Producción y reproducción de desigualdades. Organización social y poder político

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La investigación “Producción y reproducción de desigualdades: organización social y poder político”, escrita por Luis Tapia y por Marxa Chávez en colaboración con el CEDLA, indica que durante los últimos 15 años se ha consolidado un régimen de acumulación en la economía, cuyo “rasgo dominante es el extractivismo, sobre todo de recursos hidrocarburíferos, mineros y también de bosques, ganadería y agroindustria orientada al mercado mundial”.

Para los investigadores, “el rasgo que distinguía al régimen político del Movimiento Al Socialismo (MAS) es haber aumentado el grado de control del excedente extractivista en el área de hidrocarburos (…) que le permitió al gobierno de Morales financiar el poder político de la nueva burocracia dominante”, indican en parte de su libro.

Tapia y Chávez señalan que la estructura económica boliviana no se modificó con el cambio de gobierno en 2006. “En la medida en que se trata de un régimen compuesto de capitalismo de Estado y de régimen neoliberal (…) le permitió al Estado contar con mayores recursos para intervenir en la promoción de la acumulación privada”, puntualizan.

En la investigación, los autores señalan que se consolidó un nuevo bloque dominante de grupos -tradicionales y emergentes- en la economía y la política, sobre la base de un régimen normativo e institucional impulsado por el Gobierno del MAS y que continúa vigente.

“El Gobierno (del MAS) ha producido también una normativa gubernamental orientada a fomentar la acumulación del capital, favoreciendo a algunos sectores corporativos con los cuales ha establecido vínculos o relaciones más estrechas. El de la agroindustria es el principal, seguido por el de los cooperativistas mineros y el de los productores de coca del Chapare”, argumentan.

El reporte del Cedla indica que en el sector hidrocarburos, la producción en Bolivia continúa a cargo de empresas transnacionales. “Lo que ha cambiado es el régimen de propiedad, permitiendo al Estado controlar un porcentaje mayor del excedente producido en esas actividades”.

Sin embargo, en los otros ámbitos de la economía extractivista (como la minería, la explotación de bosques y otros recursos naturales), sigue vigente “un régimen neoliberal, tanto en el sentido de la privatización de los medios de producción, como —y, sobre todo— del régimen impositivo, que es la contribución del capital al Estado boliviano”, indican los autores.

Tapia y Chávez señalan que otro rasgo neoliberal en estos otros ámbitos tiene que ver con “la desregulación laboral, que influye en las mayores tasas de explotación del trabajo, junto con las correspondientes mayores tasas de ganancia”.

El estudio señala que la consolidación de un patrón de desarrollo centrado en el extractivismo ocurrió mediante el establecimiento de “un patrón de relacionamiento diferenciado y selectivo con los diferentes núcleos corporativos de la sociedad”, estableciéndose progresivamente que el partido de gobierno se convierta en un canal de ingreso al Estado a condición de “la cancelación de la autonomía política de muchos sectores corporativos de la sociedad civil aliados del Gobierno”.

Las implicancias de esta manera de relación entre el Estado y la sociedad no son otras que una sociedad civil despolitizada -sin voz, sin poder- para transformar las causas que producen y reproducen las desigualdades.

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