elevada se reportó en 2002 con 8,7%.
2019 se cerró con 4,8% y luego se disparó mes a mes hasta registrar en julio, el 11,8%.
Según el INE, unas 434 mil personas quedaron cesantes (personas desempleadas que cuentan con experiencia laboral, que han trabajado antes, pero han perdido sus fuentes laborales por diversas causas) y al menos 289 mil fueron afectadas directamente por la pandemia. En el mes de agosto la tasa de desocupación bajó a 10,6%, en septiembre a 10% y en octubre a 8,7%.
En octubre, los afectados por la pandemia disminuyeron a 354 mil personas, los desocupados a 175 mil, que hacen un total de 5.891 personas sin empleo.
El investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) Bruno Rojas indica que uno de los grupos más afectado por el desempleo es el de los jóvenes.
Según el INE, en julio 45.000 personas entre 14 y 23 años perdieron sus empleos y 140 mil fueron los inactivos afectados.
Entre el grupo de 14 y 28 años de edad, 111 mil quedaron desocupados y 200 mil están entre desocupados e inactivos.
En agosto los desocupados jóvenes de 14 a 23 años subieron a 56.000 y los cesantes e inactivos aumentaron a 136 mil.
Para Rojas, el gobierno de transición implementó medidas insuficientes frente a la gran crisis del empleo. Se ejecutó el Plan de apoyo al empleo II para crear 11.000 empleos subvencionados con 19 millones de dólares, pero eran empleos temporales de tres a seis meses y no se resolvía un problema estructural en el país, expuso el experto.
Futuro incierto
Abel Jarmuz cuenta que en septiembre, luego de que el sector gastronómico presentó los protocolos respectivos, las autoridades autorizaron bajo estrictas medidas de bioseguridad la apertura de los restaurantes.
Esto con un horario restringido, capacidad máxima de aforo del 50%, distanciamiento social, uso de barbijo, control de temperatura a los clientes, uso de alcohol y alcohol en gel. “Esto se pensaba que iría aumentando los ingresos paulatinamente, pero lamentablemente el miedo de los clientes a asistir a los restaurantes se hizo sentir con la poca cantidad de afluencia de los mismos”, lamenta.
El sector gastronómico espera que en el proceso de “desconfinamiento”, las autoridades ya no restrinjan el horario de atención al público, que se mantenga los protocolos de bioseguridad por el tiempo que sea necesario.
“Esperamos que la gente tenga la confianza de poder asistir a los restaurantes sin temor a contagios y que las autoridades hagan una propuesta de reactivación económica al sector gastronómico para poder recuperar las grandes pérdidas económicas que se sufrió este año por la pandemia”, avisora Jarmuz.
Conde, del sector textil y confecciones, indica que para el sector el futuro es incierto y que muchos microempresarios esperan reactivarse ahora con las fiestas de fin de año.
“Muchos talleres han bajado el personal de cinco a dos trabajadores o de 10 a cuatro. Otros están tratando de salir adelante sólo con familiares”, agrega.
De acuerdo con Conde, los créditos que ofreció la anterior administración de gobierno no han ayudado al sector, ya que no incluían periodos de gracia y las condiciones de acceso no eran de las mejores. “Estamos en una crítica situación como sector, no estamos pudiendo levantarnos. Lo que se vende en las calles son productos de contrabando e importado y eso es una competencia desleal para la producción nacional”, manifiesta.
Perspectivas
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su último informe de octubre, prevé una caída de la economía boliviana en 7,9%, pero para 2021 avisora una recuperación que alcanzará un crecimiento de 5,6%.
El organismo internacional prevé una tasa de inflación de 1,7% este año y de 4,1% el próximo, con una tasa de desempleo de 8% esta gestión, que descenderá a 4% en 2021.
El Banco Mundial por su lado anticipó una contracción de 7,3%, sin embargo, para el próximo año prevé una fuerte recuperación para alcanzar un crecimiento de 4,4%.
El expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) Juan Antonio Morales opina que el nuevo Gobierno tiene una tarea difícil por las expectativas que ha creado en su campaña electoral, pero tiene un viento a favor con la recuperación, aún frágil, de algunas economías industriales como China.
Destaca que los precios de los minerales están más altos que antes de la pandemia, pero la producción está en caída.
Para generar empleo, Morales considera que se puede pensar en programas de emergencia, subsidios focalizados para que las empresas preserven las fuentes de trabajo. Se necesita que los canales de crédito funcionen.
Morales también cree que es importante que el país negocie el acceso fuentes internacionales de capital en instituciones financieras o mercados privados de bonos soberanos. “Una mayor participación del sector privado nacional y extranjero es deseable”, destaca.
Reservas internacionales en nivel mínimo
Las reservas internacionales netas (RIN) disminuyeron a su nivel más bajo desde 2006 y al 20 de noviembre se situaron en 5.090 millones de dólares, según datos del Banco Central de Bolivia (BCB).
Las reservas internacionales netas presentan una disminución en las últimas semanas que se explica principalmente por: i) salida de transferencias al exterior asociadas a importaciones privadas, ii) importaciones del sector público, que se mantienen dinámicas debido a la fuerte inversión en este sector, indicó el BCB.
Las RIN en 2015 llegaron a su máximo nivel con 15.123 millones de dólares y a partir de entonces han experimentado un descenso que en 2019 cerró con un saldo de 6.468 millones de dólares.
Las RIN pueden seguir cayendo si los ingresos por las exportaciones continúan a la baja, si es que no mejoran las remesas o si se continúa invirtiendo en proyectos deficitarios, entre otros, advirtieron analistas.
El ratio RIN/PIB de 15% se sitúa levemente por encima del promedio de la región, que es 14%. Este nivel permite cubrir entre seis y siete meses de importaciones de bienes y servicios, encima de la recomendación externa.
45.000 censantes en los restaurantes
La actividad de restaurantes y hoteles, servicios comunales sociales y personales, y servicios domésticos cayó en 16,4%. Miles de personas se quedaron desempleadas por la paralización provocada por la pandemia.
Según el Índice Global de Actividad Económica (IGAE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) hasta el mes de septiembre esa fue la magnitud del deterioro de esta actividad.
Además el desempleo en este sector fue en aumento por la paralización durante los primeros meses de la crisis sanitaria y el lento retorno a la normalidad.
En marzo había como 20.000 personas del sector restaurantes y comida cesantes. En junio el número aumentó a 36.000 y hasta octubre, a 45.000; es decir un incremento de 24% entre junio y octubre, de acuerdo con datos del INE.
Como los restaurantes tuvieron que cerrar, cocineros, cocineras, mozos, cajeros y otros que dependían de la actividad quedaron sin empleo e ingresos.
Con la cuarentena flexible y el retorno a la normalidad con la aprobación de protocolos de bioseguridad, muchos restaurantes intentan recuperarse de la crisis.
Un año de caída de ingresos y alto déficit
Este año no sólo la economía sufrió un retroceso, sino que la caída de ingresos y mayores gastos por la pandemia dispararon el déficit fiscal por encima del 10%.
En 2002 este indicador que mide la diferencia entre gastos e ingresos de un país había alcanzado 8,2% del PIB y luego de bajar y alcanzarse superávit fiscal entre 2006 y 2013, desde 2014 nuevamente se observó un déficit creciente.
El nuevo Gobierno y el Banco Central de Bolivia (BCB) en el programa fiscal financiero proyectan que este año se cerrará con un déficit fiscal de 12,3%, el más alto de los últimos años.
Al primer semestre de este año, el déficit fiscal se disparó a 20.000 millones de bolivianos, monto previsto para todo este año. La razón es que la cuarentena por el coronavirus ha ocasionado más gastos que ingresos, informó en septiembre el entonces ministro de Economía, Óscar Ortiz.
Por la cuarentena bajaron los ingresos y la actividad económica se paralizó, sin embargo aumentaron los gastos del sistema de salud, pago de salarios, funcionamiento de hospitales, equipos médicos, pago de bonos.
Estos gastos se financiaron con créditos del Banco Central de Bolivia y fuentes de apoyo de organismos internacionales.