La Razón • Distribución del ingreso nacional • 26/02/2016
El proceso de cambio tiene que reencauzar la distribución del ingreso en favor de todos los bolivianos
Existen varias formas de distribuir el ingreso nacional. En el proceso de cambio se lo hizo mediante bonos para los niños, las mujeres gestantes y sus hijos nacidos, y para las personas de la tercera edad sin discriminación. Esta distribución directa no es vista con buenos ojos por organismos internacionales en el marco de enfoques de políticas fiscales de equilibrio macroeconómico; no obstante, permitieron que grandes grupos poblacionales de escasos recursos, la mayoría, por primera vez acceda a recursos que eran un privilegio de gobernantes de turno, clases de proveedores privilegiados que vivían del Estado, con su efecto multiplicador en otros grupos privados que aún creen que no necesitan del mismo.
La ingente cantidad de recursos provenientes de la nacionalización de los hidrocarburos favoreció en general a la economía nacional; sin embargo, aunque parezca ingenuo, una gran mayoría sigue en condiciones de extrema pobreza, situación que se espera reducir mediante políticas de mediano plazo enmarcadas en la Agenda del Bicentenario 2025. ¿Pueden estos grupos vulnerables esperar tanto tiempo? ¿Hay alguna forma más inteligente de disminuir esta brecha con políticas más dinámicas? Seguro que sí, somos 10 quizá ya 11 millones de habitantes, en un país rico en recursos naturales, donde el mercado es una maraña abigarrada de consumos que no han entrado en la lógica mundial y obviamente a la cual no afectan. No en vano en la década de los 80 se decía con Perogrullo que el mercado interno no justificaba procesos de industrialización como ocurrió en los países vecinos. Esta debilidad hizo que los avances al respecto sean objeto de una brutal destrucción del aparato productivo en el periodo neoliberal, que bajo la ola mundial de reducir el Estado favoreció a grandes grupos transnacionales con capitalizaciones de nuestras principales empresas a precio de gallina muerta.
Empero, como no hay mal que por bien no venga, hoy por hoy países vecinos industrializados no tienen ningún peso en el contexto mundial, toda vez que el capitalismo central entró en otra fase de acumulación bajo la misma lógica de producción egoísta y destructora. Lo que demuestra que la industrialización no necesariamente genera desarrollo; y al contrario, en un mundo donde el medioambiente está siendo duramente afectado por el efecto invernadero producto de industrias contaminantes, se nos presenta la oportunidad de ser un país con un alto valor ecológico y en armonía con la naturaleza. En tal sentido, el proceso de cambio tiene que reencauzar la distribución del ingreso nacional en favor de todos y cada uno de los bolivianos, en dos estrategias de “desarrollo”, bajo la mística del suma kamaña, ñandereko, ivi maraei: la digna alimentación de sus habitantes y la educación de calidad para los niños y jóvenes.
Si logramos esto, el presente será nuestro futuro, ya lo dijo el maestro Tupamaru Mujica, en honor a Túpac Amaru: “Se puede ser feliz con muy poco”, organicémonos y hagámoslo, estamos en condiciones de ser el paradigma en un mundo sumido en una profunda crisis civilizatoria. Mostrémosles el sur.
Es exviceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal.
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