Página Siete • Actitudes sindicales • 17/11/2015

Rodolfo Eróstegui T. *

El sindicato es una organización creada por los trabajadores para defender sus intereses económicos, sociales y políticos. Económicos porque pretenden mejorar sus salarios. Sociales porque luchan para mejorar las condiciones de trabajo, por mejores prestaciones para las mujeres, seguro social, etcétera. Políticos porque luchan por una mejor ley del trabajo, para hacer efectiva la democracia y crear un ambiente de paz.

Existen varias corrientes ideológicas del sindicalismo. Una es el sindicalismo revolucionario, que -según el manual de Salvador Cayetano Carpio- es la única que representa el espíritu genuino y combativo de los intereses de la clase trabajadora. Se basa en las contradicciones de clases sociales: burgueses vs. proletarios. Consecuente con esa interpretación, impulsa la conciencia de clase para conseguir su destino histórico: derrotar al capitalismo explotador e instaurar la dictadura del proletariado.

Otra corriente es la socio-política que -a decir de Julio Godio- postula la autonomía sindical y el pluralismo ideológico. De esa manera se busca crear un escenario común entre las corrientes sindicales. También plantea alianza con los partidos progresistas y de izquierda, y les reclama que procedan a reformular sus concepciones y estrategias para garantizar una estrecha relación entre la política y el mundo del trabajo.

El sindicalismo boliviano, al cual se adscriben muchos funcionarios de jerarquía del Estado Plurinacional, incluido al Presidente,  se autodefine revolucionario. Reivindica principalmente su participación política y no así la gremial. En la página web del CEDLA se dice que en las organizaciones sindicales bolivianas “afloran algunas manifestaciones que se confunden con las tesis del sindicalismo revolucionario, elementos rezagados y dirigentes burocratizados, unos sin partido y otros pertenecientes a organizaciones débiles que sustituyen, ya en los hechos o en los planteamientos generales, al partido político con el sindicato. No reniegan de la política y tampoco la repudian porque son politiqueros profesionales, y hacen todos los días política menuda”.

Este sindicalismo revolucionario, en su versión boliviana, ha permeado horizontal y verticalmente toda su estructura. No hay organización de trabajadores que no priorice fundamentalmente su participación política.  Asumir esa postura es una potestad de las organizaciones sindicales, hay libertad sindical.

La Constitución Política del Estado y los convenios internacionales respaldan la libertad de las organizaciones de trabajadores y empleadores. Pero creo que en algunos casos algunos sindicatos están muy cercanos de violentar la normativa que los respalda.

En la coyuntura actual, la COB reivindica nacionalizaciones y otras acciones tendentes a restringir el accionar de la actividad económica privada. Concordante con esa línea, las confederaciones y federaciones se subordinan a ella.  Con estas actitudes pretenden ocupar el lugar que corresponde a los partidos políticos. Los sindicatos, al recibir ese mensaje, prácticamente acogotan a los inversionistas privados, creando ambientes de ingobernabilidad al interior de las empresas.

Esta actitud encuentra varios aliados en el Órgano Ejecutivo. Esta alianza actúa de manera inteligente. Con base en una combinación de movilizaciones sindicales y nuevas normativas consiguen muchos éxitos. Estos éxitos pueden incluso ir contra otras política que impulsa el Órgano Ejecutivo, como la atracción de inversiones extranjeras, o contra los “convenios” que suscriben con las organizaciones empresariales, como es la de diferir el pago del segundo aguinaldo al mes de abril.

Creo que debemos transitar hacia el sindicalismo socio-político para lograr concertar políticas económicas y sociales.

* es experto en temas laborales.

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