Es una tarea pendiente no sólo potenciar con un incremento de sindicatos, sino buscar, con un horizonte solidario, transformar las condiciones que permiten la existencia de trabajadores eventuales y subcontratados que no pueden gozar de ningún derecho.

La práctica está dominando sobre lo formal. Como suele suceder en el ámbito de la regulación de las relaciones laborales, de nada sirve que la nueva Constitución Política del Estado haya reconocido y garantice los derechos colectivos de los trabajadores, cuando, en lo concreto, el Estado, que debiera respetar la norma, se dedique a restringirlos o a condicionar su ejercicio, principalmente la libertad de sindicalización y el derecho a la huelga. Maniatando los colectivos, el ejercicio de otros derechos corre peligro, pues los abusos suelen imponerse frente a la imposibilidad de organizarse.