¿Lucha de clases? ¿O conflicto social?
La Insignia
24 de marzo del 2008
¿Lucha de clases? ¿O conflicto social?
Aprile. Italia, marzo del 2008.
Traducción al castellano de Metiendo Bulla.
Sigue la polémica entre Walter Veltroni y Fausto Bertinotti: el primero niega la existencia del concepto marxista; el segundo lo considera central en la sociedad de hoy. Aprileonlinez ha recogido las opiniones de un iuslaboralista (Andrea Lassandri), un filósofo político (Giacomo Marramao), un economista (Paolo Leon) y un sindicalista (Paolo Nerozzi) que está en puertas de entrar en el Parlamento italiano.
Los motivos de esta confrontación, en el transcurso de la campaña electoral, entre el Partido Democrático y Sinistra Arcobaleno, se refieren al concepto de lucha de clases. Veltroni lo rechaza tajantemente; Bertinotti responde con mala cara. Hace unas semanas se publicó una viñeta de Altan donde uno de los protagonistas niega la existencia de la lucha de clases, el otro le responde: «Cuentáselo a los patronos». Nuestros entrevistados de hoy responden. Más allá de los matices, coinciden en una idea: la constatación de un inevitable conflicto, que es estructural en nuestras sociedades, entre los trabajadores y los empresarios.
El profesor de Derecho del Trabajo Andrea Lassandri subraya la evolución de las relaciones laborales: «No sé si se puede hablar de `lucha de clases´, que reclama conceptos revolucionarios. Pero si podemos decir que hay intereses diferentes entre las dos partes en litigio. Esto vale hoy, tal vez, más que en otros momentos históricos, dadas las tendencias que ha introducido la globalización». Y añade: «Entre la lucha de clases y el pacto entre productores, hablaré de intereses divergentes entre trabajadores y empresarios; en eso se basa fundamentalmente todo el Derecho del Trabajo». Con relación a los otoños calientes de los años sesenta y setenta, algo ha cambiado. «Ha cambiado la fuerza del sindicato, que entonces era mayor Ahora nos encontramos en un momento histórico muy diferente. En aquellos años había una ocupación muy significativa; cuando hay pleno empleo la fuerza del sindicato, por lo general, es fuerte, mientras que en caso contrario el sindicato es débil. Con respecto a entonces, hoy -en el estadio de la globalización- las empresas tienen la posibilidad de desplazar los capitales mientras que el sindicalismo de los trabajadores permanece confinado en el territorio nacional. Esta es la diferencia fundamental que incide en las relaciones de fuerza.»
Para Paolo Nerozzi, ex secretario confederal de la CGIL y candidato al Senado en las listas del Partido Democrático, en los últimos años se han producido cambios radicales. «Ya no existe, como entonces un lugar como lo era la fábrica fordista, donde se reconocía la mayoría del trabajo. Ha cambiado la estructura del mundo del trabajo: la disgregación ha creado nuevos sujetos, principalmente el trabajo precario. La fragmentación del trabajo -con la ausencia de un lugar donde se construye la identidad– ha hecho emerger la necesidad de disponer de instrumentos contractuales para recomponer el ciclo». [Por eso] «estas novedades, evidentemente, no se encuentran en el concepto de lucha de clases, típico del siglo XX. Sin embargo, permanece un conflicto entre capital y trabajo en torno a la distribución de los recursos.»
El filósofo político Giacomo Marramao piensa que la globalización ha introducido cambios de época que representan nuevos desafíos a la «clase inferior»: «el verdadero problema es superar la fractura que se ha creado, en los últimos años, entre la dimensión material y la simbólica, entre el aspecto objetivo y el subjetivo de la condición de clase».
Sigue Marramao: «No siempre los sujetos que, materialmente, pertenecen a la misma condición de clase se perciben como relacionados en el mismo destino. La nueva espacialidad global produce una especie de doble movimiento. De una parte, el capital se concentra; de otra parte, las funciones productivas se desarticulan territorialmente. Lo que impide a la condición de clase disponer de una consciencia de clase.» La evolución es neta: «Estamos en las antípodas de la gran empresa, de masas y fordista. Ya no existe el obrero-masa, ni la clase se encuentra en un único espacio. La clase se `reparte´ en segmentos espaciales muy distantes entre ellos. La dificultad, pues, está también en repensar la lucha de clases en una perspectiva global dado que, hasta ahora, sólo se ha limitado a los estados nacionales.»
Según Paolo Leon, profesor de Economía en la Universidad Roma Tre, estamos en un momento de transición. «No hay lucha de clases, pero existen las clases que se han reestratificado sin concretar los conflictos como aquellos, los tradicionales. Hay una división muy clara entre los dos tercios de la población más ricos y el tercio más pobre, y en el interior de los dos tercios más ricos hay una diferencia muy amplia entre propietarios y menos propietarios. Las características de la antigua lucha de clases han cambiado, pero bajo la apariencia de una relativa paz social se está construyendo una división y una fragmentación social muy potente».
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