CEDLA: “la crisis energética en Bolivia es estructural y resultado de un modelo rentista”
Nota de prensa
La Paz, 31 de octubre de 2025
La crisis energética que enfrenta el país en la actualidad no se limita al desabastecimiento coyuntural de combustibles, sino que tiene sus raíces más profundas en un modelo de producción y de consumo insostenibles y de enormes impactos ambientales, afirma el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
El reciente boletín Aportes para el debate 5: “La obsesión por la oferta y la crisis energética: un problema estructural”, elaborado por el investigador Carlos Arze Vargas, sostiene que la caída de la producción de gas natural desde 2014 debilitó la autarquía energética nacional y generó una creciente dependencia de la importación de gasolina y diésel. En 2023, el 42% de la gasolina y el 86% del diésel consumidos en el país provinieron del exterior, provocando una alta presión sobre el gasto fiscal.
De acuerdo con el análisis, las políticas de los últimos gobiernos han profundizado esta situación al estimular el consumo de combustibles fósiles mediante subsidios, que benefician principalmente al transporte privado y sectores improductivos. De acuerdo a datos del RUAT, el parque automotor creció de 536 mil vehículos en 2005 a más de 2,4 millones en 2023, lo que contribuye al incremento del uso de carburantes y las emisiones contaminantes.
Arze señala que la producción de energía primaria continúa dominada por fuentes fósiles (gas y petróleo), que representan más del 90% del total, mientras que las energías limpias, como la solar, eólica y biomasa, apenas superan el 8%. La hidroenergía se mantiene estancada en torno al 1-1,5%. Situación similar sucede con la producción de energía eléctrica, la que depende en un 70% de la generación térmica a gas natural.
Ese comportamiento de la oferta está determinado por el consumo irrestricto y contaminante de los diversos sectores de la economía. Su creciente ineficiencia en términos de crecimiento económico, se refleja en la presencia dominante en el consumo de sectores y actividades improductivas, situación diferente a los otros países de la región. En consecuencia, la intensidad energética de la economía nacional ha ido en aumento de manera constante, lo que se constata en el hecho de que en 2023 consumimos 17% más de energía para el mismo volumen de producción del año 2006.
Por tanto, el autor observa que las propuestas de los candidatos que participaron en la segunda vuelta electoral de 2025 repitan un enfoque centrado en aumentar la oferta, principalmente de hidrocarburos —mediante incentivos a la producción y a la inversión privada—, sin abordar la eficiencia en el consumo ni la reducción de la dependencia de los hidrocarburos.
“Las prioridades políticas y electorales de los partidos y gobiernos de turno han determinado un curso irreflexivo de la política energética y han reforzado un comportamiento insostenible del consumo de toda la sociedad boliviana, poniendo en primer orden de prioridad el abastecimiento de energéticos, aún a costa de la sostenibilidad económica y medioambiental”, concluye el investigador.
El boletín “La obsesión por la oferta y la crisis energética: un problema estructural” forma parte de la serie Aportes para el Debate, publicada por el CEDLA con el objetivo de contribuir al análisis crítico de temáticas relevantes para el país.
Accede al boletín: https://cedla.org/producto/aportes-para-el-debate-5-la-obsesion-por-la-oferta-y-la-crisis-energetica-un-problema-estructural/
