Opinión • El tiempo de la juventud • 28/03/2015

En Bolivia hay al menos 4 millones de personas de 10 a 29 años. Es la población joven que representa un enorme potencial para el país por sus posibilidades laborales presentes y futuras.

La demanda de este sector para contar con servicios de salud, educación y sobre todo de empleo es creciente.

Una reciente investigación del Centro de Estudios Laborales y del Desarrollo de América Latina (Cedla) en El Alto , establece que el 15 por ciento de los jóvenes de 15 a 29 años está desempleado. El 80 por ciento de los jóvenes, entre los 15 y 19 años, estudia, pero a medida que asciende la edad, la culminación de los estudios o el retiro del sistema educativo, el número de estudiantes disminuye.

Solo uno de cada tres jóvenes de 20 a 24 años estudia y esta proporción baja a uno de cada cinco después de los 25.

El estudio establece que 6 de cada 10 jóvenes de 15 a 24 años se emplean como asalariados, entre los que logran encontrar trabajo.

El salario promedio de los jóvenes es menor al mínimo nacional y las mujeres ganan un 25 por ciento menos que los varones. El dato coincide con un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las enormes diferencias que se presentan entre hombres y mujeres en la remuneración laboral.

Las autoridades nacionales y departamentales están llamadas a asegurar y proteger los derechos de las mujeres, especialmente de las más jóvenes, sobre todo en cuanto a sus derechos sexuales y reproductivos.

Según la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ), en la región, solo uno de cada 10 dólares de la inversión social se destina a los jóvenes.

Esta política es contradictoria con las crecientes necesidades de la población juvenil que requiere más presupuesto educativo y que se fomente la innovación, el deporte y la infraestructura productiva.

Atender esos requerimientos es esencial. Si no se da prioridad a la formación de los jóvenes, Bolivia habrá perdido su mejor oportunidad. La población en edad para trabajar necesita apoyo para que el país pueda desarrollarse más rápidamente. Este factor poblacional difiere de años anteriores cuando la mayoría de los habitantes era menor y no estaba en condiciones de producir, o como ocurre en otras sociedades en las que hay un elevado número de jubilados y por tanto la productividad es menor.

La inversión en los jóvenes, la inclusión y la promoción de este grupo poblacional es un tema pendiente que tiene que ser priorizado por el Gobierno.

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