La Razón/Editorial • ¿Un plan para emigrar a Pando?
Lo que está faltando ahora es un criterio de dignidad y que el proyecto del Gobierno sea honesto y humano. Para que ello ocurra será preciso que la migración sea organizada con criterios que permitan una vida digna a los migrantes hacia el departamento de Pando. El Gobierno nacional está decidido a poblar el departamento de Pando, mediante programas de colonización con habitantes de tierras del occidente. La idea es buena, pero las condiciones de este proceso de población y los antecedentes sociopolíticos de lo que ocurre en esta región, plantean más inquietudes que certezas positivas, tan necesarias hoy. Las regiones del altiplano, expulsoras de sus habitantes, siguen siendo el origen de migraciones espontáneas que se dirigen hacia las zonas periurbanas de La Paz o Santa Cruz o hacia las crecientes áreas de cultivo de la coca, una hoja que se produce ahora en seis de los nueve departamentos, incluso en Pando. Por lo tanto, hay dos factores complementarios: existen zonas deshabitadas y existen zonas donde ya no es posible que la gente pueda tener una vida llevadera;?verbigracia, hay regiones que expulsan gente y regiones que necesitan gente. Aunque la ecuación es perfecta, ocurre que el Gobierno se ha propuesto llevar a toda esa gente a Pando sólo porque quiere volcar a su favor los resultados electorales de ese departamento que ha quedado lacerado por las experiencias de fines del año 2007. Lo ha admitido el propio ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien dijo que espera que el plan de beneficio para los pobres tenga un efecto electoral. Otra ecuación perfecta. Hay un departamento donde el Gobierno no tiene suficientes votos y están los ciudadanos que podrían dárselos, si llegaran a la zona. Lo que está faltando ahora es un criterio de dignidad. Hace falta que el proyecto del Gobierno sea honesto y humano. Para que ello ocurra, será preciso que la migración sea organizada con criterios básicos que permitan una vida digna a los migrantes, esto se logrará permitiendo la convivencia con los nativos y la dotación de servicios básicos e infraestructura, incluso para que éstos puedan votar porque deben señalar domicilio fijo y no una carpa del ejército como lugar de residencia. Sin dudas, los habitantes de regiones ubicadas por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar podrán, probablemente, votar como quisieran sus benefactores, pero será difícil que sobrevivan en una región ubicada entre 200 y 300 metros sobre el nivel del mar, en plena selva amazónica. La idea de llevar gente no es asunto simple. Son seres humanos y ciudadanos que tienen una experiencia de vida diferente de la que se vive en la amazonia, en una zona forestal. Peor todavía: si la zona donde van a ser conducidos es anegada durante más de la mitad del año y la otra mitad es ocupada por un ejército de cosechadores de almendras que llegan desde zonas vecinas, de los cuales la mayoría, según estudios del CEDLA, no tienen tierras para desarrollar su labor. Por lo tanto, el Gobierno no tiene otro camino que manejar con más tino el plan de población de las fronteras, si es que hay algo planificado. Tendría que comenzar por preparar el terreno adonde llegará la gente, orientar a los ciudadanos que serán sometidos a este experimento a sobrevivir en un medio ambiente totalmente ajeno, dotarles de las condiciones mínimas, como por ejemplo viviendas y servicios; de lo contrario se llevará más pobreza donde ya hay pobreza. Y además, lograr que los vecinos de Pando los reciban con aprecio y no con miedo y molestia. Para mayor información haga click aquí
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