Página Siete • Sin pega por el momento • 30/06/2015

Rodolfo Eróstegui T.

La pasada semana se publicó, en este diario, una nota que hace referencia a dos  investigaciones, una de Fundapro y otra del Cedla. Se habla sobre la demora que tienen los egresados de las universidades e institutos técnicos para encontrar una ocupación. Se dice que estas personas tardan aproximadamente 18 meses en encontrar un puesto de trabajo que los satisfaga.

Pero no se puede o no se debe hablar del desempleo en general, sino tenemos que especificar en qué sectores se presenta  ese problema.

Unos años atrás, no recuerdo bien si fue  Fundapro o Udape, los que realizaron un estudio similar, confirmaron que el tiempo para encontrar trabajo era aproximadamente el mismo al que ahora se hace referencia. Pero,  en ese estudio se ponía el dedo en la llaga: lo paradójico era que las personas que invertían más en su formación (con maestrías o doctorados) eran los que mayor dificultad tenían. El menor lapso de búsqueda correspondía a los que no tenían la primaria o la secundaria concluida.

En ese momento yo explicaba este fenómeno a partir del patrón de desarrollo o acumulación de capital. Decía que en Bolivia se crece con base en los sectores de la minería, construcción, servicios de baja incorporación tecnológica y del comercio al detalle. Por consiguiente, el empleo se genera en esos sectores.

Pero la demanda  de mano de obra en esas actividades es no calificada: peones, ayudantes de albañilería, personas que sepan sumar y restar, etcétera. En otras palabras: el empleo no sólo es una derivada de la inversión, sino que es también el resultado del sector o sectores donde se dirigen las inversiones. No importa si la inversión es privada o pública.

Ahora bien, si coincidimos en que el empleo es el resultado de la inversión y que ésta está sujeta a las fases de expansión o recesión de la economía, encontraremos que el desempleo (falta de trabajo)  tendrá un comportamiento inverso al del crecimiento o recesión de la economía.

Si la economía crece, lo más seguro es que el desempleo disminuya. A la inversa: si la economía entra en recesión, la tasa de desempleo tenderá a crecer. Pero el empleo crecerá o se encogerá en los sectores que dinamicen la economía. Por ejemplo, si los precios de los minerales siguen bajando, lo más seguro es que la minería comience a expulsar trabajadores. Mientras que las tasas de desempleo, por ejemplo para profesionales, se moverán casi imperceptiblemente.

Éstas son las razones que explican por qué  los egresados tardan más en encontrar un puesto de trabajo que los no profesionales. No es simplemente un divorcio entre la oferta y la demanda de trabajo.

Si un profesional que invirtió aproximadamente 17 años de su vida en su formación y no encuentra trabajo, lo más probable es que inicie un negocio por cuenta propia, en actividades relacionadas a la “importación” de bienes  o tome las de Villadiego y planifique su migración a un país donde pueda ofertar su mano de obra calificada.

De esta manera, no podemos hablar del desempleo en general, sino tenemos que especificar el mercado donde se presentan los desajustes entre la oferta y la demanda.

Sería recomendable que estos estudios tomen en consideración el tema de género, pues se sabe que son las mujeres las que tardan más en encontrar una actividad remunerada que los hombres.

De esta manera podemos señalar que cuando se le pregunta a una persona su ocupación, ésta responda: estoy sin pega por el momento.

Rodolfo Eróstegui T.  Es experto en temas laborales.

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