PAGINA SIETE • La lección de economía • 29/01/2018

Walter Gómez  D’Angelo (Página Siete, 06-01-2018) ha dado una magnífica lección de economía a los muchachos del MEFP, que siguen defendiendo la política de tipo de cambio fijo, acompañada además de grandes déficit fiscales y comerciales.  Cómo puede decir el MEFP que hay equilibrio con un déficit de 5,8% del PIB en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos. Walter tiene la necesaria autoridad en sus críticas. Gabriel Loza,  expresidente del BCB en esta gestión de Gobierno, en su libro de 2017, también recomienda flexibilizar la política cambiaria. Difícilmente se podrá decir que el doctor Gómez y el licenciado Loza están motivados políticamente, que es la acusación facilona de los que no tienen razones.

 No solamente ellos llaman la atención sobre la revaluación del tipo de cambio real. EL FMI en su revisión de la economía boliviana de 2017, en el contexto del artículo 4, estima que el boliviano estaría sobrevaluado entre 17% y 30%. Mantener fijo el tipo de cambio, a la vez que se tienen déficit fiscales elevados consecutivos,  de 3,4% el 2014, 6,9% el 2015, 6,6% el 2016, 7,3% el 2017 y el déficit proyectado para el 2018 será tan alto como el del año pasado, no parece ser una política sensata ni de estabilidad, como vocifera la abrumadora propaganda estatal.

Si se materializa el anuncio presidencial prematuro de un segundo aguinaldo,  la sobrevaluación de la moneda nacional empeorará. La  pérdida de competitividad consecuente pondrá contra las cuerdas a muchas empresas nacionales, especialmente a las pequeñas y medianas, cuya producción tiene que competir con las importaciones, muchas de ellas además de contrabando.
La sobrevaluación no ha empeorado el 2017, principalmente porque las monedas de nuestros socios comerciales de la región han dejado de depreciarse o aún se han apreciado considerablemente, como en el caso del real brasileño. Nuestra competitividad ha estado dependiendo de nuestros vecinos y no de nuestro esfuerzo. Sea dicho de paso, el argumento de un tipo de cambio más flexible sería inflacionario parece no resistir a lo que dicen los datos. Perú y Chile han tenido inflaciones más bajas que la nuestra el 2017, teniendo un tipo de cambio flexible.
Para el sostenimiento de la paridad cambiaria se necesita que el público perciba que las reservas internacionales son suficientes. Por el momento lo son, pero si persisten los déficit fiscal y sus hermanos gemelos, los déficit en cuenta corriente de la Balanza de Pagos, no estará tan lejos el día en que nos despertemos con la noticia de que las reservas se han acabado. Más aún, como lo muestran varios estudios internacionales, aún antes de que las reservas toquen piso, el Gobierno se vería obligado a devaluar el tipo de cambio.
Es cierto que las reservas internacionales se han estabilizado en algo el año 2017 y que no se ha tenido las pérdidas de los dos años precedentes. Se han estabilizado, no porque la confianza del público se ha establecido, sino con reservas prestadas. Los precios de nuestras exportaciones han estado también mejorando, al punto que en la prensa internacional han surgido opiniones de que se estaría de nuevo frente a un mini auge petrolero, aunque  se cree que será transitorio.
La política económica óptima no está en ganarles en tasa de crecimiento del PIB a nuestros vecinos, sino en evitar que el país caiga en crisis financieras, que son muy destructivas. Corremos ese riesgo si los altos déficit fiscales y de comercio exterior siguen. Decir que los altos y recurrentes déficit fiscales no importan porque se está invirtiendo es un sin sentido, particularmente cuando hay  serias dudas sobre la calidad de esas inversiones.
Tenemos demasiados elefantes blancos, financiados además generosamente por el BCB. No hay que olvidar las enseñanzas de la historia: a los gloriosos años de la década de los años setenta le siguió la espantosa crisis de los años ochenta. Recuperar el PIB per cápita de 1978 nos llevó 28 años.
Juan Antonio Morales es profesor de la Universidad Católica Boliviana y expresidente del Banco Central de Bolivia.

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