France 24 • Bolivianas en pandemia: varios oficios, enormes esfuerzos y bajas rentas
Mónica Calisaya, presentadora de programas musicales en Bolivia, se convirtió en la mujer de las mil reinvenciones durante la pandemia. Se hizo costurera y se hizo repostera, en una permanente adaptación para asegurar los ingresos de su hogar, con dos hijos de los que se encarga sola. Como Mónica, son muchas las mujeres bolivianas que han tenido que esforzarse para subsistir en la peor crisis económica del país en siete décadas.
Por: Javier Aliaga / France 24
Cuando Bolivia, siguiendo el ejemplo internacional, aplicó una cuarentena, Mónica Calisaya tuvo que ver cómo se hundían sus ingresos de la publicidad televisiva, de la representación de grupos musicales, la organización de eventos y del teatro. Era la peor crisis económica del país en siete décadas.
No obstante, según cuenta a France 24, consciente de que podía depender solo de su esfuerzo, recurrió a sus habilidades en la confección para fabricar con una socia las primeras prendas de bioseguridad de la capital boliviana, La Paz, para las cholitas aymaras, esas incansables mujeres de polleras dedicadas al comercio. Las cholitas, encargadas de la esencial tarea de abastecer de alimentos los mercados durante la cuarentena, necesitaban una prenda de protección adaptada a su indumentaria.
“No podíamos quedarnos con los brazos cruzados” y la idea “de hacer los trajes de bioseguridad para cholitas nació de un día para otro”, recuerda Mónica, cuyo diseño resultó un éxito inmediato gracias a la promoción que hizo en sus propias redes sociales, logrando una lluvia de peticiones que, sin embargo, no pudo aprovechar completamente por falta de capital.
Mónica Calisaya posa junto a un grupo musical en el canal de televisión donde trabaja. © Javier Aliaga
Los trajes fueron copiados y el negoció decayó, pero el traspié tampoco la desanimó y, fiel a su optimismo natural, buscó otra vez un nuevo ingreso. Esta vez recurrió a la repostería para vender pasteles, empanadas y rosquillas bajo demanda, que ahora distribuye con su hijo mayor, su mano derecha en este negocio, según cuenta Mónica.
Aun así, y pese a trabajar cada día desde la madrugada en sus múltiples oficios, Mónica reconoce que siempre vive al límite y que no genera los ingresos que necesita. Cada mes debe “llenar los huecos” de su presupuesto para pagar las deudas que ha contraído.
La pandemia precarizó todavía más las mujeres bolivianas
La investigadora Silvia Escobar, del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), señala que la pandemia en Bolivia ha provocado un fuerte retroceso en la situación laboral de la mujer, pese a los “enormes esfuerzos” que ellas hacen cada día con múltiples actividades para garantizar los ingresos que necesita la familia. En Bolivia, la economía informal es superior al 70 %, un porcentaje que ha aumentado por la emergencia sanitaria.
“La pandemia, a lo que más ha afectado, es al mundo laboral. Y el tema en el caso de las mujeres es tan crítico como que tienen menos empleo, tienen más precariedad en el trabajo quienes han quedado ocupadas y tienen mucho más trabajo en el ámbito no remunerado del hogar”, dijo Escobar.
En Bolivia, según la especialista, solo una de cada tres mujeres tiene trabajo asalariado, ya que casi un 50 % son trabajadoras por cuenta propia y cerca del 30 % trabaja en unidades familiares sin recibir un ingreso propio.
La investigadora Silvia Escobar, del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, muestra su libro sobre la desigualdad y la pobreza en Bolivia. © Javier Aliaga
Aún si son asalariadas, según Escobar, las mujeres tienen trabajos precarios con bajas pagas, sin seguro de salud, ni derecho a jubilación.
Las que trabajan de manera independiente, además, suelen hacerlo en los sectores más afectados por la pandemia: el comercio minorista, la venta de comida en restaurantes o en las calles, el trabajo en hoteles, en limpieza de hogares de terceros, y en el sector de salud, donde “han ido a la guerra” contra el Covid-19 sin ninguna protección.
Las cifras señalan que un 60 % de las mujeres en Bolivia ganan el salario mínimo (300 dólares mensuales) o menos, y que un 56 % ni siquiera alcanza a cubrir las necesidades de la canasta mínima de alimentos.
En un país donde la mujer es, muchas veces, la única que garantiza los ingresos mínimos para la subsistencia del hogar a través de muchos sacrificios en sus jornadas laborales, la pandemia retrata una dura realidad para muchas.