Un “petro Estado”, una revolución y una guerra
De blog de Nueva Sociedad / octubre 16, 2013 / América Latina
Un recorrido del impacto profundo de los hidrocarburos en América del Norte, desde la explotación de la tercera reserva de petróleo del mundo en Canadá, pasando por la lucha entre los recursos renovables y los combustibles fósiles en Estados Unidos, hasta la exploración en aguas profundas y ultra-profundas del Golfo de México.
Iñigo Gabriel Martínez Peniche
Desde México DF
¿Qué ocurre en Canadá?
La reestructuración reciente de la economía canadiense, en que la megaextracción y la exportación de petróleo bituminoso juega un papel fundamental, está generando una serie de riesgos económicos, ambientales y geopolíticos para el país. En la última década, Canadá se ha convertido en un centro extractivista mundial y en un “petro-Estado bribón”. La explotación de las arenas bituminosas de Alberta, la tercera reserva probada de petróleo más vasta del mundo, es el proyecto industrial más grande del planeta cuyo desarrollo ya tiene implicaciones en la economía, la política, la diplomacia y el medio ambiente del país.
Las élites extractivistas canadienses buscan de manera desesperada explotar y exportar lo más pronto posible el petróleo bituminoso. Para ello han destinado enormes recursos económicos y tecnológicos, además de realizar un fuerte cabildeo nacional e internacional, para garantizar su salida. Resulta irónico observar cómo la ciudad de Calgary, capital de la provincia de Alberta y sede de las oficinas centrales de las principales corporaciones extractivistas canadienses y globales conocidas como “la mafia de Calgary”, se convirtió en uno de los lugares más afectados por las mayores inundaciones de los últimos años en el oeste canadiense.
Se puede debatir si fueron causadas o no por el cambio climático. Pero es una realidad que la quema de combustibles fósiles, principal causa del calentamiento global, es en parte responsable del derretimiento de hielo en el Océano Ártico, al tiempo que ha habido una creciente evaporación de los océanos que cubren el 70% de la superficie terrestre.
¿Qué ocurre en Estados Unidos?
En Estados Unidos tiene lugar “una revolución y una guerra energética” ligada a dos fenómenos: por un lado, están siendo descubiertas nuevas y vastas reservas de gas y petróleo, antes inaccesibles o imposibles de costear económicamente; por otro lado, una serie de inversiones privadas y programas de apoyo gubernamental están llevando al rápido desarrollo de las energías renovables.
La disputa allí “no es solo sobre los distintos tipos de tecnología. Los dos bandos difieren sobre si la salvación energética se encuentra en la conservación o en la expansión de la producción; en la generación de energía a partir de recursos renovables o de combustibles fósiles no renovables; en la producción a partir de fuentes energéticas descentralizadas, de pequeña escala, o en grandes sistemas centralizados”.
Uno de los elementos de este nuevo escenario es la “revolución del gas y aceite de esquisto (shale gas/ oil). La explotación de estos recursos energéticos se ha vuelto un instrumento de la estrategia hegemónica de esta nación para influir en las políticas energéticas de otros países.
Este tipo de combustibles no convencionales son mucho más difíciles de extraer y caros de producir, además de los impactos ambientales que implican. El megaextractivismo en Estados Unidos se ejemplifica con datos contundentes: hasta el momento se han perforado 75 mil pozos y existen más de 20 mil empresas dispuestas a continuar taladrando.
Quienes confían en la llamada “revolución energética” estadounidense sostienen que esto solo ha sido posible en ese país pues existen condiciones particulares en términos de propiedad de la tierra, atomización de la industria energética, estímulos a la competencia, etc., que no pueden replicarse con facilidad en otras partes del mundo. Los críticos, por su parte, han señalado que el boom energético no es más que una gigantesca y exagerada burbuja construida y estimulada por las poderosas élites extractivistas energéticas comandadas por Wall Street, con fuertes intereses en el sector petrolero, quienes han inflado artificialmente los volúmenes de reservas de esquistos recuperables.
¿Y en México? Continuará…
* Hizo su doctorado en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Ciudad de México. Es tutor de la Especialidad en Política y Gestión Energética y Medioambiental de FLACSO México.
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