El Deber • Para progresar hace falta una nueva ley tributaria • 20/03/2016

Ya no alcanza que impuestos tenga solo una visión recaudadora, para crecer se necesita un fisco que estimule al aportante y que ayude a la formalización
Richard Musgrave, economista estadounidense conocido como El Padre de la organización industrial de la economía moderna, tiene como referencia su obra más conocida, cuyo título es La teoría y práctica de la Hacienda Pública (1959), donde explica con meridiana claridad la
aplicación correcta de los principios tributarios.
A partir de un asunto descriptivo e institucional pasa a otro que utiliza las herramientas de la micro y macroeconomía keynesiana para entender el efecto de los impuestos. Sostiene que la actividad del Gobierno debe estar apuntalado en tres columnas: estabilización macroeconómica; redistribución del ingreso y asignación de recursos.
El Ejecutivo sostiene que en la columna de estabilización se debe asegurar el logro de altos niveles de empleo y la estabilidad de los precios; en la de distribución se debe lograr una participación equitativa de los ingresos y en la de asignación ver que los recursos se utilicen de manera eficiente.
Esta división conceptual de las responsabilidades del Gobierno permite reducir el alcance de la investigación sobre la asignación de impuestos, indicando cuál de las tres funciones son asignadas más adecuadamente a los distintos niveles de gobierno.
A partir del concepto económico de Musgrave del “bien de interés social”, ampliamente discutido dentro la teoría y la práctica de la ciencia económica, es que hacemos las siguientes consideraciones:
Es necesaria una nueva ley tributaria que reemplace a la 843, creada en 1986, que respondía a un modelo de emergencia y que era complementaria al decreto 21060, formando parte de las medidas económicas para salir de la crisis e hiperinflación, respondía al propósito de hacer caja al aparato fiscal.
Bolivia ha pasado a otro contexto económico interno y externo. Entre los motivos por el cual el país no creció más en el periodo 2006 a 2013, que fueron años de mayor expansión económica en el mundo, el PIB creció en promedio un 4,9%. Un elemento que contuvo ese potencial fue la ley 843, porque la estructura impositiva y sus mecanismos son antes que nada recaudadores y no así motivadores, dejando de lado la oportunidad perdida de reinventar la política tributaria.
Después de la Segunda Gran Guerra, Alemania estableció que los impuestos a las utilidades de empresas -a través del modelo social de mercado de Konrad Adenauer- si se las reinvertía, no se los pagaba. Lo mismo se aplicó con la unificación de las dos Alemanias luego del final de la Guerra Fría.
Chile siguió el mismo ejemplo en el último periodo del presidente Patricio Aylwin y fue uno de los secretos para el crecimiento económico chileno. Evidencia empírica y casos de éxito sobre reformas a la política tributaria se encuentran por doquier, pero con un común denominador de fomentar el crecimiento productivo y la formalidad. En nuestro país este tipo de impuesto es neto para el Estado.
La situación ideal
Es pertinente crear una bolsa de facturas IVA, abandonando el concepto del IVA dedicado por sector de desempeño ya que esta forma insensible de tributación no incentiva a obtener mayores exigencias del contribuyente a una mayor tributación. Otra forma sería que las empresas que fomentan su capital humano a través de formación, entrenamiento y capacitación, pueden descargar tributariamente este servicio a través del IVA. Esta puede ser una forma práctica de incentivar la formalidad.
Por las condiciones que se encontraba Bolivia por esa época de la ley 843, se creó un impuesto a los pequeños contribuyentes, hubo un perdonazo tributario a fin de que las empresas regularicen su situación y no sean empujadas al sector informal.
Esto se lo hizo una sola vez, no se lo volvió a hacer y como resultado el crecimiento del sector formal es menor al informal. Es necesario repensar respecto al mecanismo de establecer un perdonazo para retornar a las empresas a la formalidad de manera de que estas no sigan siendo excluidas del sistema, posibilitando ampliar la base tributaria.
Después de la ley 843, han salido más de 4.000 disposiciones gubernamentales interpretativas a la referida ley, en la que las mismas, en muchos casos, violan la misma ley, generando incertidumbre y espacios para la discrecionalidad.
Parece que el negocio tributario está más para cobrar las multas “cumpliendo metas” que el mismo impuesto, así es como la ciudadanía lo está interpretando. Es necesaria una nueva ley tributaria que no tenga el sentido de caja, sino contracíclico a fin de poder expandir la economía, promoviendo la inversión y la formalización.
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