El Nacional • El reto pendiente para el Gobierno
Nuestra nación tiene uno de los índices más altos de desempleo del continente. Según el Gobierno la cifra llega al 7,7 por ciento de la población económicamente activa. Por su parte, organizaciones independientes como el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) advierten que esa cifra alcanza al 10,2 por ciento. Vale decir que aproximadamente 190 mil personas no tienen empleo en Bolivia.
A ello se agrega que la calidad de vida de los ciudadanos tiene un rezago de varias décadas. La mayoría de los campesinos, cerca del 80 por ciento, vive en condiciones infrahumanas, con economías de subsistencia. Los cordones de pobreza extrema en los barrios marginales de las principales ciudades del país se amplían. Cientos de barrios carecen de servicios esenciales.
La falta de medios, asistencia y condiciones mínimas en el campo hicieron que millones de bolivianos emigren a las ciudades. Más de dos millones se marcharon al exterior. Por ello resulta imprescindible que el Gobierno del presidente Evo Morales comience a ver políticas de fondo que permitan generar empleo y condiciones de vida aceptables para todos los bolivianos. Más si recordamos que el Primer Mandatario y varios de sus principales compañeros de lucha surgieron de las bases sociales e inspirados en la cruda vida de los más necesitados.
Ya pasó la “era electoral”. Ya se ha definido el esquema político del país. El propio Evo Morales señaló que estuvo muy ocupado en el tema de las definiciones políticas. Entonces es hora de que encare la política más demandada posiblemente en los últimos 60 años para los bolivianos: la erradicación de la pobreza, las indignantes desigualdades económicas y la vigencia de un Estado desestructurado y poco funcional.
El reto es complicado y nadie espera que se lo venza de la noche a la mañana. Pero la ciudadanía es consciente también de que la esperanza que tenía en que se den condiciones para salir adelante, fue defraudada, al desperdiciarse una importante coyuntura histórica.
Hoy, tras casi un lustro de bonanza para la economía boliviana, las condiciones empiezan a desmejorar. La crisis internacional, al bajar los precios de las materias primas y achicarse los mercados más grandes del mundo, está afectando la producción y las exportaciones de los países en vías de desarrollo.
En Latinoamérica entre 1,5 y 2,4 millones de personas pueden perder sus puestos de trabajo este año debido al impacto de la crisis. Así lo prevé la Organización Internacional del Trabajo.
Según cifras de Naciones Unidas y del Banco Mundial, alrededor de 70 millones de personas viven en este momento en situación de extrema pobreza en Latinoamérica. Ello representa un 13 por ciento de la población, que tiene un ingreso por debajo de dos dólares al día.
En Bolivia, pese al incremento que tuvo por los ingresos de las exportaciones de gas, la politización de la economía y la ausencia de programas efectivos, ha dejado al país estancado, y lejos de disminuir los índices de pobreza. Cerca del 60 por ciento de la población boliviana es pobre. Si se efectúa una proyección, la población nacional, estimada en 10 millones de habitantes, es mayoritariamente pobre. Unos seis millones de bolivianos viven en la pobreza, de los cuales aproximadamente cuatro millones son extremadamente pobres. En casi un lustro de nuevos actores políticos del MAS y la “media luna” no se ha producido un cambio cualitativo sostenible. La economía ha achicado su base en lugar de diversificar la producción. Las exportaciones de los clásicos recursos naturales aún responden a acuerdos injustos y marcados por la dependencia.
Por ello resulta imprescindible que el Gobierno, en esta nueva gestión, adopte medidas urgentes para enfrentar lo que se viene.
Es necesario concertar con todos los factores de producción. La generación de empleos suficientes para la enorme masa de desocupados requiere del concurso de la empresa privada, del capital nacional, las inversiones extranjeras y la cooperación internacional no condicionada. Urge el lanzamiento de políticas de industrialización del gas y el litio. Es fundamental impulsar prometedoras iniciativas en, por ejemplo, la producción ecológica, la artesanía y el turismo.
¿Van a asumir ese reto los políticos de este tiempo o repetirán lo hecho por los del pasado?
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