PIEB • El modelo «neoextractivista» en América Latina, efectos y soluciones
El enfoque del nuevo extractivismo o “neoextractivismo” del siglo XXI, adoptado por algunos países de Latinoamérica, es objeto de análisis de los expertos. El uruguayo Eduardo Gudynas afirma que este enfoque agravará a la larga el impacto social y ambiental, y el ecuatoriano Alberto Acosta sugiere una respuesta, entre varias: Dejar de vender naturaleza y exportar conocimiento.
Ambas visiones fueron expuestas en el Seminario Internacional “Crisis económica y políticas energéticas”, organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) y OXFAM Internacional, que se celebró en La Paz, entre el 27 y 28 de enero.
El economista Gudynas dice que el “neoextractivismo” ha sido adoptado por varios países de la región como un modelo mixto que plantea una mayor presencia del Estado en la explotación transnacional de los recursos naturales para obtener más ingresos, destinados al mantenimiento del funcionamiento estatal y a bonos sociales focalizados en los segmentos más pobres de la población.
“Estamos en la paradoja –señala– de que ahora los estados se apoyan en la lógica extractivista para hacer su política social. La economía de enclave, combatida por la izquierda en los años 60, se convierte en una necesidad para el neoextractivismo”.
Características
Las principales características son, según Gudynas, mayor presencia estatal; inserción internacional subordinada y funcional a la globalización comercial y financiera; fragmentación territorial y enclaves extractivos asociados a los mercados globales; la propiedad de los recursos y reproducción de reglas de funcionamiento de los procesos productivos volcados a la competitividad, maximización de la renta y externalización de impactos.
Además, el modelo nuevo mantiene y agrava los impactos sociales y ambientales de los sectores extractivos; capta los excedentes y los legitima con políticas sociales; revierte algunas contradicciones sobre el extractivismo, y pasa a concebir como indispensable para combatir la pobreza y promover el desarrollo.
“El neoextractivismo es parte de una versión contemporánea del desarrollo propio de América del Sur, donde se mantiene el mito del progreso bajo una nueva hibridación cultural y política”, sostiene
La maldición
Alberto Acosta, investigador y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), ex ministro de Energía del Ecuador, y uno de los impulsores del proyecto ITT-Yasuní (cero petróleo en la Amazonía), menciona algunas teorías sobre los países en situación de extractivismo y neoextractivismo.
“Los países sudamericanos exportan materias primas, que son la base del desarrollo, se exporta naturaleza. Los países se ven estancados en el subdesarrollo porque están ocupados de resolver problemas de fondo, como la pobreza, inequidad, falta de desarrollo productivo. Mientras que los países con pocos recursos naturales promueven la reacción de riqueza”, dice Acosta.
Es en su criterio la “maldición de la naturaleza” que atraviesan países latinoamericanos como Brasil, Argentina, Colombia y su propio Ecuador, que fue el primer exportador de cacao y banano, sin haber logrado un desarrollo.
Entre las características de la “maldición” está la asignación y desperdicio de recursos, vulnerabilidad frente a choques externos y crisis económicas recurrentes, concentración de la riqueza y pobreza generalizada, proliferación de la corrupción y de “mentalidades” rentistas (vivir de la renta de la naturaleza), deterioro del medio ambiente con salida neta de recursos naturales, débil gobernabilidad e institucionalidad, gobiernos autoritarios, entre otros.
“Muchos de nuestros gobernantes siguen con la misma lógica. El presidente (Rafael) Correa del Ecuador dice que hay que extraer los recursos naturales. El mismo presidente (Evo) Morales de Bolivia se preguntaba cómo podía hablarse de una Amazonía sin petróleo, y se preguntaba de dónde sacaría dinero para pagar sus bonos sociales”.
Propuesta
Para Acosta, no se trata de dejar de extraer recursos de la noche a la mañana, pero sí de trabajar con responsabilidad a partir de ideas y una integración al mercado mundial, pasar de una sociedad exportadora de naturaleza una sociedad que venda inteligencia y conocimiento desde el aprovechamiento de los mismos recursos naturales.
Además, plantea:
– La recuperación del control de los recursos naturales por parte del Estado y una mayor participación en la renta, diversificar la producción e incorporar valor interno de retorno
– Otra forma de inserción en mercado mundial: nuevo perfil de especialización con sostenimiento interno.
– Dar paso a encadenamientos productivos, fiscales y de demanda.
– Planificación democrática para el uso y control de los recursos.
– Robustecer el mercado interno y la integración regional.
– Redistribución de ingresos y activos.
– Institucionalidad para canalizar y utilizar los recursos (excedentes).
– Mecanismos de concertación para canalizar disputas distributivas.
– Desarmar la maldición del poder.
– Reencuentro de la economía y la sociedad con la naturaleza: pasar del antropocentrismo al biopluralismo.
– Releer el desarrollo: dar paso a un epistemicidio: Buen Vivir / Vivir Bien.
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